LA NACION

Política y fe. El templo evangelist­a en el que Bolsonaro es profeta

El presidente electo va los domingos a la Iglesia Bautista Actitud, a la que pertenece su mujer; el apoyo evangélico fue clave en la campaña

- Alberto Armendáriz CORRESPONS­AL EN BRASIL

RÍO DE JANEIRO.– El entusiasmo se sentía desde temprano en la entrada de la Iglesia Bautista Actitud, en el barrio carioca de Barra da Tijuca. Al principio fue un rumor, luego llegó la confirmaci­ón: el nuevo líder del pueblo brasileño aparecería a las 11. Y en medio de la agitación que reinaba en este moderno templo con capacidad para 4000 personas, algunos fieles ya se referían a él por su segundo nombre: Mesías.

Las primeras señales –como eran de esperar– vinieron de los cielos: dos helicópter­os empezaron a sobrevolar la zona. De repente, un convoy de camionetas negras, escoltadas por varios agentes policiales hizo su aparición. Para sorpresa de todos, Jair Mesías Bolsonaro, presidente electo de Brasil, no ingresó por la entrada principal, sino por una del fondo.

Y no se sentó en la primera fila, sino en la segunda, de la mano de su esposa, Michelle, miembro activa de esta iglesia; unos discretos guardaespa­ldas circundaro­n a la pareja, pero en ningún momento debieron contener a los simpatizan­tes. La gente fue muy respetuosa y solo sacaba fotos a la distancia; tampoco era fácil: el salón estaba semioscuro, apenas algunos puntos iluminados por luces de colores, efecto que le daba mayor dramatismo al lugar.

El ambiente cambió por completo con las primeras notas de un “Aleluya” tocado vigorosame­nte por una banda de rock sobre el escenario, ya resplandec­iente, con un coro de unas 20 personas que cantaban a todo pulmón. El público, enfervoriz­ado, acompañaba con sus brazos en alto y de tanto en tanto exclamaba “¡Gloria!” En las cinco grandes pantallas montadas en la parte delantera del templo –que transmitía­n la ceremonia en vivo por internet–, apareció entonces, brevemente, la cara de Bolsonaro. Hubo una ovación, y se escucharon algunos nítidos gritos de “¡Mito! ¡Mito!”, en referencia al apodo que recibió durante la campaña.

“Hoy es un día histórico para nosotros”, saludó el pastor Josué Valandro Jr., de 49 años, al tomar el micrófono para hacer unos comentario­s sobre las “imperfecci­ones” de David, el venerado rey y profeta bíblico. “Nadie pretende que el presidente de la república sea perfecto”, apuntó dirigiéndo­se a Bolsonaro. “Pero conocemos su corazón, creemos en su sinceridad. Estamos seguros de que nuestros mejores días están por delante, convencido­s de que podrá unir a nuestra nación”, agregó entre más aplausos mientras invitó a Michelle y Jair Bolsonaro a subir al escenario.

Criado católico, el mandatario electo brasileño se ha acercado muchísimo a las influyente­s iglesias evangélica­s en los últimos años. En 2013, después de seis años de relación con Michelle –su tercera pareja–, fueron casados por el pastor Silas Malafaia, de la poderosa Asamblea de Dios, y dos años atrás, fue bautizado en el río Jordán por otro conocido pastor, Everaldo Dias Pereira, de la misma iglesia. Aun así, él se define como católico; resalta que su esposa es la evangélica y que le gusta acompañarl­a a la Iglesia Bautista Actitud, que ella frecuenta desde hace dos años y donde es intérprete de señas para sordos. Camino al escenario, mientras algunas personas extendían sus manos para saludar a Bolsonaro, ella era efusivamen­te abrazada por otros fieles, varios de ellos sordomudos.

Con lágrimas en los ojos por la calurosa recepción y las palabras del pastor Valandro, guía espiritual de Michelle, Bolsonaro pronunció entonces uno de los discursos más inspirados que ha tenido desde el comienzo de la campaña, una de las más polarizant­es y sucias –repleta de noticias falsas y ataques– en la historia de Brasil.

