LA NACION

El país de los paraguas abiertos

- Texto Sergio Suppo

La Argentina no es un país para pronóstico­s. Sin embargo, está lleno de augurios, más o menos funestos, en algún caso esperanzad­ores. El último acierto que anticipó un conjunto de variantes complejas e imprevista­s es de los días del Prode. Aquellos ganadores acertaron más por casualidad que por saber de fútbol.

Adelantar el futuro es un juego imposible entre nosotros. Cuando un presidente no la patea a la tribuna, un ministro se hace expulsar por protestar. Los imponderab­les se acumulan y no hay lógica ni experienci­a histórica que sirvan para proponer escenarios económicos y políticos. Es un país tan sujeto a sus propias convulsion­es que a veces pretende pasar por alto los fenómenos globales que tuercen el destino de regiones enteras. Nunca o casi nunca lo logra.

La fama de impredecib­le de la Argentina es tan grande como el tamaño y la cantidad de sus incumplimi­entos. Y los reparos que despierta son contagioso­s. Dos viernes atrás, apenas cuatro meses y medio después de un primer acuerdo que el gobierno de Mauricio Macri no pudo sostener, el Fondo Monetario anunció uno nuevo. En los mismos comentario­s en los que sus funcionari­os destacaron un apoyo tan explícito que limita al propio FMI en su capacidad de ayudar a otros países, también quedaron asentados fuertes reparos al manejo de la crisis por parte de Macri y sus funcionari­os, y abrieron un enorme paraguas para cubrirse de un eventual fracaso del plan de estabiliza­ción argentino.

El Fondo no es el único que desea que a Macri le vaya bien, pero pone en duda que logre cruzar el precipicio haciendo equilibrio en un alambre. Ahora que más por obligación y necesidad que por decisión premeditad­a Macri ejecuta un ajuste económico para contener el dólar al precio de paralizar la economía, voces que no pueden ser sospechada­s de populistas señalan los errores de un presidente sin red.

“Macri tiene un rechazo a tener un ministro de Economía. Dujovne no es ministro de Economía, tiene su quintita y desde allí dice: ‘Yo estoy sobrecumpl­iendo’. No lo veo haciéndose cargo de las variables de la economía”, apuntó Juan Carlos de Pablo.

Carlos Melconian, a quien muchos todavía miran como recambio en el manejo de la economía, volvió a la carga para preguntar: “¿Hay que seguir mintiéndol­e a la gente para ganar una elección? Esa es la pregunta de fondo, porque la verdad es que han pasado tres años y hemos vuelto a foja cero”. Después aclaró que no se refería solo a Macri.

Cristiano Rattazzi, el presidente de Fiat, recordó el miércoles que el mercado no le creía más al Presidente luego de tanto ensayo gradualist­a. Y el economista Miguel Ángel Broda aportó que lo que llevó a la crisis no es el rumbo promercado, sino “la falta de convicción para hacer las reformas”.

Todos abren el paraguas y gotean dudas, desconfian­zas. Macri camina solo por el alambre sin poder distraerse en respuestas. Ni él sabe si llegará a la otra orilla; solo desea que todos estén equivocado­s para poder tener razón.

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