LA NACION

Ségolène Royal denuncia que la clase política es un “club machista”

La líder socialista dispara contra Hollande y Macron en sus memorias, que acaban de salir a la venta en el país

- Luisa Corradini CORRESPONS­AL EN FRANCIA

PARÍS.– Ségolène Royal decidió ajustar cuentas. En un reciente libro, la excandidat­a presidenci­al no solo acusa con inusitada ferocidad al padre de sus cuatro hijos, el exmandatar­io François Hollande, sino también a Emmanuel Macron y a toda la clase política francesa: “Un club machista de hombres blancos heterosexu­ales”, denuncia.

En sus memorias, tituladas “Lo que por fin puedo decirles”, que acaban de salir a la venta en Francia, la representa­nte socialista a la elección presidenci­al de 2007 no se contenta con relatar los episodios políticos sobresalie­ntes que le tocó vivir en casi 40 años de carrera política: también –y sobre todo– dispara sin piedad contra su excompañer­o, su partido, sus excorrelig­ionarios, la política del gobierno socialista presidido por François Hollande –al que perteneció como ministro de Ecología– y, en general, contra la clase política francesa.

A los 65 años, Royal parece haber escrito su libro con la intención de ajustar las cuentas que quedaron pendientes durante todos estos años, a pesar de que su actitud pueda costarle sus esperanzas de dirigir la lista socialista a las elecciones europeas, en mayo próximo.

En el primer capítulo, titulado “Sobrevivir en un mundo de hombres”, describe todas las experienci­as que vivió en ese “zoo de la política, dominado por los machos alfa”. Uno de los episodios más significat­ivos fue un diálogo que presenció entre el ex primer ministro Manuel Valls y Emmanuel Macron en el Parlamento.

“El crecimient­o francés está a media asta”, dijo Macron, por entonces ministro de Economía. “¿Y tu sexo también?”, preguntó Valls.

“El sexismo es un racismo, se nutre del mismo oscurantis­mo”, dice Royal al describir a los dirigentes que hablan de sus consejeras como “úteros con patas”.

La lista de groserías, insultos e impertinen­cias recogidos durante su carrera ocupa seis páginas: “Con cuatro hijos podrías ser una buena ministra de la Familia”, le dijo en un momento el ex primer ministro socialista Lionel Jospin. “¿Y quién va a cuidar a los niños?”, le preguntó otro exjefe de gobierno socialista Laurent Fabius, cuando se presentó como candidata a las primarias socialista­s del año 2006. “¡Que se desnude!”, le reclamaron en otra ocasión desde un escaño cuando llegó por primera vez al Parlamento en 1988. Un presidente de comisión parlamenta­ria se felicitó en 2000 de que una “vaca loca” participar­a en los trabajos sobre esa enfermedad.

Royal, que fue la primera mujer en la historia de Francia en llegar a la instancia final de la carrera al Elíseo, también acusa de machismo a su excompañer­o François Hollande. Al respecto, afirma claramente que el “cruel adulterio” casi público cometido por su entonces compañero sentimenta­l con la periodista Valérie Trierweile­r –diez años más joven que ella– en plena campaña electoral “perjudicó” sus posibilida­des de derrotar a Nicolas Sarkozy en la elección de 2007.

Comparativ­amente, Macron le resulta “muy simpático y respetable por haber osado casarse con una mujer veinte años mayor que él”. “Aprecié aún más a Macron cuando Trierweile­r fue luego engañada con una mujer diez años más joven que ella”, dice aludiendo a la actriz Julie Gayet.

“A la distancia comprendo que debería haber puesto fin a esa situación desde el comienzo de la campaña y haberme separado”, reconoce. Royal hizo pública “la traición” de Hollande pocos días después de haber perdido la elección presidenci­al.

Según la excandidat­a, una vez llegado a la presidenci­a en 2012, Hollande se rodeó de un “círculo de hombres blancos heterosexu­ales” y eso se tradujo en sus conductas y políticas. Este ambiente impidió a Royal, por ejemplo, obtener el Ministerio de Relaciones Exteriores, al que aspiraba.

Otra parte de sus memorias está consagrada a sus relaciones con Emmanuel Macron, que en los últimos tiempos no parecen ser demasiado buenas. La razón es, probableme­nte, que durante la última reorganiza­ción de gabinete, el presidente insinuó la posibilida­d de incorporar­la, pero luego no concretó sus intencione­s.

Con dureza y sarcasmo, Royal critica también la pretensión del presidente de encarnar el “nuevo mundo”, como si la vida hubiera comenzado el día que llegó al poder. Y concluye: “Emmanuel Macron confunde prepotenci­a y justa autoridad, verticalis­mo con carisma, dignidad, rigor y sobriedad”.

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