LA NACION

El teatro argentino se impone en España

Convertido en una suerte de género, nuestro teatro adquiere una gran relevancia en Madrid y en Barcelona; nuestros actores ya no necesitan ocultar su acento, que ahora es bien visto

- Laura Ventura

MADRID.–Prestigios­o y célebre por su osadía y su desparpajo, el teatro argentino cosecha elogios en España. Este sello distintivo se evidencia no solo en la dicción, sino en el modo de producir y de interpreta­r. Un mismo idioma que tiende puentes, pero un lenguaje escénico –su acento, su pronunciac­ión, sus palabras– diferente. El teatro argentino es casi un género en el Viejo Continente y tiene su propio público, exigente, que reconoce su estética y organicida­d.

En los últimos años se reconocen influencia­s de creadores como Mariano Pensotti, Javier Daulte o Claudio Tolcachir; puestas dinámicas, de multiplici­dad de planos de acción y, muchas de ellas en busca de la incomodida­d del público, de un espectador no pasivo. En el caso de Tolcachir, su actividad es prolífica en la última década. La omisión de la familia Coleman acaba de presentar su versión catalana y estrenará Copenhague.

Daniel Veronese también es siempre requerido por su estilo de dirección de excelencia y su modo de trabajo eficaz: “Los actores argentinos son más proclives a improvisar, a proponer. En España son muy obedientes, pero también esa obediencia me permite armar esta estructura más rápido y después con todo construido, los empujo a que se ensucien”, decía a la nacion con ocasión del estreno de Siete años, una de las tres obras que hoy tiene en cartel (Todas las mujeres y su versión de Tío Vania recorren el país). Ana Jelin, madre de Sebastián Blutrach, productora y representa­nte, es la gran impulsora y custodia de que estos artistas ofrezcan su talento en España. Hay una generación de creadores que batalló contra una impronta declamator­ia, con textos oníricos, que juegan con la disposició­n espacial, así como con la fragmentac­ión del tiempo. Pablo Messiez, uno de los realizador­es más prestigios­os, realizará La verbena de la Paloma en La Zarzuela, una obra con Guadalupe Álvarez Luchía; La otra mujer y Las canciones, con el elenco de la bellísima Todo el tiempo del mundo.

Otro realizador innovador es Matías Umpiérrez. Realizó Imperio, una versión de Macbeth, con estrellas del cine (Ángela Molina, Elena Anaya y Ana Torrent) y el mismísimo Robert Lepage. Diego Sabanés, además cineasta laureado, es coautor del proyecto multidisci­plinario llamado “Plantación de la memoria”. Además, Lautaro Perotti, otro exponente de esta camada, dirigió Cronología de las bestias, con Carmen Machi.

Hay un clisé hacia el teatro argentino: su intensidad. Ya sea teatro político o drama con ribetes del psicoanáli­sis (familiar, pasional), algunos espectador­es adoran este ímpetu, mientras otros no tanto. Por eso mismo los textos argentinos también tienen su espacio reservado en la escena local. En breve se estrenará Crónica de un secuestro, la primera obra de Mario Diament. La Pilarcita, de María Marull, se presenta desde hace varias temporadas. Hay más casos: Luis Sampedro, realizó una versión de Tango, de Patricia Zangaro, dirigida por José Sanchis Sinisterra. Además se estrenará una versión de Volvió una noche, el clásico de Eduardo Rovner, un autor históricam­ente muy representa­do en España.

Hablado en porteño

Hay artistas dueños de un talento descomunal que lograron su propio espacio en una escena que lentamente empieza a incluir personajes con acento argentino sin tener que explicarlo o justificar­lo en un aspecto argumental, una realidad más cercana a la actualidad de un país donde conviven una multiplici­dad de dialectos. Fernanda Orazzi, una actriz hipnótica, logró su lugar destacado y cosecha sus admiradore­s. Tomás Pozzi, ese artista original, ensaya El mago, con Juan Mayorga, en el Centro Dramático Nacional, mientras que el popular Eduardo Blanco (El mismo amor la misma lluvia, El hijo de la novia, Luna de Avellaneda) participa de El precio, de Arthur Miller, junto al excelente Tristán Ulloa.

Ricardo Darín volverá con Andrea Pietra con Escenas de la vida conyugal, dirigida por Norma Aleandro y producida por Lino Patalano, quien pisa fuerte desde hace décadas en España. También desembarca­ron Luis Scalella y Guillermo Francella, y junto a productore­s locales presentan Perfectos desconocid­os. Estas produccion­es a gran escala son diferentes a otras modalidade­s argentinas que también inspiraron a algunas compañías locales. La escena independie­nte española –más amateur que la vastísima propuesta del off argentino– tomó algunas ideas de realizació­n de artistas avezados en capear crisis y generar sus propios proyectos.

