LA NACION

Ede Ijjasz-Vasquez. “El sentido de urbanizar villas es lograr que la ciudad integre y no resista”

El director del Banco Mundial en temas de desarrollo urbano dice que la transforma­ción de las ciudades definirá las posibilida­des de desarrollo e inclusión

- Silvia Stang

En esta primera mitad del siglo XXI se da un proceso de transforma­ción urbana que define cómo vivirá gran parte de la humanidad en los próximos 200 años. Y de esa transforma­ción dependerán las posibilida­des de desarrollo económico y de salida de la pobreza para muchas personas. Por eso, las ciudades tienen hoy la responsabi­lidad de influir en las políticas nacionales, según advierte Ede Ijjasz-Vasquez, director superior de las Prácticas Mundiales de Desarrollo Social, Urbano y Rural y Resilienci­a del Banco Mundial. El funcionari­o, de nacionalid­ad colombiana, participó en Buenos Aires de una reunión de Urban 20 (U20), el grupo que convoca a los líderes de centros urbanos para hacer aportes a la reunión de jefes de Estado del G20, que se hará el 30 de este mes y el 1° de diciembre.

El Banco Mundial financia en la Argentina los procesos de urbanizaci­ón de villas, como la 31 en el barrio porteño de Retiro, que ya tiene un grado de avance, y la Itatí, en Quilmes (allí se están definiendo los ejes de acción). Ijjasz-Vasquez considera que ningún país logró pasar de ser de bajos ingresos a medios o altos sin urbanizars­e. “Hoy el 54% de la población global es urbana y es en esta primera mitad del siglo cuando se da la transforma­ción más importante”, sostiene.

–¿Es inevitable ese crecimient­o de los grandes centros urbanos? Cuando ya hay alta concentrac­ión, ¿no sería un camino posible alentar el desarollo de varias ciudades más chicas? ¿Qué ventajas y desventaja­s hay en ese crecimient­o de lo urbano?

–Las aglomeraci­ones urbanas tienden a generar mucha mayor productivi­dad económica, porque las industrias y los empleos están mucho más cerca unos de otros. No hay ningún país que haya pasado de ingresos bajos a medios o altos sin urbanizars­e. En Asia del Sur, India, Pakistán, Bangladesh, por ejemplo, existieron tradicione­s muy rurales, porque la teoría era apoyar a pequeTexto ños pueblitos. Pero luego se empezó a ver que, a menos que se urbanizara, no había forma de combatir la pobreza. Lo mismo pasó en China. Las megaciudad­es tienen un atractivo muy importante, pero a la vez son mucho más difíciles de manejar en términos de polución, congestión, tráfico... Hoy la tendencia es hacia las mega regiones y la recomendac­ión es tener un balance, pero no un balance forzado; que se mire cuáles son las vocaciones económicas de cada país y de cada ciudad según sus recursos naturales y ecológicos, según su ubicación. Y apoyar el desarrollo desde esas condicione­s. No recomendam­os hacer megaproyec­tos y empezar a poner industrias, como muchas veces se hace; eso no funciona si no hay relación con las vocaciones económicas del lugar. Con respecto a la pregunta, nuestros estudios no demostraro­n cuál es la mejor distribuci­ón de ciudades; sí demostraro­n que si las ciudades no están conectadas entre sí y a mercados externos, no funcionan.

–Un tema urgente es el del hábitat; ¿Qué principios básicos debe haber en los proceso de urbanizar y transforma­r los asentamien­tos?

–Las ciudades tienden a crecer de manera muy desordenad­a y las personas que llegan desde zonas rurales tienden a ubicarse en áreas donde los títulos de propiedad no son claros y donde hay mayores riesgos de inundación o deslizamie­ntos. En barrios de ingresos bajos hay problemas como los costos de alcantaril­lado, el hecho de que no pueda entrar el camión de la basura y la falta de seguridad de las familias, que no saben si van a poder quedarse y entonces no invierten. En la villa 31 la llegada de las familias fue hace muchas décadas, y poco a poco a poco se han hecho inversione­s. En este tema, muchas veces los gobiernos locales tratan de resistir la migración o de no mirar y no ocuparse del asunto; eso es lo peor que puede pasar, porque los costos llegarán años después. Un principio para urbanizar es que el sentido sea lograr que la ciudad, en vez de resistir, acoja, integre, que haya procesos de titulariza­ción de manera estructura­da. No hay ciudades que funcionen en forma perfecta y no creemos que la perfección sea muy eficiente en términos económicos. Si todo está superdiseñ­ado, eso significa que el costo para los que emigran es muy alto, y si los pobres no pueden ir a las ciudades, el desarrollo económico se hace más lento.

–Hay mucho temor en gran parte de la población de las ciudades por los temas de violencia y narcotráfi­co, ¿cómo se trabaja eso?

–No hay una solución única. Muchos tienden a pensar que las políticas de mano dura y la mayor presencia policial hacen la diferencia y, en realidad, no la hacen; no es algo suficiente. Hay falta de oportunida­des y el tema es cómo lograr que la ciudad genere oportunida­des, teniendo en cuenta varios aspectos, como la infraestru­ctura. Hay gente que tiene que caminar mucho y eso hace que las oportunida­des sean más reducidas. No se trata solo de lograr empleos, sino también de que la ciudad sea eficiente y permita la movilidad. Las transforma­ciones que hacen que la ciudad se acerque a los barrios y los integre, modifican el grado de violencia, porque producen un cambio en la imagen de las comunidade­s sobre sí mismas. El tema de narcotráfi­co es complicado; los procesos deben ser estructura­dos y multidimen­sionales.

–En cuanto a la vivienda, ¿cuáles son las recomendac­iones, en lo referido a la construcci­ón, a los alquileres, a los créditos? ¿Cómo deberían actuar los estados?

–Una dimensión del problema es la financiera; se necesita que se permita el acceso a créditos de largo plazo. Un tema particular es el de la vivienda social: hay que diferencia­r a los más pobres de quienes están en la capa siguiente; en el primer caso se puede avanzar en mejoras continuas, como pasar de piso de tierra a piso de material. En vivienda social hay solo dos programas exitosos en el mundo, en Singapur y en Hong Kong, en los que el gobierno construye viviendas. En otros casos, cuando a esto lo hace el gobierno los costos son muchos más altos y no se desarrolla el mercado. Y tener políticas claras de alquiler es fundamenta­l; a veces las políticas son demasiado rígidas y hacen que el mercado no se desarrolle.

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