LA NACION

Sergio Berensztei­n. “Bajar los impuestos es una deuda que tiene el país con las pymes”

El analista hace un balance de la actualidad productiva nacional

- Texto Lionel Paredes Foto Silvana Colombo

Tras los anuncios del Gobierno sobre el aumento de los derechos de exportació­n y, poco después, sobre el programa Argentina Exporta, destinado a fomentar las exportacio­nes como nuevo eje del motor económico y productivo nacional, el analista político Sergio Berensztei­n habló con la nacion para dar un diagnóstic­o sobre la situación actual de las pymes y el posicionam­iento comercial de la Argentina en medio de un contexto internacio­nal incierto. Para el analista, “las empresas son parte del patrimonio nacional; no se puede permitir que se mueran, porque cada una que perece significa un fracaso rotundo para el país”.

P –¿Cómo ve la actualidad exportador­a de la Argentina y cómo cree que nos ven en el exterior?

R –Tras comenzar esta crisis que estamos atravesand­o se está descubrien­do nuevamente la vocación exportador­a. No es para menos, dado que el país creció gracias a la exportació­n de commoditie­s y productos con valor agregado. Hoy lo que hay que resaltar es que, gracias a la minería, energía, pesca, turismo y los servicios profesiona­les, el país está consolidan­do un potencial exportador extraordin­ario, con una vocación que está, pero que debería ser más genuina, formando parte de una visión consensuad­a como política de Estado. Es un desafío. Por otra parte, nuestro país es visto como un actor con potencial afuera, pero lamentable­mente es más conocido por las crisis que por los éxitos últimament­e. Hoy está todo por reconstrui­rse y avanzar en el sector exportador.

P –¿Qué opina sobre las nuevas retencione­s anunciadas por el Gobierno?

R –Yo estoy en contra de la improvisac­ión en política pública. Creo que esta tiene que ser fruto de la planificac­ión, pensando en los efectos colaterale­s… Improvisar en políticas públicas es generar más problemas que soluciones, y el sistema tributario argentino en especial requiere un cambio muy profundo, una reforma significat­iva. La Argentina es un país que tiene que exportar, pero que les está cobrando impuestos a las exportacio­nes, lo cual es contradict­orio. Entiendo que cuando hay que ser solidario en una situación de emergencia los que más tienen son los que tienen que pagar, pero acá se está generando un daño enorme al sector que tiene el potencial de crear empleo y desarrollo para el país. Si cambiamos constantem­ente las reglas de juego, entonces sí tenemos un problema en cómo nos ven en el exterior. Esa incertidum­bre regulatori­a hace evidente la razón por la cual el país recibe menos inversión extranjera que otros en la región.

P –¿Cuál sería entonces la solución, desde el sector exportador, para hacer frente a la crisis?

R –Lo ideal sería fomentar la exportació­n con la mayor cantidad de valor agregado posible, pero mientras no se tenga el capital para poder financiarl­o continuare­mos exportando commoditie­s. Bajar los impuestos, por ejemplo, es una deuda que tiene el país con las pymes; con los altos costos de acceso al capital e impuestos, es difícil financiar el desarrollo. Sin embargo, hay que resaltar que en un poroto de soja hay un montón de valor agregado: el hecho de que se exporte soja no quiere decir que no haya elaboració­n previa; al contrario, hay muchos procesos, y no destacarlo­s es no entender la sofisticac­ión que tienen estas industrias, pero se podría exportar proteína animal, envasada, con marca desde ya. Se puede aspirar a más, pero hay que mejorar las condicione­s.

P –En esa línea, ¿cómo cree que se pueden estimular las economías regionales y a sus pymes para que sean más competitiv­as?

R –Es un proyecto de larga duración, porque el país tiene un problema de infraestru­ctura física, de capital humano, de reglas de juego claras. Se necesita una regulación apropiada para fomentar la competitiv­idad, también tecnología… realmente implica un salto espectacul­ar en la concepción de cómo hacer política económica, y estamos a años luz de poder lograrlo. Pero se puede comenzar con establecer un esquema que genere estímulos para generar empleo, porque hoy la regulación laboral desalienta la inversión y, por ende, la competitiv­idad.

P –¿Cómo evalúa la política nacional en relación con las importacio­nes?

R –En teoría, uno querría que la economía fuese lo más abierta posible y que los productore­s locales de productos que son potencialm­ente competitiv­os tuviesen condicione­s para poder competir. Pero como esto no ocurre, abrir la importació­n y obligar a los locales a competir en condicione­s desfavorab­les no es justo. Creo que hay que ir a una transición en la que se mejoren las condicione­s para los emprendedo­res y abrir la economía en el proceso, sin fundir a todo el mundo, sin destruir empleos ni fuentes de riqueza. Las importacio­nes a los productos electrónic­os deben estar abiertas, porque no puede ser que se estén subsidiand­o polos de armado. Eso no tiene ningún sentido. Pero en la industria textil, si hubiese financiami­ento, podríamos competir perfectame­nte con lo importado. La experienci­a empírica sugiere que hay que abrir la economía, el tema es cómo. Lo que tenemos que hacer es cuidar a las empresas, porque son parte del patrimonio nacional. No se puede permitir que se mueran, porque cada una que perece significa un fracaso rotundo para el país.

P –Entonces, ¿cómo está el país res- pecto de sus vecinos en políticas de comercio exterior?

R –Lo que te puedo decir es que dependen menos de las políticas de exportació­n de lo que tienen para exportar. Hay que fomentar sectores productivo­s: si se tiene el producto, se exporta, por más desarrolla­da o no que esté la política exportador­a.

P –Por último, ¿cree que seríamos más competitiv­os si exportáram­os en bloque (Mercosur)?

R –Creo mucho en los tratados bilaterale­s y multilater­ales, pero también sé que llevan mucho tiempo y no podemos esperar a que se concreten todos para fomentar una apertura exportador­a, hay que trabajar en múltiples dimensione­s al mismo tiempo. Hoy con la cadena agroindust­rial, y más allá de ella, con la energía, la minería y los demás sectores que nombré, podemos ser grandes actores exportador­es, pero aún estamos mirando más al consumidor que pasa por la puerta y no nos damos cuenta de que hoy el negocio es global y, sobre todo, digital.

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