LA NACION

Trump lleva su pelea con la prensa a un punto límite

La decisión de revocar la credencial de un periodista de la CNN tras una discusión con el presidente generó alarma y llamados para defender la libertad de expresión

- Rafael Mathus Ruiz CORRESPONS­AL EN EE.UU.

La decisión de revocar la credencial de un periodista de la CNN generó alarma.

WASHINGTON.– Un crudo choque entre el presidente Donald Trump y el correspons­al jefe de la cadena CNN en la Casa Blanca, Jim Acosta, abrió una fuerte disputa que hizo escalar la tensión entre la prensa y el gobierno norteameri­cano y generó alarma y llamados en defensa de la libertad de expresión en Estados Unidos.

El mandatario republican­o revocó anteanoche la credencial de prensa de Acosta, una medida inédita que, en los hechos, le prohíbe el ingreso a la Casa Blanca.

Acosta fue uno de los primeros periodista­s que anteayer tomaron el micrófono en la tensa conferenci­a de prensa de Trump en la Casa Blanca luego de las elecciones legislativ­as, que le asestaron un revés al oficialism­o. Acosta tocó dos temas espinosos: le dijo a Trump que quería “desafiar” su caracteriz­ación de la caravana de migrantes durante la campaña como una “invasión” al país y le preguntó por la investigac­ión sobre el Rusiagate, que el mandatario tildó de “farsa” y “cacería de brujas”.

“Honestamen­te, creo que deberías dejarme a mí conducir el país. Vos conducí CNN”, respondió Trump.

Durante el cruce, una pasante intentó quitarle varias veces el micrófono al periodista. Acosta se resistió e insistió en sus preguntas, pero al final cedió. Trump lo tildó de una “persona terrible” y “grosera”. La Casa Blanca suspendió la credencial de Acosta “hasta nuevo aviso”, con el argumento –falso– de “poner sus manos” sobre la pasante para impedir que le quitara el micrófono.

“Esta decisión sin precedente­s es una amenaza para nuestra demo- cracia y el país merece algo mejor. Jim Acosta tiene todo nuestro apoyo”, afirmó CNN en un comunicado.

En tanto, la vocera presidenci­al, Sarah Sanders, difundió en Twitter un video editado para mostrar un roce más agresivo entre Acosta y la pasante. “El hecho de que la CNN esté orgullosa de la forma en que se comportaro­n sus empleados no solo es asqueroso, sino que es un ejemplo de su indignante desprecio por todos los que trabajan en esta administra­ción, incluidas las mujeres jóvenes”, respondió Sanders.

La Asociación de Correspons­ales de la Casa Blanca exigió al gobierno de Trump dar marcha atrás y “objetó fuertement­e” la táctica de utilizar las credencial­es “para castigar a un periodista con quien tiene una relación difícil”. La Unión Americana de Libertades Civiles (ACLU, según sus siglas en inglés), paladín de la defensa de la libertad de expresión, dijo que era “inaceptabl­e” que el presidente expulsara a un periodista “por hacer su trabajo agresivame­nte”. Y The New York Times expresó en un editorial que ningún presidente había ido tan lejos como Trump (ver página 3).

La presidenta de la Sociedad Interameri­cana de Prensa (SIP), María Elvira Domínguez, definió la maniobra como un acto de “censura”, contrario a la libertad de prensa, que denota una “medida desproporc­ionada” de la Casa Blanca.

“Nos preocupa que ante preguntas incómodas este tipo de medidas se tornen una norma y así se implemente­n en contra de más periodista­s”, subrayó Domínguez, directora del diario El País, de Cali.

La prensa afín al presidente, por el contrario, defendió la decisión. Hubo también críticas a Acosta por el tono que usó al hacer sus preguntas y, también, por la atención mediática que tuvo el cruce.

“Si un periodista conservado­r se comportara así, forcejeand­o por el micrófono con una ayudante, haciendo que todo fuera sobre sí mismo, la indignació­n colectiva de los medios sería muy fuerte”, dijo Laura Ingraham, aliada de Trump y comentaris­ta de Fox News.

A la par de esos rechazos y apoyos, hubo voces que también advirtiero­n que el presidente busca la pelea con la prensa porque lo beneficia. Jay Rosen, profesor de periodismo de la Universida­d de Nueva York, dijo que la Casa Blanca está “encantada” de que los periodista­s aparezcan para cubrir y hacer preguntas, porque “usar a los periodista­s como objetos de odio es básicament­e como Trump mantiene su poder”.

“Un sorprenden­te número de periodista­s estadounid­enses parece más entusiasma­do con las credencial­es de prensa de Acosta que el reemplazo de Trump del fiscal general Jeff Sessions”, escribió en Twitter Ian Bremmer, presidente del think tank Eurasia Group, al referirse a que acaparó las tapas de los diarios tradiciona­les. “Envía un mensaje fuerte al presidente”, agregó.

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Trump asistió ayer a la ceremonia de investidur­a de Kavanaugh como juez de la Corte Suprema

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