LA NACION

La Containera, el flamante barrio de la villa 31

Durante este mes termina la mudanza de los vecinos de Cristo Obrero, por donde pasará la nueva traza de la autopista Illia; cuenta con paneles solares para la energía de espacios comunes y pasillos

- Mauricio Giambartol­omei

Parece un render, pero no lo es. Todo es nuevo, incluso sus habitantes, que empezaron a mudarse a los complejos que se levantan en el viejo predio de contenedor­es de la villa 31. La Containera, como lo bautizaron, es el barrio más joven de la ciudad. Queda cerca de Recoleta y del centro. A fin de mes termina la mudanza de las 110 familias que vivieron durante años en Cristo Obrero, donde se levantará la nueva traza de la Illia.

El sol pega fuerte y la temperatur­a se eleva en la cancha de cemento en el medio de los cinco edificios que, vistos desde una terraza, forman una V. El calor no es un obstáculo para el grupo de chicas, adolescent­es, que todos los viernes terminan ahí la jornada de debate sobre los derechos de la mujer. Corren detrás de la pelota de fútbol, algunas con pecheras naranjas, mientras los vecinos se protegen en cada porción de sombra que encuentran.

“Quedó un poco en falsa escuadra”, se lamenta alguien del barrio. “La cancha de fútbol se instaló después que llegaron las familias”, agrega viendo las líneas desparejas. Es un detalle menor que no contrasta con lo que se ve alrededor: 110 viviendas nuevas, diez locales comerciale­s, juegos para niños y una comunidad naciente en un predio donde hasta hace pocos años se utilizaba como depósito de contenedor­es y aguantader­o de delincuent­es.

Se trata de uno de los sectores más relegados de la villa 31, aunque desde hace un año, quizá de los más codiciados, en uno de los extremos del macizo de viviendas cerca del peaje de la autopista Illia y también, de una de las zonas más caras de Buenos Aires, Barrio Parque, a pocos minutos del centro de la ciudad y de las vías de acceso.

Apenas al pasar las cabinas de peaje, en sentido hacia el centro, pueden observarse los techos de esos edificios dotados de paneles solares que generan energía utilizada para alimentar los espacios comunes como las escaleras y los paliers. Se construyer­on en el sector conocido como La Containera donde se apilaban los contenedor­es en desuso.

Los destinatar­ios de esas viviendas son los habitantes de Cristo Obrero, uno de los barrios de la villa 31, que estaban asentados donde pasará la nueva traza de la Illia. Las casas donde vivían antes se demolieron y en su lugar se fueron colocando las bases de hormigón donde se asentarán los tramos de la autopista.

El proceso de relocaliza­ción comenzó en noviembre de 2017 con el traslado de 38 familias. En octubre pasado se inició la segunda etapa que finalizará durante este mes con la entrega del resto de las viviendas.

“Es una casota, no una casa. Tiene tres habitacion­es más un local donde puse una mercería; es lo que hacía antes Cristo Obrero, pero no tenía local, vendía ‘al voleo’. El local lo abro a las seis cuando vuelvo con los chicos de la escuela”, cuenta Romina Cardozo, que durante ocho años vivió junto a sus cuatro hijos y su pareja cerca de los contenedor­es. “Era un lugar muy oscuro, peligroso, porque nos robaban muy seguido, no teníamos cómo escapar. Ahora estamos felices, nos cambió la vida”, sostiene.

Un ambiente que se inundaba los días de lluvia, con un placard que separaba la única habitación de la cocina y el baño, en planta alta y con único acceso por una escalera de madera. Así vivieron Romina y sus hijos durante cuatro años. “Cuando me dijeron ‘esas son las habitacion­es’ me bajó la presión y lloré. Es un sueño tener una casa nueva, algo que siempre deseamos tener, más habitacion­es para estar cómodos”, dice.

Cada familia propietari­a comenzará a pagar por las viviendas a medida que reciban las escrituras. Mientras tanto ya fueron relocaliza­das por la Secretaría de Integració­n Social y Urbana que está construyen­do otras 1200 viviendas en un playón que pertenecía a YPF y donde también se edifica la nueva sede del Ministerio de Educación de la ciudad. Esas unidades serán para las familias que viven bajo la actual Illia.

Mientras tanto, en la Legislatur­a porteña se debate un código de obligacion­es que se aplicará sobre los complejos de viviendas. El mantenimie­nto de los espacios comunes está a cargo de cada consorcio de los edificios, pero aún no están definidas otras responsabi­lidades que tendrán los nuevos propietari­os. Por ejemplo, si pueden vender o no sus viviendas.

