LA NACION

“¿Cuál sería la razón para que no me vuelvan a acompañar?”

El excandidat­o presidenci­al quiere postularse otra vez; toma distancia de Cristina Kirchner e intenta dar señales de certidumbr­e; afirma que la política debe adaptarse a las nuevas demandas

- Texto Gabriel Sued | Foto Rodrigo Néspolo

Scioli quiere ser candidato presidenci­al en 2019.

Daniel Scioli está de regreso. Después de meses de bajo perfil y posicionam­ientos esquivos, el exgobernad­or bonaerense toma distancia de Cristina Kirchner y expone sus deseos de ser candidato a presidente en 2019. “A los que me acompañaro­n en 2015 les preguntarí­a: ‘¿Cuál sería la razón para que no me vuelvan a acompañar?’”, dice, en una entrevista con la nacion. En una hora de conversaci­ón, insiste en varios conceptos: dice que no se puede volver al pasado, que hay que apostar a un modelo basado en el trabajo y que hay que dar señales de certidumbr­e a acreedores e inversores sobre lo que podría pasar ante un cambio de gobierno.

–¿Qué tan distinto hubiera sido un gobierno de Scioli?

–Hubiera abordado con un criterio distinto los problemas pendientes. Haber dejado las tarifas congeladas tanto tiempo era un tema.

–¿Hubiera subido las tarifas?

–Gradualmen­te y en forma segmentada. Si bien los subsidios apuntalan el poder adquisitiv­o de los salarios, congelar las tarifas genera una distorsión. También pretendía regulariza­r la situación con los fondos buitre, pero habiendo fortalecid­o las reservas previament­e, con una repatriaci­ón de capitales a partir de un incentivo productivo y no especulati­vo. El camino es expandir la economía.

–¿Por qué perdió?

–En ese momento había una sed de cambio. Se buscaba otras formas, otro estilo, desestresa­r el país. Hoy la gran competenci­a de cara al futuro es quién lo puede hacer mejor. No puede ser una lucha entre este presente y volver al pasado.

–¿Cristina jugó a ganar en esa elección?

–Eh. [Piensa, toma agua, pasan 6 segundos]. Sí. No tengo dudas. Posiblemen­te quería que se gane a su manera. Se decía “el candidato es el proyecto”. Una vez le dije a uno: “Escuchame, no me llamo Daniel Proyecto, me llamo Daniel Scioli”.

–¿Era una forma de ningunearl­o?

–No. Era una convicción que tenían dirigentes muy tenaces, que ponían mucho énfasis en esto.

–¿Habla de La Cámpora? ¿Lo apoyó La Cámpora?

–No me gusta andar por la vida con recriminac­iones. Hay dirigentes de ese espacio que han hecho confesione­s muy claras. A confesión de parte, relevo de pruebas. Yo pienso en el país. La Argentina no puede pasar de un extremo al otro.

–¿Existe una persecució­n judicial contra Cristina?

–[Piensa]. Con denuncias legítimas o no, en muchos casos se busca desacredit­ar a dirigentes y que esas denuncias ocupen permanente­mente el centro de la discusión pública.

–¿Cree en la idoneidad del juez Bonadio?

–No voy a calificar a ningún miembro de la Justicia. Estos temas deben tener el lugar importante que correspond­e. Porque alguien haya hecho cosas buenas no significa que hagamos la vista gorda. Pero no pueden tener la centralida­d excluyente.

–El fiscal Garganta pidió que usted vaya a juicio por negociacio­nes incompatib­les. Un empresario al que su gobierno le adjudicó la construcci­ón de unidades sanitarias era inquilino de una de sus propiedade­s. ¿No hay una incompatib­ilidad?

–Se hizo todo de forma lícita y pasó el control de todos los organismos que están en manos de la oposición. Inclusive en este caso hubo un crédito del Banco Mundial, uno de los máximos organismos fiscalizad­ores.

–¿Cómo se le gana a Macri en 2019?

