LA NACION

Mogna. El paraje sanjuanino que sigue esperando tener acceso al agua potable

Hace más de un año se abrió una planta de tratamient­o, pero aún falta logística; en la zona, el agua no es apta para el consumo

- Micaela Urdinez ENVIADA ESPEcIAL

MOGNA, San Juan.– Son exactament­e 31 kilómetros de ripio los que hay que recorrer desde la ruta nacional 40 para llegar a este paraje perdido, en donde solo viven 80 familias. El viaje es como participar de un rally que atraviesa una topografía parecida a la del Valle de la Luna, con figuras de piedra de un marrón rojizo apiladas.

En agosto del año pasado, el propio gobernador Sergio Uñac se acercó hasta esta localidad para inaugurar una planta potabiliza­dora de agua que serviría para proveer a todas las familias del pueblo. Pero nunca funcionó.

Lo que sí sigue en pie es el cartel de la obra en el que figuran los logos del gobierno de San Juan, Obras Sanitarias del Estado (OSSE), la empresa minera Yamana Gold y la Unión Vecinal. Supuestame­nte, allí se iba a potabiliza­r el agua y se entregaría a los vecinos envasada en botellones. Mientras tanto, los habitantes siguen a la espera.

“Esta es supuestame­nte la planta de osmosis que le colocaron a la gente del lugar, pero hasta hoy la gente sigue tomando el agua del pozo que está muy cerca del río y no es apta para su consumo”, dice Faustino Esquivel, mientras señala una pequeña instalació­n a medio construir, en frente de la plaza del paraje. Él es uno de los integrante­s de la Asamblea Jáchal No se Toca y, por su trabajo en la municipali­dad, recorre los pueblos cercanos.

Miguel Vega, intendente del departamen­to de Jáchal (del que depende Mogna), explica: “[La Unión Vecinal] adquirió esa planta y para el aniversari­o de Mogna, aprovechan­do que estaba el gobernador de la provincia, la inauguraro­n. Después había que hacer una habilitaci­ón de la planta y de la calidad del agua”. Y agrega: “Me dijeron desde la Unión Vecinal que ya tenían la aprobación y que estaban gestionand­o la cantidad de envases suficiente­s para poder proveer a la gente del agua necesaria”.

La Unión Vecinal es la que tiene a su cargo la distribuci­ón del agua. “A raíz de un pedido judicial, se le ordenó al gobierno de la provincia, a través de OSSE, que proveyera de agua al pueblo porque las muestras que se habían tomado mostraban que no era potable, por sus altos niveles de boro y arsénico”, cuenta Sergio Ruiz, presidente de OSSE.

Esa es la obra que OSSE entregó el año pasado a la Unión Vecinal y de la que se ocuparon de hacer el mantenimie­nto. “Vemos que es necesaria una intervenci­ón por parte de la provincia para que se cumpla con la medida de que la gente pueda tomar el agua potable. Lo cierto es que la Unión Vecinal no tiene la capacidad de gestión para distribuir el agua. Por eso, hay una decisión tomada de intimar a la Unión Vecinal para que nos ceda el control de la provisión del servicio del agua”, agrega Ruiz.

A futuro, la idea es dotar de agua a Mogna a través del acueducto de Pampa del chañar. “Ahora estamos llegando hasta la localidad de San Roque, que está a 60 kilómetros de Mogna, pero creemos que la obra puede ser iniciada en el primer semestre del año que viene”, indica.

Rincón olvidado

casi no hay césped en este paraje. Ni siquiera en la plaza principal. Las veredas están todas rotas, y la estatua en homenaje a Sarmiento, ubicada en el centro, sufre una mezcla de deterioro y vandalismo. Tanto, que hasta cuesta reconocer la imagen del prócer.

El único color que rompe con ese manto marrón de olvido y abandono es el azul intenso de ocho baldes encerrados en un corral y que se usan para descargar el agua potable del camión que viene cada 15 días desde Jáchal.

Pascual cortés, un vecino del paraje, ubicado a 120 kilómetros al norte de la ciudad de San Juan, tiene en el rincón de su casa algunos tachos azules apilados. Él es uno de los tantos que vive en carne propia las consecuenc­ias de que la planta no esté activa, y tiene que arreglarse con el agua que le traen, cada dos semanas, en bidones. “No sé cuál es el motivo, pero el agua que estaba prevista que llegue a todos los habitantes, no llega. No nos sirve”, explica.

como su padre, cortés cría animales. Tiene una casa de adobe y madera, en la que vive con su mujer y cinco de sus ocho hijos. Los demás se fueron para Albardón.

“Tenemos cabras y vacas. Este es un pueblo que nunca ha tenido un futuro más amplio, solo se puede vivir de las pensiones”, cuenta. Su esposa es beneficiar­ia de una y él cobra $3800 por sus tareas en la municipali­dad de Jáchal.

El riesgo más urgente de la inactivida­d de la planta, es que muchas de las personas siguen usando el agua que sacan del río Jáchal y que no es apta para el consumo humano. “Naturalmen­te, las aguas de ese río tienen altos niveles de boro y arsénico que no la hacen potable para el consumo humano”, explica Federico Vera, que está a cargo del centro de Investigac­ión para la Prevención de la contaminac­ión Ambiental Minero Industrial (cipcami) y que es el responsabl­e de hacer los análisis del agua en la zona.

cortés sabe que el recurso puede tener efectos negativos en su salud, pero no tiene otra opción que tomarla. “Acá tenemos agua potable, pero no está bien. La salud no es buena para nosotros. Estos últimos años tenemos una baja tremenda de habitantes que no llegan a los 60 o 70 años porque se están muriendo y yo pienso que puede ser por la contaminac­ión del agua. Mi padre, que vivió acá, recién falleció a los 100 años”, agrega con preocupaci­ón.

 ?? DemiAn SAntAnDer Bullrich ?? Pascual Cortés, uno de los vecinos de Mogna, reclama que la planta se active
DemiAn SAntAnDer Bullrich Pascual Cortés, uno de los vecinos de Mogna, reclama que la planta se active
 ??  ?? Mogna
Mogna
 ??  ?? Hambre de Futuro
Hambre de Futuro
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina