La Copa de los enredos no tiene días, hora ni rival de Boca para las finales
La Conmebol programó los partidos definitorios para el 10 y 24 de noviembre, a las 16, pero todavía no confirmó a River como el adversario de los xeneizes; los clubes y la Superliga rechazaron las fechas, y los organismos de seguridad se opusieron al hora
La Copa Libertadores de los enredos, descuidos y sospechas no podía tener un desenlace en calma. Nadie puede asegurar cuándo se jugará la definición más volcánica de la historia. Ni sobre algo básico hay certezas, y en el medio, un reguero de contramarchas. En realidad, el desamparo organizativo es aún más grave: oficialmente no se conoce a uno de los finalistas porque es la misma Conmebol la que mantiene un asterisco: los actores de la final serán Boca y River, pero eso está sujeto a la decisión de la Unidad Disciplinaria de la CSF respecto del reclamo de Gremio, que exigió la victoria de los gauchos por la inconducta de Marcelo Gallardo al desobedecer una sanción. Paradójico, la Conmebol acepta que los finalistas no están confirmados, pero sí asegura que el primer partido será el sábado 10, a las 16, en la Bombonera, y el segundo se jugará el sábado 24, también a las 16. Se reserva la sede, claro, porque no sabe quién chocará contra Boca. La tumultuosa Copa Libertadores 2018, la de los jugadores mal incluidos y la inestable vara para administrar el VAR, extenderá su convulsión hasta el último instante.
Demasiados actores alzaron la voz para no aclarar nada. Boca, a través de su presidente, Daniel Angelici, se opuso a jugar los sábados. Adujo razones religiosas: “Boca no está de acuerdo con jugar un sábado, somos muy respetuosos de la comunidad judía. En Boca hay muchísimos socios judíos, por eso fuimos el primer club en poner un puesto kosher”. El Shabat, la celebración judía que encierra la abstención de actividades, comienza con el atardecer del viernes hasta la aparición de la primera estrella del sábado. Más tarde, los xeneizes no tendrían reparos para jugar. Y el presidente millonario, Rodolfo D’Onofrio, hizo declaraciones en la misma dirección: “La gente de la colectividad judía me ha escrito, desesperada para que el partido no sea un sábado”.
¿Pasando en limpio? Los clubes no desean jugar los sábados, especialmente ese sábado 24. O, hacerlo más tarde, no desde las 16. Pero atentos al horario, se sumó otro protagonista: apareció la oposición de los organismos de seguridad de la Ciudad de Buenos Aires, que rechazan desconcentraciones masivas nocturnas. “El espectáculo de tarde da ciertas previsiones de seguridad que mejoran, más cuando es un sábado”, alertó Martín Ocampo, ministro de Justicia y Seguridad de la Ciudad de Buenos Aires. El fucionario, que descartó que del 28 de noviembre al 2 de diciembre se pueda jugar la revancha por la realización de la Cumbre del G20 en la Capital, también confirmó que no hará hinchas visitantes: “Las condiciones del fútbol argentino no variaron para que esto suceda”, subrayó. Un punto de vista enfrentado con el de la Aprevide, que en su jurisducción provicial permite algunos cotejos con visitantes. Es cierto, ninguno de esta talla.
Entonces, la Conmebol no definió si River o Gremio serán finalistas, pero adelantó que las finales se disputarán los sábados 10 y 24. Claro que los clubes se oponen a esas fechas, salvo que se juegue por la noche. Es más, River recordó que a partir del 15 de noviembre, por un acuerdo con el gremio de los futbolistas, los encuentros deben jugarse de las 17 en adelante. Pero la policía endureció su postura: no quiere miles de personas por las calles en la noche.
Y cuando la jornada acababa solo con intrigas, la Superliga sumó otra protesta: le envió una nota a la AFA para que ésta se la eleve a la Conmebol, manifestando su preocupación por la reprogramación de las finales de la Libertadores –originalmente, previstas para el 7 y 28 de noviembre–, con los consecuentes trastornos que le traería a la Superliga rediagramar las fechas 12da y 13ra del torneo local. En la nota, la Superliga le solicita a la CSF que revea la decisión, ya que distorsiona el normal desarrollo del campeonato argentino. D’Onofrio apoyó esa posición: “Siempre la Libertadores se jugó durante la semana, me parece que genera un problema jugar el sábado. Hay 24 equipos más en la Superliga a los que hay que respetar”.
Mientras tanto, en Porto Alegre confían en que la Conmebol fallará en su favor tras presentarse en Asunción para reclamar por la desobediencia de Gallardo, que en la victoria de River por 2-1, el martes pasado, aunque estaba impedido de tomar contacto con su plantel, entró en el vestuario en el entretiempo. “Esperamos el 3-0 para pasar a la final de la Copa Libertadores. El sábado será el fallo. Presentamos pruebas de sobra. La Justicia tiene que tener efecto. El propio presidente de la institución [Alejandro Domínguez] me contó que quiere mejorar la imagen”, dijo Romildo Bolzán, presidente de Gremio. D’Onofrio desacreditó la posibilidad: “Tenemos la jurisprudencia anterior, en casos similares no existe ningún artículo que establezca que River pueda perder los puntos”. En River no temen consecuencias, más allá de un nuevo, y ahora muy severo, castigo para el entrenador. Gallardo no viajará a Asunción –mañana River jugará con Estudiates–, y hoy hará su descargo ante la Unidad Disciplinaria de la CSF a través de una video conferencia.
Reina la controversia, la confusión y el recelo porque la definición de la Copa Libertadores 2018 no tiene fechas firme, ni horario seguro, ni adversarios confirmados. Manda la polémica. Y todavía no se conocen los árbitros de las finales más impactantes y agitadas de la historia...