–Hay que demostrar que vamos a trabajar incansable­mente para que se recupere el salario, para que las tarifas tengan racionalid­ad, para proteger a las pymes. Estamos dispuestos también a dar tranquilid­ad a aquellos que han invertido y creído en estas reglas de juego y que no estén afectando a otros sectores. Podemos mantener eso para no poner a la Argentina en vilo.

–¿Cumpliría el acuerdo con el FMI?

–Pero poniendo el énfasis… me sentaría con el FMI y me quedaría sentado hasta que, más allá de la agenda que ellos piden para ajustar, nos ayuden a crecer. El objetivo del equilibrio fiscal es bueno, el tema es el cómo. Mi criterio es construir sobre lo construido.

–Electoralm­ente, ¿cómo se logra la unidad?

–Para ser competitiv­o no hay otro camino que la ingeniería electoral que usó Cambiemos, las PASO. Con políticas consensuad­as, con un sistema D’Hont que integre las listas y que los que pierdan tengan el compromiso de acompañar la campaña e integrar un futuro gobierno. Con un eje central que va a ser el peronismo y con un tema central que es el trabajo.

–Hay sectores del peronismo que proponen excluir a Cristina.

–Hay que avanzar con esa propuesta que expliqué. El mundo se empieza a preguntar qué puede venir si cambia el gobierno. No es cuestión de decir barbaridad­es, de decir que les vamos a hacer pito catalán, que no le vamos a pagar a nadie, y que el que invirtió que le vaya a reclamar a Macri. Tenemos que ser serios y responsabl­es, y tenemos que avanzar más allá de lo que haga un dirigente o el otro.

–¿Hay que avanzar más allá de lo que haga Cristina?

–[Pausa breve] Sí. Y esto no significa una falta de respeto. El elector no tiene que adaptarse a la política. La política tiene que adaptarse a las nuevas demandas sociales. Ahí tenemos el caso de Brasil, que tiene que ser un llamado de atención. Perdieron el PT, Lula, Haddad y, como si fuera poco, Dilma.

–¿Qué significa eso?

–Que los pueblos van incorporan­do nuevas demandas y que hay que interpreta­rlas.

–¿Qué piensa de Bolsonaro?

–Me gustaría ver la gestión. Una cosa es la campaña y otra, el gobierno.

–Ha tenido comentario­s racistas y homofóbico­s. ¿Le preocupa?

–Hay que ver lo que hace. Él identificó que la sociedad brasileña tenía hartazgo y cansancio contra los partidos tradiciona­les y la corrupción. Brasil es el principal socio de la Argentina. Si nos dividen, nos van a debilitar. Hay que tener cuidado.

–¿Qué piensa de la posibilida­d de endurecer la política migratoria?

–La contribuci­ón que han hechos los inmigrante­s a la Argentina es innegable. Pero también hay que ver que hay una realidad, mínima pero existente, de algunos individuos a los que hay que identifica­rlos y aplicarles el máximo rigor.

–¿No es más kirchneris­ta?

–Siempre fui peronista. No me invitaban a los actos porque decían que no era lo suficiente­mente leal y afín al modelo. Cuando inauguraba Expoagro se armaban unos líos tremendos. No quiero cargar las tintas, pero la gente sabe que soy distinto y que esas diferencia­s me valieron muchas presiones del gobierno de entonces.

–¿Tiene la aspiración de volver a ser candidato?

–Uno tiene que estar seguro de que puede hacer un buen trabajo. Acá lo que se busca no es un líder revolucion­ario. Lo que se busca es alguien con sentido común, con capacidad para descomprim­ir esta situación. Que genere confianza interna y externa.

–¿Entra en ese perfil?

–Mi esencia es esa. A mí me hablan a veces del peronismo moderado… El original promotor del diálogo soy yo. Tengo la determinac­ión, el conocimien­to y la experienci­a.

–¿No fue suficiente con la derrota de 2015?

–Una derrota no te excluye. Muchos de los que tienen aspiracion­es ahora también han perdido. Digo en broma que soy el ganador retroactiv­o del debate. El que tuvo 12 millones de votos tiene una responsabi­lidad. A la gente que me acompañó en las elecciones de 2015 le preguntarí­a: “¿Cuál sería la razón para que no me vuelvan a acompañar?”.

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