La eficacia de los delanteros, la bandera del mellizo
Boca tenía que hacer un gol. En realidad podría no hacer ninguno y clasificarse igual a la final, si perdía por un gol o hasta cayendo por dos y accediendo a la llave decisiva por penales. Pero así como se había encontrado en la Bombonera con un resultado perfecto (2-0), analizando el contexto y los méritos globales que había hecho para justificar el score (dos apariciones sorpresivas de Benedetto), nada mejor que utilizar como golpe de gracia un gol de visitante que condicione a Palmeiras a… hacerle cuatro goles. Hizo dos.
La estrategia de Barros Schelotto fue un planteo como el que hizo ante Cruzeiro para defender la misma diferencia (2-0): un sistema 4-3-3 que se transformaba en 4-1-4-1 desde los voluntariosos retrocesos de villa y Pavón, con un bloque agazapado para salir de contraataque vía los wines. En ese encuentro Boca sufrió más de lo que indició el 1-1, sobre todo con algunas salidas de Rossi. Ante Palmeiras villa se destacó recuperando en campo propio y asistiendo en la misma jugada, para deleite del Mellizo.
Pero así como cuando fue bicampeón en la Superliga, en la actual Libertadores también Boca se aferra mejor al gol que a los méritos que acumuló en el camino para llegar al festejo. No necesita generar mucho para convertir. Esa es una de sus principales virtudes. Antes de la vuelta ante Palmeiras, tomando los últimos cinco encuentros de la competencia hizo 11 goles en 30 situaciones de riesgo, lo que indica que hace un gol antes de generar tres chances. Y había sumado un promedio de 10,4 remates.
Como “sociedad” ofensiva, léase entendimiento entre jugadores, quizás la de mayor química sea la de Cardona-Tevez, por más que uno ni viajó y el otro es suplente. El punto fuerte de Boca está en los desequilibrios individuales que pueden generar los delanteros, entre los que se repartieron las anotaciones en la actual Libertadores: Abila (4), Pavón (3), Tevez (3), Zárate (3), Benedetto (3) y Cardona (2). ¿El resto de los goles? Pablo Pérez (1) y Fabra (1), además de Luis Ruiz (en contra), de Junior. Y en esa estructura, el más flexible para adaptarse a todas las demás características de los delanteros xeneizes es Wanchope, el que anoche hizo el 1-0 en la tercera chance de gol que tuvo Boca en San Pablo.
Darío Benedetto, que reemplazó a Ábila, respondió con la misma eficacia: anotó el 2-2 con un derechazo desde afuera del área (como en la ida) en su primer remate al arco, en la cuarta situación de gol xeneize. Para pasar con más tranquilidad y confirmar la tendencia del Boca finalista.