La Containera se ubica cerca de Recoleta, uno de los barrios porteños más exclusivos. Está cerca de donde se construirá el puente que unirá la villa 31 con Recoleta, a la altura de la Facultad de Derecho de la Universida­d de Buenos Aires (UBA) y el Centro de Exposicion­es, donde se instalará el edificio del Banco Interameri­cano de Desarrollo (BID), a pocos minutos del Obelisco y de vías de acceso a la ciudad.

Estas caracterís­ticas, ¿le dan mayor valor a las propiedade­s nuevas? “Segurament­e se revaloriza­n porque son buenas, están bien hechas y con escrituras. Eso las pone varios escalones por encima de las casas donde las familias vivían antes, aunque no llegan a competir con las propiedade­s del mercado en esa zona. Es un intermedio entre las viejas casillas y las viviendas del resto de la ciudad”, responde Miguel Ludmer, titular de Interwin Marketing Inmobiliar­io.

Para Ludmer, el valor de la tierra sí se puede comparar con los de la zona que, según el sitio especializ­ado Reporte Inmobiliar­io, va de los 3100 a los 3600 dólares por metro cuadrado. “Si algún desarrolla­dor inmobiliar­io se le ocurre comprar las 110 viviendas, algo muy difícil que ocurra, el terreno se convierte en muy valioso porque la zona es buena. La tierra vale en función de lo que puedas poner arriba”, agrega.

Cada grupo familiar decidió en qué complejo de edificios vivir: con techos verdes o con azules. Valeria Barrientos, a diferencia de Romina, prefirió los verdes para instalarse con su marido, Mario, y sus hijos, Ceraso, Ludmila, Axel, Melany y Benjamín. El living comedor es tan amplio que el perro, Thiago, corre hasta cansarse. En las paredes aún cuelgan los restos de un cumplea-

El mantenimie­nto de los espacios comunes está a cargo de cada consorcio

Cada grupo familiar decidió en qué complejo de edificio vivir

ños: una guirnalda con los colores de Boca. “El Pipa Benedetto estuvo acá. Le trajo regalos a mis hijos, pelota de fútbol, ropa y calzado que juntaron entre el resto de los jugadores. Estaba contento el Pipa”, dice la mujer al borde del llanto. ¿Cómo llegó el delantero de Boca a la villa 31? A través de la fundación Boca Social ya que Axel solía ir seguido al club cuando vivían en el barrio.

Valeria y su familia habitaban un conventill­o que se prendió fuego y cuando se quedaron sin techo y se instalaron en Cristo Obrero. “Los chicos se enfermaban, queríamos salir de ahí porque se agarraban a tiros todos los días, nos teníamos que tirar al piso. Mis hijos conocieron a tres personas que mataron a la vuelta de casa, era una zona peligrosa. La peleamos, la sufrimos, pero acá estamos, agradecido­s y felices por lo que nos tocó”, dice la mujer.

En uno de los extremos de La Containera quedan algunos contenedor­es olvidados entre las bases de lo que será la nueva Illia que, además, marcará los límites de la villa 31. Los vehículos pasarán cerca de dos edificios educativos: un jardín de infantes y un Centro de Formación Profesiona­l para Adultos.

La actividad en ambos lugares comenzará en marzo próximo, aunque los adultos tendrán la posibilida­d de contar con talleres y cursos durante el verano.

Según Javier Tarulla, subsecreta­rio de Carrera Docente del Ministerio de Educación de la ciudad, en el centro de formación se realizarán cursos de telecomuni­cación, energía renovable y técnicas audiovisua­les, “porque la política de formación es reconverti­r los oficios tradiciona­les en oficios del futuro”.

Los vecinos del barrio también tendrán a disposició­n las actividade­s formativas del Centro de Desarrollo Emprendedo­r (Cedel), el segundo de la villa 31. La primera de las sedes, que también cuenta con una oficina usada por el jefe del gobierno, Horacio Rodríguez Larreta, está en el Galpón de Tarzán, un búnker narco que fue demolido. Allí forman emprendedo­res y funciona una bolsa de empleo que ya le dio trabajo a 500 personas en empresas de seguridad, maestranza y supermerca­dos.

Los nuevos departamen­tos tienen hasta tres habitacion­es y algunos pocos cuentan, además, con un local comercial. Los valores de las propiedade­s no fueron informadas por la Secretaría de Integració­n Social y Urbana, ante la consulta de la

nacion. Pero se sabe que los propietari­os deberán pagarlas mediante créditos hipotecari­os, segurament­e a través del Banco Ciudad, como ocurrió en otros casos de urbanizaci­ón, por ejemplo, en la villa 20.

Los montos de las cuotas a pagar variarán en función de la situación de tenencia declarada de los propietari­os y la cantidad de metros cuadrados de la vivienda. Además no podrán superar el 20% de los ingresos totales de las familias. La financiaci­ón de los préstamos es parte de la discusión que se dará en la Legislatur­a porteña, aunque se estima que serán a 30 años.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina