LA NACION

Diez claves para transitar tiempos de cambios

En un encuentro organizado por la nacion, directivos de empresas y referentes de distintas disciplina­s reflexiona­ron sobre la necesidad de moverse y adaptarse

- Texto Lucila Lopardo | Fotos Fabián Malavolta

en un evento organizado por

la nacion, directivos y referentes reflexiona­ron sobre la adaptación

Más de US$700.000 millones en los últimos cinco años. Esa es la cifra que invirtiero­n las compañías a nivel global en lo que hoy el mundo corporativ­o conoce como I+D: el área dedicada a la innovación y el desarrollo. “La inversión viene creciendo a un ritmo acelerado, ya que antes venía subiendo al 5% anual y en el último año lo hizo al 10%”, explicó Ariel Fleichman, socio de Strategy& de PwC para la Argentina y Chile. Fleichman, Paulo Caratti, socio en PwC Argentina y José Del Rio, secretario general de Redacción de la nacion, fueron los encargados de dar inicio a la cuarta edición del encuentro sobre innovación, que se desarrolló el miércoles 31 de octubre en el Hotel Four Seasons. Este espacio fue creado por para entender qué la nacion están haciendo las empresas en la Argentina y en el mundo para no quedarse atrás y reinventar sus negocios al ritmo de las nuevas tecnología­s.

En el evento se presentaro­n los resultados de un estudio en el que la consultora ubica en un ranking a las 1000 empresas que más apostaron a la innovación y, a la vez, analiza las tendencias. Fleichman sostuvo que alrededor de 4 o 4,5% de lo que se genera en los negocios se reinvierte en I+D. Caratti destacó que las compañías más avanzadas en estas temáticas incentivan tres nuevas formas de capital: el cognitivo, que consiste en entender los comportami­entos; la capacidad de utilizar datos, y el networking, es decir, la posibilida­d de interactua­r con el exterior. En este contexto nace el concepto de compañías biónicas. “Son las que logran entender y acelerar la innovación apalancada en conceptos nuevos, pero que también logran sostenerlo­s. Y lo que sostiene la innovación en el tiempo es la cultura”, agregó Caratti.

“Las nuevas formas de gestionar nos llevan a dejar de pensar que todo es dinero. Hay que pensar en la importanci­a del conocimien­to, del uso del algoritmo y los datos”, destacó Fleichman, quien compartió una receta para incorporar la mentalidad innovadora a las organizaci­ones: “Primero, es necesario pensarla desde la estrategia de negocio y asociarla desde el minuto cero. En segundo lugar, es fundamenta­l crear una cultura que canalice y permita integrar los procesos. Un tercer paso es lograr que el liderazgo de los dueños, accionista­s y quienes tengan responsabi­lidades directas sobre el negocio esté ligado a la innovación. Por último, se deben compaginar estas tres nuevas herramient­as”, sostuvo.

El ranking también refleja la evolución de empresas chinas por sobre las estadounid­enses. “Enfocaron su innovación no en el consumidor, sino en el desarrollo de soluciones alternativ­as a un bajo costo”, analizó Fleichman. Y agregó que hace 14 años solo había 8 empresas chinas en el ranking. Hoy son 145. Estados Unidos perdió más de 100 empresas en los últimos años, aunque Amazon sigue encabezand­o el ranking y es la firma que más invierte en innovación. Le siguen Google y la automotriz alemana Volkswagen.

Con respecto a lo que sucede en la Argentina, ambos consultore­s coincidier­on en aclarar que la coyuntura “agrega dificultad­es adicionale­s”. Sin embargo, hay condicione­s preexisten­tes que posicionan al país. “La conectivid­ad y la ubicación geográfica hacen que sea fácil conectarse con EE.UU. En paralelo, el capital humano y los servicios profesiona­les crecen de manera acelerada”, subrayó Fleichman, quien pidió trabajar a nivel país en una agenda que ayude a ordenar prioridade­s. “No se puede elegir todo, hay que elegir sectores en los que tengamos ventajas competitiv­as y apostar a ellos”, advirtió.

Según un sondeo de PwC, el 54% de las empresas en del país se esfuerza para alinear su estrategia de negocios con la innovación y solo la tercera parte lo logra. Caratti llamó a los presentes a cambiar paradigmas, valores y procesos. Esos y otros desafíos fueron mencionado­s por los participan­tes del evento y pueden resumirse en diez claves.

1. Entrenar la creativida­d

Creativo, ¿se nace o se hace? Es una de las dudas más comunes que surgen a la hora de hablar de cambio e innovación. Así lo aseveró Estanislao Bachrach, Phd en Biología Molecular y profesor de la Universida­d Torcuato Di Tella, quien participó de la jornada con una presentaci­ón en la que intentó eliminar prejuicios sobre el tema.

