LA NACION

Una voz que ganó el aire a fuerza de trabajo

- Fernanda Iglesias —para La NaCIoN—

Es una de las voces emblemátic­as de La 100. Se llama Alejandra Salas, tiene 48 años, dos hijas y una larga carrera al aire. Nació en Banfield, soñó con ser actriz. Su espíritu solidario la llevó a encarar la carrera de Trabajo Social. Sin embargo, el contacto con una radio zonal marcó su destino y cambió la UBA por el ISER. Hoy es coequiper de Ronnie Arias todas las tardes, y de Guillermo López los sábados. Mujer de carácter, ella se siente mucho más que una locutora: “No estudié tres años para decir la hora”.

–¿Cómo pasaste de la radio de tu barrio a trabajar en Radio Mitre?

–Yo trabajaba en FM Lomense, tenía 18 años. Leía mensajes al aire y la gente llamaba diciendo “qué linda voz tiene esa chica”. De ahí pasé a otra radio zonal… Hacía la locución en el programa, charlaba con el conductor, hablábamos de economía. Así empecé hasta que me presenté para estudiar locución. Hice los tres años de carrera y en el último vino Anselmo Marini, que era el jefe de locutores de radio Mitre, a hacer una prueba de voces. De todo el grupo quedamos dos: Viviana Canosa y yo. Era 1992.

–¿Arrancaste en la AM?

–Sí. Yo en realidad estaba para otro proyecto que era Cadena Top 40. Pero el gerente en ese entonces, cuando escuchó mi voz, dijo que me quería para Mitre. ¡Imaginate! Yo no escuchaba AM.

–Igual aceptaste.

–¡Por supuesto! Estuve una semana escuchando toda la programaci­ón de la radio para prepararme.

–¿En qué programa te pusieron?

–En el de Magdalena Ruiz Guiñazú, de lunes a viernes. Después, trabajaba con Marcelo Bonelli en Sábado tempranísi­mo. Hacía la locución, el Mitre informa primero, los panoramas y algún tema de espectácul­os cuando se charlaba en la mesa.

–Pero después te hiciste conocida con el boom de la FM.

–Exacto. Trabajé tres meses en AM y me pusieron a hacer reemplazos en La 100. El primer día tuve que reemplazar a Karin Cohen y se murió Jorge Donn. Lo primero que dije al aire fue “murió Jorge Donn”. Nunca me lo voy a olvidar. Y ahí Eduardo Lopez Grey, que era el productor general de La 100, me escucha y me dice que me quería para la radio y quedé en la trasnoche. Y me dieron un programa que se llamó Transas. Fue un furor en esa época. Era un espacio de contactos. Me encantaba hacerlo porque llamaban los presos desde la cárcel, tipos queriendo tener relaciones con travestis… Te estoy hablando de 1993. Era raro. La gente que escucha radio a la noche, te escucha. No es que te tiene de fondo. Así empecé.

–Transas fue tu hit.

–Lo llevo en un rinconcito de mi corazón, como algo que me encantó mucho hacer. Pero después hice otras cosas.

–¿Siempre en la misma radio?

–Sí, me quedé en la empresa. Radio Mitre tenía cuatro radios y yo pasé por las cuatro. Mitre, Cadena Latina, Cadena Top 40 y La 100.

–Nunca fuiste la locutora que solo dice la hora y la temperatur­a.

–No. Siempre traté de despegarme un poco de eso. Me cargan porque cuando me preguntan qué hora es, les digo ‘¿no tenés reloj? Fijate y decilo vos’. A veces me tratan de loca, pero en realidad, yo las cosas las digo de frente.

–¿No sos la típica locutora dulce?

–Me encanta jugar a la locutora dulce, pero no me sale mucho. Fui buscando mi personalid­ad en el aire. Como en la vida. No soy la misma que a los 20. Entonces, al aire tampoco soy la misma. Yo traté siempre de informarme, de aggiornarm­e, de averiguar qué pasaba en el mundo, las tendencias de radiocomun­icación. Siempre traté de superarme.

–¿Tuviste buena relación con los conductore­s con los que trabajaste?

–Ay, sí. Por suerte, sí. No me imagino cómo sería trabajar con un conductor que no me diera lugar. O que no me respete y que me destrate… Creo que duro un segundo.

–¿No te pasó?

–No solo no me pasó, sino que me dieron lugar y entendiero­n el juego. Porque yo siempre, cuando me presentan a un conductor, lo primero que digo es ‘mirá, todo lo que yo diga al aire va a ser para sumarte y va a hacer que vos brilles más todavía’. Yo tengo bien claro cuál es mi lugar.

–¿Vos siempre estás arriba, anímicamen­te hablando?

–Últimament­e estoy blanqueand­o bastante mis estados de ánimo. Y veo que hay respuesta del otro lado. Yo me fijo mucho en la llegada al oyente. El otro día, en un pase con Guido Kazcka y Claudia Fontán, dije al aire que estaba atravesand­o una crisis. ‘Tuve una crisis a los 25 y ahora, a los 48, me agarró otra’. Enseguida recibí un montón de mensajes de gente que se sentía identifica­da. Esa empatía que podés tener con el público es maravillos­a. No está mal abrirse.

–No la careteaste.

–En realidad, en la radio pasé por todas las etapas. Al principio, las que salíamos al aire teníamos que tener un perfil bien joven. Entonces, yo no podía decir que era mamá, por ejemplo. De hecho, llevaba a la nena a la radio y ella se ponía detrás de mí o debajo de la mesa. Un día, dijo ‘má’ al aire y el productor le gritó ‘¡callate!’ porque yo no podía decir que tenía una hija.

–¡Qué loco que no te dejaran decir que eras mamá!

–Fue un año y poco donde la radio mutó y dijeron que querían apuntar a un público bien joven. Y el público joven, para que se identifiqu­e con uno, tenía que ser de esas caracterís­iticas. Se jugó un poco con eso.

–¿Cuándo diste el salto de la radio a la tele?

–En los 90 iba mucho como invitada a los programas. Al de María Laura Santillan, a Sorpresa y media…El primer sueño de Sorpresa y media lo hice yo con un chico. Tenía ese tipo de participac­iones no pagas. Mucho panelismo.

–¿Y te sentías comoda?

–Yo a la radio la amo. La radio es mi vida. No me imagino mi vida sin la radio, es mi casa. Me manejo bien. La tele me parece mas fría. Me gusta. No es que no me gusta. Pero es algo totalmente distinto. Cuando fue el boom de Transas también quisimos llevar eso a la tele. Íbamos a hacer algo en el 13 pero finalmente no se dio. Ahora estoy en Todo por hoy, en Canal 9, con el Pelado, que es mi amigo.

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Patricio pidal / afv Alejandra Salas, un sello de Mitre y La 100

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