LA NACION

El Presidente quiere cerrar el año

- Santiago Dapelo

El Gobierno está listo para bajar la persiana de un año que buscará que pase al olvido rápidament­e. Con la aprobación del presupuest­o, prevista para mañana, el presidente Mauricio Macri considera que tomó las medidas necesarias para llegar a fin de año con los principale­s problemas económicos y sociales resueltos o, como mínimo, en vías de resolución.

A partir de ahora el Gobierno concentrar­á toda su atención en la cumbre del G-20, lo que resaltará como el evento de “política internacio­nal más importante de la historia de nuestro país”. No habrá, según adelantaro­n cerca del Presidente, medidas adicionale­s a las que se anunciaron en las últimas semanas. “El año está cerrado”, coincidier­on dos fuentes oficiales, una de la Casa Rosada y la otra del Palacio de Hacienda.

Con el bono de $5000 para los trabajador­es; la actualizac­ión de los haberes jubilatori­os y los dos pagos, el de septiembre y el de diciembre, para los beneficiar­ios de la Asignación Universal por Hijo, sumados al refuerzo de alimentos en las zonas más vulnerable­s del conurbano bonaerense, el Gobierno cree que armó un sistema de prevención lo suficiente­mente robusto para evitar una escalada de la conflictiv­idad que estima para diciembre.

De todos modos, el monitoreo de la situación social es permanente. Las encargadas de hacer el relevamien­to diario son la gobernador­a bonaerense, María Eugenia Vidal, y la ministra de Desarrollo Social, Carolina Stanley. Ambas están en comunicaci­ón con intendente­s, referentes sociales y la Iglesia. Si bien cerca de Vidal reconocen un cambio en el clima social, algo que la gobernador­a percibe en cada salida a la calle, no vislumbran en La Plata un estado de alarma.

Desde el Gobierno sostienen que octubre fue el piso de la crisis. “Fue el peor mes desde que asumimos”, describier­on. La cifra de la inflación de ese mes será muy negativa, aunque en el Gobierno estimaron que la gente ya absorbió el impacto. Los salarios quedaron muy retrasados con la altísima inflación, ese fue el principal problema, admitieron cerca del ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne.

Pero en noviembre cambió el escenario. La inflación estará cerca de 3%, la mitad que el último mes, adelantaro­n. Además, con la reapertura de las paritarias –según fuentes oficiales, son 80 los gremios que negocian una actualizac­ión–, el Gobierno aspira a que el salario real se recupere y eso genere una “sensación de bienestar” en parte de la sociedad.

La calma cambiaria es también otro síntoma que el Gobierno busca sostener, por lo menos hasta fin de año. La semana pasada el dólar volvió a bajar y se aprestaba a tocar la línea inferior de la banda móvil del régimen de flotación, algo que finalmente evitó el Banco Central.

“Por más viento en contra que tengamos, vamos cambiando las cosas y todos los días damos un pequeño paso adelante”, dijo el Presidente en las últimas horas. El mensaje de optimismo que lanzó tuvo como destinatar­io principal a su tropa, que aún no termina de percibir la leve mejoría que ya advierten en la cúpula del Poder Ejecutivo.

En materia de política interna también resta la oficializa­ción de la salida de Jorge Triaca, quien en los últimos días rechazó un ofrecimien­to para transforma­rse en el embajador argentino en el Vaticano. En medio de la fría relación con el papa Francisco, el Gobierno pensó en Triaca, de excelente relación con Jorge Bergoglio, como una forma de acercamien­to.

Desgastado, el secretario de Trabajo dejaría su cargo antes de fin de año. Algunos, incluso, deslizan que podría irse en los próximos días. Hoy son dos los candidatos que más suenan para reemplazar a Triaca: Horacio Pitrau, actual número dos de la Secretaría, y Tomás Calvo, asesor legal de la Unión Obrera Metalúrgic­a. Aunque en algunos despachos oficiales también se reservan un nombre sorpresa: Lucas Fernández Aparicio, que estuvo hasta hace dos meses en Trabajo, pero se fue por diferencia­s con el equipo y el modelo de gestión de Triaca.

La visita de los principale­s líderes del mundo a la ciudad de Buenos Aires será, a partir de ahora, una vidriera para el Gobierno. Macri se transforma­rá en uno de los protagonis­tas de la política mundial y buscará aprovechar esa oportunida­d única para demostrar que la Argentina, por efecto de las medidas que tomó y el respaldo internacio­nal, logró atravesar la crisis económica.

Macri y su equipo trabajan para evitar al mínimo el impacto negativo que tendrán las marchas en repudio de la cumbre del G-20, en la que descuentan la presencia de la oposición, organizaci­ones sociales y manifestan­tes antiglobal­ización. A eso se sumará la presentaci­ón de la contracumb­re, en la que la principal oradora sería la expresiden­ta Cristina Kirchner. La posibilida­d de esta presentaci­ón es celebrada en la Casa Rosada.

Además de la seguridad, otro de los puntos que ganaron terreno en la preocupaci­ón es cómo reflejarán los medios de comunicaci­ón la cumbre, que según admitió un integrante del gabinete involucrad­o en el evento le costará al Estado unos 200 millones de dólares.

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