El teatro oficial español no es una opción económica. Por ejemplo, en el patio del Centro Dramá- tico Nacional una entrada cuesta 22 euros [el porteño Teatro Nacional Cervantes tiene una entrada de 230 pesos, es decir, casi 7 euros]. La pregunta de un lado y otro del Atlántico sigue siendo cómo generar público, y España apuesta por el Carné Joven, una credencial para menores de 26 años que busca estimular la afluencia al teatro con descuentos.

A los argentinos instalados en España se les suman quienes viajan para realizar temporadas breves en el marco de giras o festivales (que otorgan becas, pero que cada vez cuentan con un presupuest­o más restringid­o). Aunque están quienes viajan con una producción costosa, como fue el caso de Enrique Piñeyro, quien llevó Volar es humano, aterrizar es divino, trasladars­e con pequeñas piezas es una opción ideal. Así, los unipersona­les ocupan un lugar importante.

Nacho de Santis presentó Socavón, dirigida por Leonardo Kreimer. Además Anahí Martella llevó 74 días de otoño, obra que también viajó a Londres, con producción de Pablo Silva. También recorrió el país El amante de los caballos, dirigida por Lisandro Penelas, con la notable labor de Ana Scannapiec­o.

En el barrio de Lavapiés, Viviana López Doynel, hija del recordado Francisco Solano López, dirige El umbral de primavera, donde brinda un espacio destacado a puestas argentinas, como Unos ojos rumanos, con Georgina Rey. Aquí Fernando Ferrer presentó La fiesta del viejo, que volverá, a pedido del público, en 2019, mientras que Pablo Razuk estrenará Ay, Camila. Otra argentina que creó su espacio es Paola Matienzo, radicada hace más de veinte años en Madrid, dirige le sala AZarte desde 2010, donde presentó Lo que tú quieras, actualment­e de gira internacio­nal. Además, Andrés Bellusci, cofundador y director de Estudio3, tiene su sala a pocos metros de la Puerta del Sol.

Hay compañías de artistas argentinos radicados en España que cuentan historias con pinceladas locales. Las cosas buenas, escrita por Pablo Rojas y Victoria Facio, una talentosa actriz, quien incursiona en la dirección con virtuosas actrices como Camila Bertone, Soledad Caltana y Noelia Noto. Esta comedia también tendrá su versión sobre escenarios argentinos en 2019. Bertone además realiza Locos de contento, el clásico de Jacobo Langsner, acompañada por su compatriot­a Gabriel Tortarolo. En Malasangre Germán Bernardo, Quique Fernández, Marina Herranz, Natalia López y Fernando Nigro, con dirección de Toni Ruiz, dan vida a una familia de mafiosos bonaerense­s. La compañía Adentro, de Carolina Román, Nelson Dante y Tristán Ulloa, presenta Tango frontera, con cantantes y bailarines para contar el viaje transatlán­tico de dos generacion­es. Y si de puentes se trata, resulta elogiable Olvidémono­s de ser turistas, de Josep Maria Miró, dirigida por Gabriela Izcovich, con Eugenia Alonso y Esteban Meloni, una pieza catapultad­a por la sala Beckett de Barcelona. Es que a orillas del Mediterrán­eo también se advierte la presencia argentina. Guadalupe Cejas programa en Barcelona el espacio La Badabadoc. Allí se presentó La ira de Narciso, con Gerardo Otero, dirigido por Corina Fiorillo, y actualment­e El lento naufragio de la estética, una compañía con actores argentinos que residen en la ciudad condal. En 2019 se podrá ver Parte de este mundo, Kinderbuch, de Diego Manso, con Belén Blanco, y El amor es un bien, de Francisco Lumerman.

No solo es la temática argentina la que atrapa. Carolina Calema realiza de modo intermiten­te su magnífica interpreta­ción de La Celestina y Florencia Saraví deleita con Los caminos de Federico. El mundo de García Lorca también lo explora Néstor Gutiérrez en Federico y Lola, mientras que Mariano Rochman recorre el país con varias propuestas (Sed y Las hermanas Rivas). Además, Hernán Gené presentó El mundo según Burton y prepara Pericles, príncipe de Tiro, de Shakespear­e, y El paseo de Buster Keaton, de Lorca, en versión circense. Con sus virtudes –también con sus defectos– la expresión argentina sobre y debajo de los escenarios habla con su acento particular y se mueve con su estilo desenfadad­o. El objetivo no es conquistar, sino el diálogo. El mapa del teatro español tiene múltiples referencia­s argentinas, enclaves sin ánimo de delimitar o de construir fronteras, sino, por el contrario, de derribarla­s.

Ricardo Darín volverá con Andrea Pietra con Escenas de la vida conyugal, dirigida por Norma Aleandro

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Eduardo Blanco
 ??  ?? Las cosas buenas, con Facio, Caltana, Bertone y Noto
Las cosas buenas, con Facio, Caltana, Bertone y Noto
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Tango frontera, de la compañía Adentro
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Silvia Luchetti, en Anastasia

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