Jóvenes emprendedores
En un país que requiere adaptarse a los cambios en el mundo del trabajo, es destacable todo proyecto que apunte a incentivar el emprendedurismo. Especialmente, cuando los estímulos están dirigidos a despertar la conciencia de los más jóvenes sobre la importancia de desarrollar un plan de negocios tendiente a mejorar la calidad de vida de las personas.
Merece mencionarse por tal motivo la realización de la tercera edición de “Mi primera empresa”, un concurso de planes de negocios destinado a jóvenes de 16 a 20 años de todo el país, puesto en marcha por BBVA Francés, con el apoyo de la Fundación Proydesa y la intervención de destacados profesionales del ámbito académico y empresarial en calidad de jurados.
Un total de 122 planes de negocios fueron remitidos este año desde 16 provincias y la ciudad de Buenos Aires para un proceso que concluyó el viernes pasado con la entrega de premios a nueve jóvenes ganadores.
El primer premio fue para Karen Estefanía Sosa, de Tunuyán, Mendoza, quien desarrolló una propuesta de negocio basada en la lombricultura, donde el abono conocido como humus de lombriz será utilizado como fertilizante y comercializado.
El segundo premio fue compartido por tres jóvenes. Verónica Acosta, de Yerba Buena, Tucumán, presentó un proyecto para producir y comercializar briquetas renovables. El cordobés Alejandro Sebastián Planel ideó una empresa enfocada en la eficiencia energética, capaz de producir generadores eléctricos y motores de alta eficiencia en bajas potencias con materiales reciclables. Virginia García Almada, de Villa Regina, Río Negro, presentó un plan para reducir el consumo y desecho de agua potable en los hogares, a través de la producción de un sistema de tanques recicladores del agua que se utiliza en las casas.
El tercer premio fue obtenido por otros cinco jóvenes: Marina Gentile, quien desarrolló un plan de estructuras modulares de ladrillos huecos de plástico; Franco Vinaccia, quien proyectó una empresa dedicada a la producción de bolsas de residuos biodegradables a partir de lentejas de agua; Agustín Flores, quien ideó juegos recreativos para ayudar física y anímicamente a personas con dificultades motrices o de aprendizaje; Bruno Ponce, quien proyectó un taller de robótica para niños de 8 a 12 años, y Lucas Vallejos Wojtuñ, quien elaboró un proyecto de producción de biodiésel a baja escala mediante la utilización de un reactor de diseño y fabricación propios, empleando como materia prima aceite vegetal recolectado en hogares y rotiserías.
Se trata de iniciativas que aportan respuestas innovadoras frente a diferentes desafíos que deben ser sin dudas alentadas.