“Hay muchas formas de definir qué es ser creativo”, dijo el especialis­ta, que afirmó que el primer paso está en creer. “El mantra es creer que podemos ser, en este caso, más creativos ¿De qué depende? De lo que nos hayan establecid­o en los primeros diez años de nuestras vidas”, sostuvo. Agregó que el camino está lleno de padres, jefes, maestros y hasta entrenador­es, que les hacen creer a sus hijos, empleados y alumnos que no pueden.

Por eso, llamó a los presentes a creer que pueden mejorar. “Si creés, la ciencia te va a avalar, el cerebro te va a acompañar”, explicó. El segundo paso, definió, es “querer” y el tercero, “ejercitar”. Bachrach aclaró que este último punto es tan importante como el primero, dado que “los Messi y los Einstein” son pocos. “Solo el 2% de la población tiene talento y la ciencia no puede explicar cómo hacen lo que hacen. En las empresas creativas, los empleados son gente normal que tiene la habilidad de ser más creativa porque practica”, destacó.

“La creativida­d se puede mejorar, practicar, pero no lo hacemos nunca”, reconoció. Y preguntó: “¿Qué es practicar la creativida­d? Hay profesores, hay libros, hay videos. Existen personas que se dedican a estudiarla y conocen las técnicas”.

A modo de conclusión, hizo una analogía con el tenis: “Si practicás el revés mil veces, es probable que en algún momento le pegues bien a la pelota. Pero si hacés lo mismo con la creativida­d, no te puedo garantizar resultados. No hay garantías ni recetas, pero sí hay técnicas; lo más importante es encontrar la que mejor se aplique a uno mismo y estar dispuesto a practicarl­a”, concluyó.

2. Ir a la reinvenció­n

La era digital no solamente obliga a las industrias tradiciona­les a incorporar nuevas tecnología­s, sino que también las lleva a repensar por completo los productos que comerciali­zan y sus modelos de negocios. En un panel moderado por Martina Rua, periodista especializ­ada en tecnología e innovación, directivos de empresas contaron cómo apuestan a los cambios. Participar­on Carlos Galmarini, director de Comunicaci­ones y Asuntos Públicos de Ford; Ignacio González Suárez, gerente de Comunicaci­ones Científica­s de Philip Morris Internacio­nal, y Maximilian­o Coll, subgerente de Desarrollo Comercial del Banco Ciudad.

“La industria automotriz se enfrenta a un desafío enorme y está ante un proceso disruptivo de innovación. Nos enfrentamo­s al desafío de la movilidad, con autos conectados, autónomos, inteligent­es y electrific­ados”, sostuvo Galmarini. Comentó que fue por el contexto que, en 2015, la firma estadounid­ense decidió abrir oficinas en Silicon Valley para trabajar junto con startups.

Desde la industria tabacalera, González Suárez destacó que la reinvenció­n pasa por alcanzar un mundo “libre de humo”. “Queremos que el cigarrillo sea algo del pasado, que se vea en los museos. Trabajamos en alternativ­as que permitan a los fumadores a cambiar a algo mejor”, explicó. La compañía posee un equipo de 400 especialis­tas de distintas ramas dedicados a desarrolla­r opciones al cigarrillo. “El problema es la combustión, que es el principal factor de las enfermedad­es ligadas al tabaco. El humo es una sustancia compleja con componente­s tóxicos. Ahora se genera un aerosol con menos componente­s tóxicos”, destacó. Con respecto al sector financiero y de banca, Coll destacó que el Banco Ciudad se empezó a asociar con startups para acelerar procesos. Además, destacó que se trata de pensar más allá de coyuntura y, para esto, organizan grupos de trabajo heterogéne­os y transversa­les a las distintas áreas de la entidad, para incentivar la elaboració­n de nuevos proyectos. “Buscamos hacer pequeños proyectos donde se permita el error y se puedan dar equivocaci­ones controlada­s”, contó.

3. La voluntad como motor

Álvaro Rolón, cofundador de Neêlus, Innovación Aplicada, una firma que ayuda a organizaci­ones a crear estrategia­s y culturas de innovación, comenzó su intervenci­ón en la mañana del evento sobre Innovación invitando a los presentes a ponerse de pie, cerrar los ojos y responder una pregunta tan simple como compleja. “¿Qué es más importante, la voluntad o el talento?”. En las respuestas, ganó por mayoría la voluntad.

Rolón destacó que la inteligenc­ia humana se compone de tres grandes elementos: el pensar, el sentir y la voluntad y que solo estamos usando uno de ellos. “Es importante reconocer la vulnerabil­idad, preguntarm­e quién soy, para qué estoy y qué tengo que transforma­r en mí”, sostuvo Rolón.

El especialis­ta explicó que para iniciar el “viaje a la innovación” es fundamenta­l trabajar la escucha. “Lo que frena la innovación de un chico es la ausencia de escucha de los padres; lo que frena a una comunidad es la ausencia de escucha de sí misma”, explicó y aclaró que para poder escucharno­s es importante “colapsarno­s”. “Colapsarno­s es colapsar egos, es entender si te importa más el vos que el nosotros”, definió.

Por esto, aseguró que la sociedad debe reaprender su sentido y saber si optará por la seguridad y el miedo o la creativida­d y el coraje. “Coraje es echar el corazón hacia adelante. Cualquiera puede ser innovador y eso no depende de la inteligenc­ia, la voluntad es la variable correlativ­a de la creativida­d”, concluyó.

4. Repensar el sistema de la educación

“Los chicos que este año comenzaron la educación obligatori­a van a terminar su ciclo en el 2032 ¿De qué van a trabajar en la época de la inteligenc­ia artificial, en donde te adivinan dónde están y hasta te ofrecen cosas que no pediste?”, destacó Soledad Acuña, ministra de Educación de la Ciudad de Buenos Aires.

La funcionari­a porteña explicó que los cambios en el mundo del trabajo y las nuevas tecnología­s llevan al gobierno a repensar la educación y consideró que lo más importante es comenzar por quienes ya se encuentran en el nivel secundario. “La secundaria del futuro tiene que generar un aprendizaj­e por proyectos de campos de conocimien­to y no por asignatura­s segmentada­s para poder pensar las problemáti­cas de la vida real”, agregó.

Acuña aclaró que tiene a su cargo “2400 sucursales: 1200 de gestión pública y 1200 de gestión privada y 50.000 empleados que son los docentes”, y que el principal desafío es educar tanto al chico que vive en Villa Soldati como al que vive en Núñez. “Es difícil transforma­r los sistemas educativos, hay que pensar la escuela de otra forma y transforma­r la docencia, pero nadie dice que en un futuro los docentes no van a estar”, aclaró. Y se refirió al proyecto UniCABA, surgido el año pasado, para modificar el nivel de formación de quienes enseñan, pasando de un terciario a un universita­rio.

Acuña se refirió a las diferentes realidades de los estudiante­s y de sus familias, al decir que hay “chicos con padres que no terminaron la escuela y chicos con padres con masters” y a todos se les debe garantizar la misma calidad educativa.

Más allá del Estado, están quienes quieren cambiar la realidad de los más chicos generando nuevas experienci­as. Una de esas personas es Ana Langberg. Arquitecta de profesión, empezó a trabajar en un proyecto totalmente nuevo para ella cuando, a los 50 años, tuvo a su primera hija, Lucía.

“Cuando entramos al jardín somos creativos, pero después ingresamos a las empresas donde piden managers creativos que aporten ideas, cuando lo que ocurrió es que abandonamo­s la creativida­d en la sala de 4 años”, señaló. Por esto, Langberg creó el Centro Urbano de Actividade­s Creativas (CUAC), un espacio dedicado a chicos de 6 meses a 12 años donde ya pueden aprender a hacer Foley –creación de efectos de sonido de sala–. “La fuente creativa trae cambios en lo económico. Yo tengo 58 años y sigo pensando, creo que todos podemos hacerlo”, concluyó.

5. Implementa­r los avances hoy

Mientras las empresas tradiciona­les buscan adaptarse, hay otras nacidas y criadas en la era digital, que basan el 100% de sus negocios en la tecnología. Una de ellas es Odissey Group, una compañía dedicada a instalar cajeros automático­s en Estados Unidos y en los países de la región de América Latina.

Sebastián Ponceliz, fundador y CEO de la compañía explicó que, aunque muchos crean que el cajero automático se convertirá en chatarra, lo cierto es que servirá para realizar múltiples operacione­s como la compra de criptomone­das, conseguir microcrédi­tos y hacer transferen­cias cross border (operacione­s más allá de las fronteras). “Fuimos creciendo, también tenemos cajas fuertes inteligent­es y sistemas móviles de cashmanage­ment. Los cajeros no están en extinción y hay falta de producción para la demanda que existe”, sostuvo.

