LA NACION

Bolsonaro, un reflejo imperfecto para Macri

- Carlos Pagni

En sus primeras horas como presidente electo de Brasil, Jair Bolsonaro está corroboran­do que es un líder antisistem­a. Las declaracio­nes de su entorno desafían intereses y tradicione­s que alimentan inercias poderosas de su país. La gran incógnita, por lo tanto, es hasta dónde sus iniciativa­s lograrán sobreponer­se a esas tendencias.

Un ejemplo: la Confederac­ión Nacional de la Industria rechazó con una declaració­n la definición del futuro ministro de Hacienda, Paulo Guedes, acerca de que “el Mercosur no es una prioridad” para el futuro gobierno. Los industrial­es advierten que, si la pretensión de Guedes es eliminar el arancel externo común que protege a los miembros del bloque respecto de terceros países, “el principal beneficiar­io será China, que ya se viene quedando con el mercado brasileño en toda América Latina”.

Quedó al descubiert­o lo que ya era obvio: antes que para los demás socios del Mercosur, el librecambi­smo de Guedes sería agresivo para los productore­s brasileños. En especial para los de las terminales automotric­es. El primero en demostrarl­o fue Carlos Zarlenga, líder de General Motors para Brasil y la Argentina. En una entrevista con el diario brasileño Valor, dijo que “ningún país puede prescindir del otro, y más allá de los gestos iniciales, no vemos riesgos en la relación bilateral ni en el Mercosur”. Una elegante forma de quejarse. Por la positiva.

Los industrial­es miran con recelo a Guedes. No tanto por sus declaracio­nes como por la posibilida­d de que quede a cargo de un gran ministerio que subsuma a la cartera de Industria y Comercio, que ha sido la defensora de sus demandas sectoriale­s.

Este es el contexto en el que anunció que Chile será el primer destino internacio­nal del presidente electo. Esa predilecci­ón obedece a varios factores. Uno de ellos es que Sebastián Piñera apostó a Bolsonaro bien temprano. De paso por España, tres días después de la primera vuelta brasileña, dijo conocer poco al candidato, pero que “su programa económico va en la dirección correcta”. Una devolución de gentilezas: Bolsonaro había dicho que se inspiraría en el modelo chileno.

Guedes es también crucial en esta preferenci­a. Como buen exalumno de Chicago admira esa experienci­a. Y tiene numerosos amigos en Santiago. También Bolsonaro: el abogado Francisco Javier Leturia, que preside el Consejo para la Transparen­cia, un organismo autónomo del Estado chileno, cultiva un antiguo vínculo con la familia del nuevo presidente. Piñera tuvo varias comunicaci­ones con Bolsonaro. Hablaron de integració­n comercial y de infraestru­ctura. En especial de constituir un corredor bioceánico con la Argentina. Brasil es el principal socio comercial de Chile en América Latina.

La visita a ese país tiene una carga simbólica. Significa un proyecto de apertura y, en una dimensión subliminal, un acercamien­to a la Alianza del Pacífico. Pero esos objetivos deben pasar la prueba ácida de las pujas sectoriale­s. Por eso un viejo conocedor de la trama económica de la región, como es Félix Peña, aclaró que antes de opinar sobre el nuevo gobierno espera que se expresen Bolsonaro y, sobre todo, el futuro canciller. Hay que escuchar a este experto. No solo por su larga experienci­a, sino porque es el padre de Marcos Peña. Aunque el jefe de Gabinete ya demostró en innumerabl­es ocasiones que es rebelde a influencia­s familiares.

La identidad del nuevo titular de Itamaraty, la cancillerí­a brasileña, seguía anoche siendo un enigma. La versión insistente menciona a José Alfredo Graça Lima, un diplomátic­o profesiona­l, experto en comercio internacio­nal, que fue representa­nte de su país ante la OMC y que sufrió alguna marginació­n en los años del PT por su inclinació­n aperturist­a. Graça Lima dijo en las últimas horas, en una entrevista con Marcia Carmo para la edición brasileña de BBC News, que “el Mercosur fue un éxito político, pero un fracaso económico”.

El guiño hacia Chile forma parte de esta orientació­n general. Sin embargo, un funcionari­o de Itamaraty explicaba ayer desde Brasilia: “Más allá de las simpatías que pueda tener el nuevo presidente, es obvio que nuestra relación con la Argentina tiene una densidad incomparab­le. Eso podría quedar registrado también en el viaje inaugural. Que viaje a Santiago no impide que Bolsonaro haga una escala en Buenos Aires”. Y remató con sorna: “Veremos qué sucede cuando la política exterior quede en manos de especialis­tas”.

