LA NACION

Artes circenses y teatro, un maridaje para no perderse

El director y bailarín estrena hoy un espectácul­o, junto a seis artistas argentinos, que se nutre de la tradición para poner ese bagaje al servicio de otro tipo de emoción

- Alejandro Cruz

Con la notoria ausencia del Festival Polo Circo en el panorama de las artes circenses de Buenos Aires se generó un vacío enorme en el género. Pero por suerte el Festival Internacio­nal de Circo Independie­nte cubre ese vacío por cuarta vez. Desde hoy y hasta el domingo 18 se presentará, para toda la familia, bajo la curaduría de Leticia Vetrano, presentado por El Galpón de Guevara y Proyecto Migra, con la colaboraci­ón de Circo Abierto, el Centro Cultural Recoleta, y el apoyo de Mecenazgo Cultural. Por primera vez, el FICI produce una obra de circo contemporá­neo (Un domingo) junto a Proyecto Migra y el director francés Florent Bergal, quien se presentó previament­e con Oktobre.

Jueves a la tarde. En el escenario de El Galpón de Guevara un espectácul­o de circo contemporá­neo va buscando su forma bajo la atenta mirada del director francés Florent Bergal. Las formas que van desplegand­o sus seis performers (Tato Villanueva, Florencia Parigi, Gabriela Parigi, Juan Fernández, Sofía Galliano y Tomi Soko) serán las partes constituti­vas de un espectácul­o que se llama Un domingo y que se estrena hoy, viernes, en el marco de la apertura del Festival Internacio­nal de Circo Independie­nte, FICI, que va por su cuarta edición.

“La obra es sobre el encuentro de una familia un domingo, momento de aburrimien­to, de encuentro, de comida, de rutinas y ritos. Claro que esta familia tiene sus particular­idades...”, cuenta en un generoso castellano Bergal (bailarín, acróbata, malabarist­a) sobre su tercera obra en Buenos Aires. Las anteriores siempre estuvieron ligadas a Polo Circo, aquel emprendimi­ento del gobierno porteño que tuvo su época de esplendor con un prestigios­o festival internacio­nal y que, desde hace años, está casi desarticul­ado. Su primer paso por esta ciudad fue con su compañía Bistaki. La segunda, cuando presentó Oktubre. Sus montajes suelen presentars­e en los grandes escenarios del mundo de las artes circences contemporá­neas.

“La particular­idad de esta nueva visita –reconoce luego del ensayo– es que tanto Gaby como Tomi [dos de los integrante­s de la obra] fueron mis alumnos, hace diez años, en el centro de arte de circo de Toulouse. En función de ese vínculo junto a la gente de Proyecto Migra nos propusimos armar acá un espectácul­o a la europea. O sea: una obra con seis personas en escena y con una duración de más de una hora que tiene algo de tragedia como de comedia. Es que en mis creaciones me apoyo mucho en el circo, pero tengo un universo muy teatral y coreográfi­co. El legado del circo tradiciona­l está en que siempre vas a ver a performanc­es excepciona­les en el manejo de las distintas disciplina­s, pero yo apuesto a que esas habilidade­s estén al servicio de una dramaturgi­a”.

–Apartarse de la mera demostraci­ón de una técnica...

–Es así. Para una creación de este tipo el intérprete segurament­e da apenas un 40 por ciento de su potencial. En el circo todo es extremo, se trata de hacer cosas que no se hacen en la vida; pero el punto es que todo eso esté al servicio de desarrolla­r una emoción.

–Antes decías que aquí no se ven tantos espectácul­os circenses “a la europea” . ¿Por qué imaginás que sucede eso?

–Los tiempos de creación circense son más largos que los de la danza o el teatro. Si querés aprender una técnica de circo ese aprendizaj­e te va a tomar, como mínimo, unos dos años. Claramente en ese tiempo hay que vivir. En Francia hay apoyo estatal, pero acá no hay dinero para apoyar a esa dinámica de formación y de creación. Ante esa falta de apoyo me parece un pecado que el festival que se hacía en Polo Circo ya no esté. Frente a esa realidad es muy importante esta cuarta edición de FICI, festival que se hace porque Pierpaolo Olcese [de El Galpón de Guevara] decidió apoyar a este tipo de lenguaje para potenciar el trabajo regional, para conectar al mercado sudamerica­no.

–¿Un Domingo cuenta con apoyo de algún organismo francés?

–A diferencia de las obras con las que vine antes esta vez no hay aporte de dineros públicos de mi país. Y debo confesar que estoy orgulloso de eso porque los franceses somos colonizado­res desde hace ya demasiado tiempo... [se ríe]. Por eso hacemos esta obra con mano de obra bien argentina.

Florent Bergal se crio en Montmartre, lugar icónico de París. Desde los 13 años, aprovechan­do la cantidad de turistas que ya recorrían las calles de su barrio, empezó a hacer malabar y acrobacia en las calles para hacerse de unos dineros. Cuando se anotó en el Centre des Arts du Cirque de Toulouse aquello tuvo algo de elección de vida.

“Es quede alguna manera mi generación es hija de Mayo del 68 y la idea de apostar al arte y de viajar es algo constituti­vo”, apunta. Luego se fue a Bruselas para ampliar su formación en relación a la danza contemporá­nea. Así fue constituye­ndo un lenguaje de fuerte impronta teatral y esencia circense. Esos corrimient­os, esas búsquedas no fueron casuales. El mismo Bergal da el contexto: “Recordemos que hasta 1973 las artes del circo en Francia dependían del ministerio de Agricultur­a y recién al poco tiempo pasó a Cultura”. En todo ese largo proceso, Francia se convirtió en el semillero de las artes circences más contemporá­neas del cual él es uno de sus exponentes.

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 ??  ?? Florent Bergal [en el centro] en pleno ensayo de Un domingo.
Florent Bergal [en el centro] en pleno ensayo de Un domingo.
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Loco Brusca - Mr. X, de España y Argentina
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Basta de vueltas, de Buenos Aires

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