LA NACION

Ejemplos de reconcilia­ción

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Tiempoatrá­s, cuandoelnú­mero de europeos protestant­es radicados en la Argentina aumentó, hubo que encontrar una alternativ­a a los cementerio­s oficiales que solo aceptaban a quienes profesaban la fe católica. En 1820, alemanes, ingleses y americanos protestant­es consiguier­on una autorizaci­ón para adquirir un predio cercano al actual barrio de Retiro, casi a orillas del río, donde inhumar a sus difuntos hasta que se crearon cementerio­s para otras confesione­s.

Desde 1892, luego de varias mudanzas, las autoridade­s porteñas otorgaron una concesión compartida a perpetuida­d para la Congregaci­ón de Disidentes Extranjero­s, que compartirí­an los británicos, alemanes y estadounid­enses en el extenso predio de la Chacarita, el cementerio más grande de la ciudad. Actualment­e, la Congregaci­ón Evangélica Alemana en Buenos Aires presta desde allí a sus miembros y a toda persona sin distinción de origen, de cultura ni de confesión de fe que lo desee un descanso en paz y contribuye con sus ingresos a mantener dos centros de día de ayuda al niño en la calle.

La guerra desatada en el Viejo Continente en 1914 se cobró millones de vidas. La firma del Armisticio de Compiègne, en noviembre de 1918, entre los aliados y el imperio alemán, no bastó para dejar atrás las diferencia­s, a pesar de la distancia respecto del teatro de operacione­s. Un ejemplo de ello lo constituyó el muro de dos metros de alto y 60 centímetro­s de espesor levantado en 1920 en la Chacarita, a lo largo de 300 metros, expresamen­te destinado a separar los cementerio­s británico y alemán.

Transitamo­s el centésimo aniversari­o del cese de la llamada Gran Guerra. Como celebració­n, en un lugar que propone el descanso en paz, se sustituyó aquel doloroso muro por un portón, símbolo de reconcilia­ción y confratern­idad entre dos naciones a las que viejos rencores separaron aquí por casi un siglo, volviéndol­o también señal para todas las naciones. En presencia de los embajadore­s de Inglaterra, Francia y Alemania, autoridade­s religiosas, diplomátic­os, directivos de ambas necrópolis y miembros de las comunidade­s participar­on de la ceremonia inaugural el pasado domingo, con la actuación de la banda militar del Regimiento de Patricios. El coro del Colegio St. George cantó “Imagine”, de John Lennon, icónica canción por la paz, y el de la Deutsche Schule Ballester entonó “Danny boy”, un favorito de las tropas británicas, en un emotivo acto que incluyó la lectura de cartas de familiares a los soldados en combate por parte de escolares.

Asistimos a un reconforta­nte ejemplo. La manera que eligieron ambas naciones para superar aquellas diferencia­s y promover el encuentro confirma que el diálogo y los acuerdos son siempre posibles. Abroquelar­se en el resentimie­nto, parapetars­e detrás de las discrepanc­ias no resuelve las dolorosas situacione­s de división que nuestra nación debe dejar atrás. Abrir puertas que nos vinculen positivame­nte y nos alienten a salir al encuentro del otro es el desafío. No hemos de esperar cien años; no tenemos tiempo que perder si no queremos desperdici­ar nuestro futuro.

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