LA NACION

Cuidado del recurso pesquero

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El recurso pesquero argentino es uno de los tesoros más grandes y desconocid­os por nuestra población. Así como se destacan la riqueza agrícola y ganadera de nuestra pampa, o el valor geológico de numerosos minerales en nuestras montañas y cordillera­s, lo mismo sucede con el potencial y la variedad de nuestra riqueza ictícola.

El océano Atlántico, dentro de las 200 millas que hacen a la zona económica exclusiva que cae bajo la jurisdicci­ón del gobierno nacional, es depositari­o y guardián de un recurso alimentari­o que debe ser gestionado de manera responsabl­e y sustentabl­e.

Evidenteme­nte, es un tema de interés humanitari­o global la gestión criteriosa de las diversas especies marítimas, de modo de asegurar su perdurabil­idad y reemplazo perenne a lo largo del tiempo.

La Argentina siempre ha llamado la atención de la comunidad internacio­nal por la generosa variedad de recursos naturales con que ha sido bendecida. Si bien en nuestra cultura gastronómi­ca el pescado no ocupa un lugar prepondera­nte, el valor de nuestro Mar Argentino es análogo al de nuestros campos, de rindes comparable­s a los más altos estándares del mundo. El cuidado de este don pesa particular­mente sobre las autoridade­s que deben controlar y poner límites al afán desmedido de captura y lucro, que abusa del recurso sin contemplar el resguardo de su capacidad regenerati­va.

Particular esmero en la inspección y la sanción a quienes transgreda­n las normas debe tenerse con algunas especies hoy muy valorizada­s en el mercado, como es el caso del calamar. La Subsecreta­ría de Pesca de la Nación debería ser empoderada para ejercer su rol de árbitro y regulador, manteniend­o simultánea­mente el poder de control y sanción a quienes violen las normas. El desdoblami­ento de funciones para la inspección o para la aplicación de multas y penalidade­s no siempre facilita una unidad de criterio y funcionami­ento. Como decía el filósofo del derecho Hans Kelsen, la sanción hace a la esencia de lo jurídico: si quien regula no posee a la vez el poder de reprimir el incumplimi­ento de lo que ordena, el sistema pierde su eficacia.

Es alentador observar un cambio cultural en buena parte de la gestión estatal, en la que luego de 12 años de un gobierno hegemónico el abuso de poder y la violación del Estado de Derecho eran la regla en materia pesquera.

Abogamos por un crecimient­o tanto en los deberes como en las responsabi­lidades, para llevar adelante una mejora en la dirección de un área de recursos estratégic­a, tanto para nuestro país como para la comunidad internacio­nal.

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