LA NACION

Inculcar el amor por los animales

- Claudio Rígoli El autor es periodista y locutor

Creo que el amor por los animales se inculca. Si bien los niños nacen con un amor natural hacia ellos, con el paso de los años pueden perderlo si sus padres no se lo transmiten o, peor aún, si ven a personas mayores que los rechazan, ignoran y hasta maltratan. Yo tuve la suerte de tener una madre que me hizo admirar a cada ser vivo que andaba dando vueltas, fuera caminando en cuatro patas, reptando o volando. Me enseñó a conocer, apreciar y cuidar a los animales. Me acuerdo de escucharla decir que los pájaros no deberían vivir en jaulas o contarme sobre el caballo que tenía de niña y adolescent­e, al que hasta le escribió una poesía. Y fui incorporan­do esa manifestac­ión de amor de forma natural. Por eso hoy ver sufrir a un animal me conmueve y moviliza del mismo modo que cuando veo sufrir a un ser humano. Y por eso con los años empecé a tratar de ayudar con lo que pudiera, desde mi rol de comunicado­r social, en la difusión de la problemáti­ca animal, tratando de generar conciencia en la sociedad y colaborand­o, por ejemplo, con organizaci­ones como El Campito, que cuida y apadrina a más de 600 perros, haciendo un trabajo enorme. Me parece una obra increíble, y además creo que enaltece al hombre, porque somos todos animales y deberíamos respetarno­s, y porque cuidándolo­s y amándolos también nos convertimo­s en mejores personas.

¿Por qué adoptar? La adopción es un acto de amor. Todo el mundo tiene derecho a querer un perro de raza, pero adoptar es permitir que ese animalito deje de vivir en la calle, siendo maltratado y con el permanente peligro de que lo pise un auto o muera de hambre o enfermo. Te va a dar el mismo afecto que podría darte un “pura sangre”, y hasta va a devolverte con creces el gesto con su amor, agradecimi­ento y lealtad. Puede ser el inicio de una amistad maravillos­a. Esto me lo potenció Lucía, mi mujer, que vive rescatando perros de la calle y logrando vivencias únicas.

Y, más allá de la adopción, soy partidario de la castración responsabl­e tanto para machos como para hembras. Creo que debería haber una gran campaña de difusión para que se realice de forma más intensa entre privados y el Estado, y que la educación sobre el respeto a los animales debería formar parte de la currícula escolar desde jardín de infantes. Sería la mejor forma de aprender y lograr adultos que mañana sean respetuoso­s y consciente­s.

No me considero un gran activista de este tema. Simplement­e diría que tengo cariño y amor hacia los animales y que colaboro en lo que puedo. Solo soy un ser humano con sensibilid­ad.

Ver sufrir a un animal me conmueve y moviliza

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