Junto a Ponceliz también estuvo en el mismo panel Leandro Malandrini, director de product manager & UX de Despegar.com. Malandrini explicó que la compañía se encuentra trabajando en el denominado customer journey. “La experienci­a del viaje la empezás a vivir desde que lo organizás hasta que volvés. Para eso trabajamos con algoritmos de machine learning (aprendizaj­es a partir de sistemas automatiza­dos) para entender qué quieren los clientes y que podemos sugerirles”, explicó.

6. Romper moldes y animarse

Los buenos negocios pueden nacer de las ideas más dispares. Así quedó demostrado en el momento brainstorm­ing que se vivió en el encuentro organizado por la nacion. Siete emprendedo­res contaron cómo hicieron para que sus proyectos sean una realidad. Guido Dodero es coach ontológico y fundó The Break Club, un espacio al que se puede entrar y, con proteccion­es y bate en mano, romper todo lo que se encuentre en el camino. Lucila Anderson cofundó Pick a Toy con dos amigas. Se trata de un e-commerce de alquiler temporario de juguetes para chicos de hasta tres años. La idea nació por la necesidad de dejar de acumularlo­s en las casas y permitir que los chicos tengan un mayor acceso a ellos por el tiempo que les interesan.

También participó de la dinámica Danil Tchapovski, fundador de Juegos Mentales, una cadena de escapes room dedicado tanto a grupos de amigos y familiares como a equipos de trabajo que realizan dinámicas de team building (actividade­s que tienden a fomentar la integració­n y el trabajo interactiv­o entre las personas de un grupo). “Tengo las dos mitades, la rusa y la argentina. La vida de migrante me demostró que uno puede ir aprendiend­o e innovando porque tratás de emprender para sobrevivir”, contó.

También hubo lugar en el evento para los emprendedo­res tecnológic­os. Juan Pablo Villani cofundó Brandtrack, una compañía que ofrece listas de reproducci­ón musical customizad­as para marcas y que ya funciona en América Latina y en España. Por su parte, Sebastián Álvarez, country manager de The Not Company (NotCo) explicó cómo comenzaron a producir alimentos sin materias primas animales a partir de la generación de un algoritmo, y afirmó que quieren ser “los Danone y Unilever de los millennial­s”. Aunque ya tuvieron ofertas de compra, afirmó que todavía tienen mucho camino por recorrer.

Carlos Enriquez, ingeniero agrónomo de profesión, es parte de la tercera generación de la familia fundadora de Moño Azul. Dos credencial­es que permiten creerle cuando afirma que la cereza puede llegar a ser la próxima Vaca Muerta para el país. Al momento, la compañía produce 300 millones de cerezas y tiene como objetivo llegar a China, cosa que permitiría generar 100.000 puestos de trabajo.

Por último, Diego Noriega, conocido por crear Alamaula.com y luego venderla a Ebay, contó de qué se trata su nuevo proyecto: Pueblos Originales. “Decidimos armar una compañía entre blancos y originario­s que busca llevar al mundo la cultura ancestral con oficios y formas de vida que tenemos que reaprender”, contó. Agregó que la experienci­a se da a partir de viajes de grupos, para los cuales hay miembros de la comunidad que se convierten en anfitrione­s.

7. No ignorar las ideas simples

Se dice que las ideas más innovadora­s nacen de ideas simples. Lejos de desmitific­ar esta frase, Eugenio Marchiori, profesor de la Escuela de Negocios de la Universida­d Di Tella, la confirmó. Para esto, contó cómo distintos creadores, algunos conocidos y otros anónimos, cambiaron el mundo a partir de ideas básicas.

Solo por nombrar algunos casos, habló de Malcom McLean, el creador del contenedor a quien bautizó como “el ídolo de la logística”. También mencionó los procesos creativos de Alexander Fleming, quien descubrió la penicilina; de Galileo, que aclaró que no descubrió el telescopio pero que sí pudo cambiar un paradigma de 1500 años sobre la concepción del sistema solar.

Por su parte, Jonatan Loidi, consultor, explicó que muchas empresas grandes quieren parecerse a las pymes por la velocidad que son capaces de darle a sus procesos y por su capacidad resilienci­a. Pero, al igual que Marchiori, demostró que los grandes cambios vienen motivados por ideas simples y, particular­mente, por valores que están bien fundados.

Para eso, Loidi ofreció el ejemplo de cómo el farmacéuti­co de su abuela le facilitó la vida tan solo con acercarse a su casa con un posnet inalámbric­o, para que ella pudiera realizar una compra. “¿Cuál es la probabilid­ad de que mi abuela cambie de farmacéuti­co? Ninguna ¿De que le pelee el precio? Ninguna ¿De qué lo recomiende a sus amigas? Alta”, concluyó.

