El germen de la “mayoría peronista”
Los movimientos internos de la Corte Suprema desconciertan al Gobierno, que celebró el ascenso a la presidencia de Carlos Rosenkrantz y hoy está preocupado por un efecto colateral de aquella batalla: el crecimiento de lo que llama la nueva “mayoría peronista”.
Así la bautizó, en realidad, Julio Piumato, el líder del gremio de los judiciales esta semana, en el tuit en el que dijo que fue gracias a “la propuesta de la mayoría peronista” de los ministros “[Ricardo] Lorenzetti, [Horacio] Rosatti y [Juan Carlos] Maqueda” que la Corte, por unanimidad, aprobó un aumento del 40% para empleados y funcionarios de Tribunales. Un aumento que cayó muy mal en la Casa Rosada y si no hizo más ruido fue porque Camioneros cerró su paritaria en un número casi igual y se llevó toda la atención.
“Esta nueva mayoría quiere ser cabeza de un poder, más allá de que ellos entre sí tengan diferencias”, dijo Piumato a la nacion. Según él, la “mayoría peronista” no quiere una Corte menos política y más técnica, porque eso “implicaría, en realidad, una Corte subordinada a la política que está en otro poder, el Ejecutivo”. Lo de Piumato tiene mucho de expresión de deseo. No solo por lo de peronista. Está claro que los cortesanos son singlistas. Las alianzas en el alto tribunal son efímeras, varían con cada tema y los giros pueden ser desconcertantes. Que le pregunten si no a Lorenzetti por Elena Highton y su decisión de no apoyarlo para un nuevo mandato.
Pero la lectura de Piumato coincide con los temores del Gobierno. Una Corte “más técnica” era lo que se anunció con el ascenso de Rosenkrantz. Más técnica y con una presidencia “menos personalista” que la de Lorenzetti. Y en eso sí todos parecen estar de acuerdo. Hay menos concentración de poder. “Ahora para todo hay que hablar con los cinco”, se lamenta un asiduo visitante del cuarto piso del Palacio de Justicia.
Aquella foto del día en que eligieron a Rosenkrantz, muy buena para el Gobierno, está mutando. El gran ganador era el flamante presidente, un juez con el que Mauricio Macri se siente muy cómodo, y los dos hombres que pesan más fuerte en la política cortesana, Rosatti y Lorenzetti, habían quedado uno de cada lado en la votación. Años de diferencias los separan. Ahora están menos enfrentados que nunca y cualquier eventual alianza entre ellos es vista como un peligro potencial para el Gobierno, que ya tiene suficientes problemas con la economía como para lidiar con una amenaza en la Corte.
Con Lorenzetti fuera de la presidencia, a lo que más les teme el oficialismo hoy es a las aspiraciones de Rosatti. El juez está encima del funcionamiento del tribunal, creó su propia página web para “difundir su pensamiento jurídico” y anunció que allí va a hacer pública su declaración jurada de bienes. El desembarco de Rosenkrantz en la presidencia no fue fácil. Una muestra clara es que no logró todavía los consensos para modificar la administración de la Corte, que sigue en manos de Héctor Marchi, un hombre de confianza de Lorenzetti que hasta ahora fue sostenido –e incluso elogiado– en la reunión de acuerdos de los martes. Tampoco prosperó su iniciativa de aprobar un protocolo de difusión para el Centro de Información Judicial (CIJ).
“Como Macri, empezó con gradualismo. Acá eso no corre”, se sonreían en el entorno de uno de los jueces “peronistas”. En materia de fallos esta semana Rosenkrantz quedó votando en soledad en un caso en el que la mayoría rechazó la prisión domiciliaria del cuatro veces condenado a prisión perpetua por crímenes de lesa humanidad Miguel Etchecolatz. Y no lo ayuda el hecho de que se le adjudique a Fabián Rodríguez Simón, “Pepín”, asesor muy cercano a Macri, haberlo incentivado para pelear la presidencia. Tal vez por eso Macri se esforzó en las últimas semanas por tender puentes amistosos con Lorenzetti y además creyó que era una buena idea convocar a un almuerzo en la Casa Rosada a todos los jueces de la Corte. “Teníamos confirmados a los cinco”, dijo a la nacion una alta fuente del Gobierno. De ser así, cambiaron de opinión porque ni Rosatti ni Lorenzetti ni Maqueda van a ir. La decisión fue que asistirían solo “las autoridades”, Rosenkrantz y Highton, que es la vicepresidenta, coincidieron en la Justicia y el Ejecutivo.
Por fuera de la Corte, con el resto de los temas judiciales el Gobierno prácticamente dio por cerrado el año. Este mes asumirán los nuevos miembros del Consejo de la Magistratura y el oficialismo tendrá una mayoría cómoda en el organismo. Eso repercute en Comodoro Py, donde, además, el oficialismo consiguió rearmar la Cámara Federal.
Queda abierto el tema de la Procuración General de la Nación. El Senado tiene frenado el pliego de la candidata de Macri, Inés Weinberg de Roca. Un senador peronista que siguió de cerca el tema confirmó a la nacion que no se tratará este año, que el Gobierno no está haciendo esfuerzos porque se apruebe en el corto plazo y que ellos (por el PJ) tampoco tienen planes de negociar ese cargo.
Todo dependerá de lo que digan las encuestas el año próximo, adelantan en el Gobierno. “No vamos a retirar el pliego de Weinberg, y si el peronismo no ve que Macri tiene la reelección asegurada, no nos lo va a aprobar”, se sinceró una fuente oficial. Su estimación es que tendrán un panorama más claro para marzo próximo. El gran objetivo, desplazar a Alejandra Gils Carbó, está cumplido y en la Casa Rosada no tienen quejas con el procurador interino, Eduardo Casal.
La Corte, en cambio, sí tiene un asunto pendiente que preocupa al Gobierno: qué fórmula ordenará aplicar para el reajuste a los jubilados. En el tribunal anunciaron que van a resolverlo antes de fin de año. De imponerse una mayoría adversa al Gobierno, implicaría un golpe durísimo para las arcas públicas.