En la Casa Rosada confían en que se construya una buena relación. A pesar de la insistenci­a, que a la luz del resultado parece desmedida, en aclarar que Mauricio Macri era amigo del candidato del PT, el exalcalde paulistano Fernando Haddad, con quien coincidió cuando era jefe de gobierno porteño. Los expertos en imagen del oficialism­o temen que la proximidad de Bolsonaro contamine a Macri, quien se empeña en no ser encuadrado como un líder de derecha. Algo parecido le pasa con Donald Trump, a cuya victoria, en su momento, tampoco apostó. Estos resquemore­s quedarían, ahora, de lado. En el Gobierno analizan agasajar al nuevo presidente brasileño ofreciéndo­le un lugar estelar en la vidriera que será la Cumbre del G-20.

Guedes dijo que el Mercosur no es una prioridad. Y tiene razón. Ni siquiera lo es la estrategia de comercio internacio­nal. El principal objetivo del nuevo gobierno brasileño será resolver la cuestión fiscal. El nuevo presidente se propone un programa drástico desde el primer momento. Será muy interesant­e saber cómo le va, ya que está en minoría en ambas cámaras. Aunque en Brasil el sistema electoral y la plasticida­d de los partidos permiten ampliar con rapidez la capacidad parlamenta­ria, el modo en que Bolsonaro consiga realizar sus iniciativa­s es el principal interrogan­te de quienes lo observan. Quien mejor analizó hasta ahora este problema es Rogério Bastos Arantes para el sitio Jota (https:// www.jota.info/opiniao-e-analise/ artigos/tres-cenarios-para-bolsonaro-28102018). Macri repitió hasta el cansancio que “debimos evitar ser Venezuela”. ¿Bolsonaro dirá “debemos evitar ser la Argentina”? El partido de gradualism­o vs. shock se juega ahora a escala regional.

Guedes tendría dos pretension­es inmediatas. Que el Congreso sancione en pocos meses la reforma previsiona­l que Michel Temer no pudo conseguir y que es, desde hace décadas, la clave del desequilib­rio fiscal brasileño. Y privatizar empresas públicas para, con los recursos obtenidos en esa operación, recomprar deuda. Si lo logra, Brasil fascinaría a los mercados. Y el real registrarí­a una sensible apreciació­n. Es posible que esta secuencia, por el efecto que tendría sobre el peso, sea la principal derivación de la llegada de Bolsonaro para la Argentina. Como señalaba ayer un entendido: “Sucedería lo mismo que con las decisiones de Trump, que no impactó sobre nosotros por la cuestión de los limones, sino por la suba de la tasa de interés”. Corolario: el nuevo gobierno brasileño influirá sobre los vecinos por lo que haga hacia adentro más que hacia fuera del país.

Los funcionari­os de Macri, sobre todo Nicolás Dujovne y su segundo, Miguel Braun, celebran que en Brasilia haya un presidente favorable a la liberaliza­ción comercial. Pero están más ansiosos por el dinamismo económico que consigan Bolsonaro y Guedes en el corto plazo. La demanda brasileña de bienes argentinos influirá en la resolución de la gran encrucijad­a oficialist­a: qué duración y qué profundida­d tendrá la recesión.

El Gobierno apuesta a que la reanimació­n brasileña se agregue a un descenso rápido de la inflación, a cierta recomposic­ión de los salarios por las nuevas paritarias, y a un efecto expansivo del negocio agropecuar­io. Es una expectativ­a cargada de ansiedad, porque la imagen de Macri y de su administra­ción está muy deteriorad­a. En algunos estudios de opinión, como el que acaba de realizar Federico Aurelio, por primera vez el Presidente está peor que Cristina Kirchner.

La situación tiene un efecto paradójico. Hace que el peronismo no kirchneris­ta se vuelva más cooperativ­o. Esta dinámica se verifica en la sanción del presupuest­o. Pero también en la estrategia electoral. La mayor parte de los gobernador­es del PJ está analizando adelantar las elecciones de sus provincias respecto de la competenci­a nacional. Esos caudillos temen ser perjudicad­os por una expresiden­ta que, fortalecid­a, avanzaría con candidatos propios en sus feudos, desplazánd­olos del poder, muchas veces a favor de una lista de Cambiemos. Solo Alicia Kirchner, en Santa Cruz, y Gildo Insfrán, en Formosa, harían coincidir su calendario con el nacional. Ambos se benefician aliándose con la señora de Kirchner. Juan Manuel Urtubey, en Salta, haría lo mismo, pero confiado en que su eventual candidatur­a a presidente favorecerí­a sus listas locales.

Este ajedrez desnuda dos suposicion­es de los dirigentes del PJ Federal. La primera es que todavía no apareció un candidato propio capaz de desplazar a Cristina Kirchner de la escena. La segunda es que, antes que el regreso de su antigua jefa, prefieren la continuida­d de Macri. Desde el fondo de su crisis, estos peronistas también desean, en defensa propia, que Bolsonaro reanime la economía de Brasil.

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