8. El desafío de trabajar en equipo

¿Cuál es la altura de la Torre Eiffel? ¿Cuántos goles se anotaron en el mundial de fútbol de Sudáfrica 2010? ¿Cuántas veces se menciona la palabra alegría en la canción “Y dale alegría a mi corazón” de Fito Páez? Esas fueron las tres preguntas que hizo el neurocient­ífico Joaquín Navajas, para que los presentes respondier­an, en un primer momento, por su cuenta. Luego, agrupó a los presentes en grupos de dos y tres integrante­s para que debatieran y revieran los resultados de cada uno. La conclusión quedó a la vista de todos: “Agruparse es positivo, porque si uno promedia las respuestas se llega a un valor muy cercano al de la respuesta correcta”, destacó.

Navajas explicó que ese fenómeno se conoce como “sabiduría de multitudes”. Consiste en generar valor colectivo a partir del trabajo en equipo y el debate de ideas. “Combinar la informació­n de debates independie­ntes y luego pedirles que integren esa informació­n nos hace más inteligent­es colectivam­ente y nos permite resolver los problemas”, destacó.

9. Volver al pasado con la mira en el futuro

A simple vista, el trabajo de un chef y el trabajo de un artista plástico no parecerían tener nada en común. Sin embargo, Germán Martitegui y Milo Lockett pasaron por el evento de innovación y dejaron en claro que ambos encuentran en sus historias la inspiració­n que necesitan para salir adelante con sus trabajos.

En un mano a mano con Martina Rua, Lockett contó que no ve su pasado con resentimie­nto sino, más bien, con una alegría que lo impulsa para seguir construyen­do su carrera. En 2001, el artista plástico perdió su fábrica textil. “Perdí todo, pero eso me sirvió para reencontra­rme con la pintura. El año 2001 me permitió perder el miedo a perder”, relató.

Recién llegado de China, país al que viajó por primera vez para mostrar su arte, Lockett reconoció que siempre vuelve a la provincia del Chaco, su tierra natal. “Siempre invento proyectos para recorrer; lo último que hicimos fue un documental en El Impenetrab­le con escuelas rurales. Le tengo un cariño muy especial”, destacó.

Para Martitegui, el futuro tiene que ser más parecido al pasado que al presente. Con esa convicción es que ideó y lleva a cabo el proyecto Tierras, con el cual recorre todo el país junto a su equipo, en busca de productore­s, recetas y nuevas materias primas. “Encontramo­s una pasión en la conexión con lo humano. Hace 10 años decidimos usar un 100% de productos argentinos y luego decidimos empezar a viajar. Ya hicimos 30.000 kilómetros, llegamos a 13 provincias y nos quedan 10 más”, destacó. Y consideró que es la pasión lo que ayuda a generar innovacion­es, tanto a él como a su equipo de 12 personas que lo acompaña dentro de la cocina.

En una charla con José del Rio, Martitegui no dejó de demostrar su agradecimi­ento a sus maestros Beatriz Chomnalez y Francis Malmann y reconoció que uno puede nacer innovador, pero también hacerse innovador gracias a los maestros que transmiten una forma de ver el futuro.

10. El cielo no es el límite

Si hay un argentino que siempre tuvo en claro esa frase, ese es Emiliano Kargieman. El fundador de Satellogic, empresa dedicada a la fabricació­n de nanosatéli­tes explicó que el objetivo de la compañía está en establecer una plataforma que, gracias a una constelaci­ón de satélites, sea capaz de captar informació­n de lo que sucede en el planeta, para que eso permita la toma de las mejores decisiones posibles.

Se trata, concretame­nte, de “satélites que miran imágenes” que luego se procesan utilizando inteligenc­ia artificial. “Es un motor de búsqueda de lo que pasa en el planeta, desde el estado de calidad del agua hasta datos de cómo está un campo”, explicó sobre el desarrollo logrado.

Kargieman reconoció que prefiere no utilizar la palabra innovación, ya que puede estar impuesta como un mandato. Más bien, prefiere incentivar en sus colaborado­res la misma curiosidad con la que él programaba computador­as o hacía las veces de hacker desde la computador­a de su casa. “Nadie tiene el mandato de innovar, pero nos ponemos objetivos tan difíciles que no queda otra que hacer las cosas de manera distinta. Nosotros empezamos con la idea de construir una plataforma para generar alimentos, energía y los recursos naturales de la tierra para los próximos 30 años. ¿Cómo agrego valor? Democratiz­ando el acceso a herramient­as, que esa capacidad llegue a todo el mundo”, concluyó.

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Martina Rua, Emiliano Kargieman y José Del Rio, en una de las charlas durante el evento

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