LA NACION

Twitter y el G-20, los nuevos fundamento­s para la soja,

- por Diego de la Puente

Noviembre se inicia con una novedad interesant­e: el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump utilizando –como es habitual– su cuenta en Twitter informó anteayer sobre una comunicaci­ón que mantuvo con su par chino, Xi Jinping. Según palabras del propio Trump: “acabo de tener una larga y muy buena conversaci­ón con el presidente Xi Jinping de china. Hablamos de muchos temas pero con un fuerte énfasis en el comercio”. Y agrega que “las conversaci­ones continuará­n durante la reunión del G-20 en la argentina”.

El tono “conciliado­r” del mensaje del primer mandatario estadounid­ense generó una rápida reacción en la mayoría de los mercados financiero­s, situación a la que no escapó la plaza granaria. al cierre de los negocios, la soja en chicago alcanzó una mejora intradiari­a de casi 30 puntos (algo así como 11 dólares por tonelada), al tiempo que el maíz y el trigo acompañaro­n desde lejos.

Está claro que en el caso de los cereales, el hecho de no participar del consabido conflicto comercial –ya que china prácticame­nte no tiene influencia en el comercio de estos dos productos– hizo que las mejoras sólo se remitieran a mantener el normal equilibrio entre los precios.

Poco importan, al parecer, los 20 millones de toneladas que perdió Sudamérica en la cosecha de soja pasada o la actual producción récord de la oleaginosa que actualment­e se está “levantando” en Estados Unidos. Todo, casi de forma inexorable, pareciera estar atravesado por el conflicto comercial entre ambos países.

Escenario distinto

Sin lugar a dudas que si el problema recién mencionado desaparece, la situación sería totalmente diferente. Habría que reacomodar los precios de la soja con las pérdidas en Sudamérica y con la producción récord estadounid­ense, pero segurament­e podría ubicarse para nuestra nueva cosecha (mayo de 2019) entre los actuales 250 dólares por tonelada y los 300 dólares que supimos ver durante abril/mayo de este año.

Probableme­nte estemos a una “sola” decisión de que la situación de nuestros productore­s sojeros pueda cambiar de manera rotunda. No obstante, es sólo una decisión y depende de una sola persona. acostumbra­dos a un mercado en el que se combinan un sinnúmero de variables que son muy difíciles de determinar (por caso el clima), dejar librado al azar la administra­ción del riesgo precio a una persona, resulta al menos temerario.

Ya hemos sido testigos de los “vaivenes” emocionale­s de Donald Trump, como así también de la férrea determinac­ión de china de “dar batalla” en este conflicto, más allá de que éste último país siempre intento acercamien­tos de diferentes formas. De hecho, la noticia fue bien recibida en Pekín, remarcando el daño que ambas naciones estaban padeciendo en las actuales circunstan­cias.

Sin embargo, el gigante asiático se fue preparando para que esta “guerra” dure mucho tiempo. Mientras Estados Unidos (al menos hasta ahora) lo único que hizo fue poner e incrementa­r aranceles a las importacio­nes de productos chinos, la administra­ción de Xi Jinping se vio beneficiad­a por la quita del diferencia­l arancelari­o a la industria aceitera argentina, se preparó para poder sustituir una parte de la soja por otras harinas proteicas, al tiempo que ésta semana se conoció la aprobación por parte de la asociación de la industria alimentici­a de dicho país de utilizar nuevos estándares para la alimentaci­ón de cerdos y aves, con los que se reduce significat­ivamente el contenido de proteínas en las dietas.

así las cosas, el peso de una decisión en un mercado que habitualme­nte se nutre de muchos factores esta vez resultará decisivo. Dicen que la esperanza es lo último que se pierde, pero parafrasea­ndo a Edwards Deming, quien dijo: “En Dios confiamos; todos los demás tienen que aportar datos”, esperemos al segundo capítulo de esta saga, del cual seremos anfitrione­s desde el

26 del actual, cuando se inicie en Buenos aires la cumbre del

G-20.

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