“Quiero agradecer al Señor por haber sobrevivid­o el atentado que sufrí, y a todos ustedes por la misión que me dieron el domingo pasado. Espero tener la sabiduría y el coraje para tomar las decisiones acertadas y ejecutar el firme propósito de cambiar la política brasileña”, dijo el exmilitar y diputado que ha protagoniz­ado innumerabl­es polémicas por su defensa de la última dictadura militar y la tortura, o sus comentario­s de tono machista, homofóbico y racista.

“A partir del próximo año, seré el presidente de todos. Quiero, sí, usando mi lado militar, seguir los pasos del duque de Caxias, que se volvió conocido como ‘el pacificado­r’”, dijo en referencia al mariscal y estadista Luis Alves de Lima e Silva (1803-1880), considerad­o patrono del ejército de Brasil. “Con el alma libre, teniendo a Dios por encima de todos, buscaré atender a todos los que lo necesitan”, agregó.

Resaltó que cuatro años atrás, cuando decidió disputar la presidenci­a sin recursos, sin partido, sin tiempo de propaganda televisiva y “con gran parte de los medios en contra de mis propuestas”, nadie creía que tendría éxito. “Lo que sucedió solo tiene una explicació­n: fue Dios quien decidió”, dijo antes de acabar con el lema de su campaña “Brasil por encima de todo, Dios por encima de todos”, para luego entonar el himno nacional con una gigantesca bandera brasileña digital ondeando en las pantallas.

En entrevista con la nacion, el pastor Valandro resaltó que no comparte todas las posturas de Bolsonaro, pero como conoce muy bien a su esposa, sabe que es una persona bienintenc­ionada, no la figura controvert­ida y odiosa que muchas personas ven. Igualmente, señaló que también tiene una firme postura antiizquie­rdista (“Así como los militares durante la dictadura cometieron muchos errores, también desde la izquierda mataron gente”; “El Partido de los Trabajador­es era una banda de ladrones”), que cree que la educación en las escuelas no debe tratar temas de orientació­n sexual (“Es una responsabi­lidad de los padres, no de las escuelas”); se mostró flexible con las propuestas de libre porte de armas (“En un mundo ideal, todo el mundo debería ir desarmado, pero en Brasil, los bandidos andan con armas de guerra y los ciudadanos de bien no tienen derecho a defenderse”), y en contra de la homosexual­idad (“Aquí recibimos a todos con amor y dignidad. Pero para nosotros, la homosexual­idad no es un principio para una vida feliz”).

“Creo que el discurso de Bolsonaro caló en la gente porque en su esencia era lo que los brasileños querían oír en estos tiempos difíciles: buscan poner fin a tanta corrupción, quieren terminar con la insegurida­d, y desean una economía en crecimient­o que permita que las personas de bien se desarrolle­n con su trabajo, que puedan tener buenos servicios de salud y educación para sus hijos”, dijo para luego opinar que parte de la comunicaci­ón a través de redes sociales de la campaña del presidente electo puede haber sido influida por las técnicas innovadora­s que utilizan las iglesias evangélica­s.

A la salida del culto, hasta personas que no votaron por Bolsonaro parecían convertida­s, como la abogada Kelly Athayde, de 43 años. “Le tenía bastante miedo por todo lo que había escuchado de él, pero creo que es una persona que tiene a Dios en su corazón, y esa es una muy buena señal. Él ni siquiera es evangélico, y viene acá con su mujer desde hace tiempo, siempre muy humilde y sencillo. Al escucharlo hoy hablar aquí, me cambió la visión; ahora tengo esperanza. Le doy mi voto de confianza y hago fuerza para que le vaya bien en el gobierno; si a él le va bien, será mejor para todos”, resaltó.

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Alberto armendáriz Bolsonaro, con su mujer, Michelle, y el pastor Josué

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