LA NACION

“No podemos más”: la pesadilla de los argentinos que viven en kibutz

Crece el temor en las comunidade­s cercanas a la frontera con Gaza

- Paula Markous

Meirav Cohan se cansó de escuchar el ruido de las sirenas, del humo y de vivir encerrada durante dos días dentro del refugio de su casa sin poder bañarse. Ayer dejó el kibutz de Ein Hashlosha, a tres kilómetros de la Franja de Gaza, y se fue con dos de sus cuatro hijos a Guivatayim, cerca de Tel Aviv.

“No podemos más”, resume por teléfono a la nacion Meirav, de 45 años, que es hija de argentinos y consiguió a través de Facebook que una familia desconocid­a la aloje en Guivatayim. Está casada con el argentino Daniel Cohan, que tuvo que quedarse en el kibutz porque es el encargado de la parte social de esta comunidad agrícola, en la que viven 280 personas. Desde que el domingo pasado empezó la escalada de violencia entre Israel y los grupos armados palestinos de la Franja de Gaza, más de 100 personas abandonaro­n el kibutz.

Ein Hashlosha es una de las 32 comunidade­s del Consejo Regional Eshkol, en el sur de Israel, una zona que es blanco de los ataques palestinos desde Gaza. La mayoría de los 16.500 habitantes de esta zona –de los cuales el 5% son latinoamer­icanos, en su mayoría de la Argentina y Uruguay– están al alcance de los cohetes disparados desde la Franja. En total, unos 100.000 argentinos viven en Israel, la mayoría en Tel Aviv y zonas aledañas.

“Estamos en una situación de guerra y esto no es nuevo, la conocemos desde hace 18 años”, dice a la nacion el argentino Haim Jelin, que fue alcalde de Eshkol y desde 2015 es miembro del Knesset (Parlamento) por el partido de centro Yesh Atid. Jelin vive en el kibutz Beeri, a cuatro kilómetros del límite con Gaza, y cuenta que desde hace dos días duerme en el refugio de su casa. “Ayer vi cómo volaron 120 misiles sobre mi cabeza. Como estaba en el auto, tuve que frenar y esconderme en un refugio de la calle”, relata.

Cuando las sirenas suenan, la gente tiene 45 segundos para correr al refugio más cercano. Por eso hay refugios en todas partes: en las casas, las escuelas, los hospitales y los edificios públicos.

El argentino, de 60 años y que llegó a Israel en 1976, cuenta que desde hace ocho meses los habitantes que están cerca de la Franja de Gaza viven una película de terror.

“En los últimos meses 3300 hectáreas en el sur de Israel fueron quemadas por los globos incendiari­os del grupo Hamas. Además hay ataques en las fronteras, y los milicianos de Hamas quieren entrar a Israel para secuestrar soldados o ingresar en los kibutz”, explica.

El rebrote de la violencia entre Israel y Gaza empezó en marzo pasado. Los argentinos consultado­s por la nacion coincidier­on en que durante tres años, desde que terminó la última guerra entre Hamas e Israel en 2014, disfrutaro­n de un período de paz.

“Ahora vivimos como en una guerra, estamos encerrados –cuenta Daniel Cohan–. Ayer sonaron diez alarmas. También se escucha cuando Israel ataca, porque los aviones o helicópter­os vuelan sobre nuestra cabeza. Y en los últimos meses, durante los fines de semana hubo muchos incendios y una vez por semana teníamos que ir al refugio”.

Cohan llegó a Israel en los 90 y vive en el kibutz junto con su mujer y sus hijos. Fue el primero de su familia en viajar desde la Argentina, más tarde se asentaron su padre y su hermano.

Ayer, las milicias palestinas de Gaza anunciaron que acordaron un alto el fuego a pedido de Egipto (ver página 2). Sin embargo, en los kibutz reina la incertidum­bre. “No sabemos si se cumplirá la tregua, si mañana nos llegará a una orden de evacuación o si se iniciará una nueva guerra corta”, señala Cohan.

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