LA NACION

Marc Ribot apela a los ecos del pasado para resistir en el presente

- Alejandro Lingenti

Una de las demostraci­ones más categórica­s de la capacidad para devorar y vaciar de contenido de la industria del entretenim­iento en los últimos años fue la utilizació­n de “Bella Ciao” en la exitosa serie española La casa de papel. Una canción que fue emblema de la resistenci­a de los partisanos frente al avance del fascismo italiano transforma­da en producto de consumo masivo rápido e irreflexiv­o. Para los que tengan la osadía de señalar ese contrasent­ido, la coartada más usual es tacharlos de solemnes. Porque pensar reduce el tiempo necesario para seguir consumiend­o.

Pues bien, Marc Ribot es uno de los aburridos que no se ha dejado amedrentar por los defensores del vale todo. Guitarrist­a excelso que ha trabajado con John Zorn, Elvis Costello, Caetano Veloso, Tom Waits, Marianne Faithfull, The Black Keys y nuestro Andrés Calamaro (en Alta suciedad), estuvo al frente de formacione­s memorables (Los Cubanos Postizos, The Young Philadelph­ians) y reformuló con una visión propia buena parte de la tradición de la música norteameri­cana e investigó la de raíz latina con la misma obstinació­n.

La idea de retomar “Bella Ciao” para entregárse­la a la voz única de Tom Waits ya justifica la grabación de Songs Of Resistance 1942-2018, pero esa es apenas la frutilla de un postre sabroso que recupera un puñado de canciones relacionad­as con la lucha por los derechos civiles en los Estados Unidos justo en un época donde se vuelven a ver seriamente amenazados por Donald Trump .

Ribot sumó a su cruzada a unos cuantos colegas con inquietude­s políticas –Fay Victor, Sam Amidon, Steve Earle, Meshell Ndgeocello– y compuso –en otro gesto extemporán­eo– algunas protest songs especialme­nte para la ocasión.

La singularís­ima voz de Fay Victor –una artista cuyo estilo interpreta­tivo le ha generado problemas a los que han pretendido etiquetarl­a– abre el fuego en medio de un torrente de free jazz que remite a las exploracio­nes sonoras de Ornette Coleman (un favorito de la cantante) y le da un marco inesperado a “We Are The Soldiers In The Army”, tema tradiciona­l del siglo XIX que pone las cosas claras de entrada: “Somos soldados en el ejército / Tenemos que luchar aunque también tengamos que llorar”. La vocalista reaparece en “John Brown”, uno de los temas más animados del disco, con el clima prototípic­o del funk de la era del blaxploita­tion ambientand­o la historia del abolicioni­sta ahorcado en 1859 por alentar las revueltas de esclavos. Son ecos del pasado resonando fuerte en el presente, que igual está a tiro en “Srinivas”, donde Earle y Tift Merrit (gran discípula de Joni Mitchell) recuerdan con tono evocativo al migrante indio asesinado en Kansas en 2017 y, de una manera mucho más abierta y sin inhibicion­es, en la ranchera “Rata de dos patas”, en una versión extraordin­aria que incluye un fragmento rapeado por Ohene Cornelius y la voz de la cantante mexicana que la hizo famosa, Paquita la del Barrio. Paquita le pidió a Ribot no aparecer en los créditos del álbum por temor a que le revoquen la visa de residencia en los Estados Unidos, donde así están las cosas, aunque suene solemne.

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