LA NACION

soy cordobés

el chico que se formó en unión florida y tiene los amigos de siempre

- Texto Pablo Lisotto la nacion

–¿Qué recuerdos tenés de Unión Florida? –Los mejores. Me remite a mi infancia, a mis primeros momentos con el fútbol y en los que uno soñaba y creía que podía llegar a ser profesiona­l. Uno mira para atrás y se acuerda de esas cosas y la verdad es que está bueno. Hay muchos chicos que uno va a ver y tienen la ilusión y la confianza de llegar algún día adonde está uno. –¿Y qué mensaje les das a esos chicos que sueñan con ser futbolista como vos. –Que hay que lucharla y pelearla hasta donde puedan, para lograr el objetivo de jugar en Primera. –¿Quienes fueron los primeros que te ayudaron?

–En Unión Florida, mucha gente. Compañeros más grandes me ayudaron porque yo era el más chico y hoy están en la comisión directiva. Uno es el presidente del club, y en Instituto, Germán Panichelli, que es un técnico que tuve en Quinta. el Rulo (Sergio Nelson) González, otro entrenador de las inferiores. Gracias a todos ellos aprendí, valoré sus consejos siempre con la meta fija de cumplir mi sueño. –¿Qué tan buen arquero eras?

–Era muy chico así que no me acuerdo si era bueno o no. Pero me gustaba el puesto. Me gusta en realidad. Pero a medida que fui creciendo me empezó a gustar más hacer los goles que evitarlos. –¿800 pesos costó tu pase?

–Si. De Unión Florida a un grupo de amigos de mi papá que compró

mi pase. Eso habrá sido en 2006, a mis 16 años. –200 dólares de entonces...

–Exacto. Para un club de barrio, de Liga, fue un ingreso importante y así se dio mi salida del club. –¿Cómo fue eso?

–Unos amigos de mi viejo compraron mi pase y empezaron a administra­r mi carrera. Tenían una flota de camiones, estaban bien económicam­ente y manejaron de alguna manera mis primeros pasos y ordenaron en la vida. –¿Cuánto sacrifica el futbolista para llegar?

–Mucho. Tiempo, esfuerzo. Tenés que aprender a convivir en grupo desde chico. En la calle, con la gente de club, ser ordenado. Lleva tiempo, no es fácil. Por ahí los chicos no tienen la oportunida­d de acercarse a clubes y la calle y las redes sociales hacen que todos esos aprendizaj­es se vayan perdiendo. Pero la ilusión de jugar está, para lograr el objetivo –¿Y aquel Ramoncito de Unión Florida soñaba con este presente o te superó? –Yo soñaba este presente. La realidad es muy diferente al sueño, pero el objetivo mío estaba muy claro desde el primer momento. –¿Qué música escuchás?

–De todo. Aunque obviamente al ser de Córdoba escucho más cumbia y cuarteto. –Y hace poco estuviste en el escenario en un recital de Calle 13, invitado por René. –Sí, porque él y la señora son hinchas

de Huracán. El suegro también. Llevaron la camiseta, me invitaron. Y la verdad es que estuvo muy bueno. Me gustó la experienci­a. Es una música diferente, otro ritmo, otra gente, otra cultura. Está muy bueno. –¿Cuánto te cambió el día a día?

–No soy de salir mucho, pero lógicament­e la dimensión de todo es diferente. Mucha más gente observa lo que hacés y los celulares están prendidos las 24 horas, con lo cual hay que tener cuidado con lo que se hace, con la familia. No es una situación fácil la que pasa el país y uno tiene que ser cuidadoso porque no a todo el mundo le gusta que estés haciendo algo. Por eso trato de estar en casa, tranquilo. –Alguna vez dijiste que no te gusta la exposición pública. Cómo cambió tu vida en ese sentido desde que llegaste a Boca. –No me gusta en el sentido de que uno expone a sus seres queridos a las cámaras, o tener que interrumpi­r un diálogo porque alguien se acerca a saludarte. Cuando uno sueña con jugar quiere que le pidan fotos o autógrafos. Pero después, cuando llegás a un club como Boca, la cosa es mucho más intensa a lo que imaginaba desde afuera. Hay que tomarlo con tranquilid­ad. Son gajes del oficio. –¿Cómo viven tus hijos tu presente profesiona­l?

–Se ríen, se acostumbra­ron. En Huracán también pasaba porque al hacer los goles tenía más repercusió­n. Y con eso van creciendo, así que lo disfrutan, les gusta. –¿Y los padres de los amiguitos de escuela de tus nenes se te acercan más? –Sí, sí. Obviamente. Para charlar de fútbol y de todo un poco. Pero no me molesta porque es algo normal que tiene esta profesión. –¿Qué encontrás en Córdoba, cada vez que volvés?

–Amigos. Soy Ramón. Uno está en su barrio, con su gente. No tengo que andar escondiénd­ome. Puedo caminar, saludar a gente que conozco desde hace años y la verdad que la paso muy bien.

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