LA NACION

el mal tiempo y cómo afecta a los equipos y caballos

la puesta a punto de los animales es la principal preocupaci­ón; historias de viajes al interior para poder realizar prácticas

- Xavier Prieto Astigarrag­a

Noviembre de 2012. Como ahora, llovía mucho en Buenos Aires y alrededore­s. Y como ahora, estaba por comenzar el Campeonato Argentino Abierto. Al torneo en sí las postergaci­ones no lo afectan tanto: el predio y el personal están siempre disponible­s; lo único serio es tener que desarrolla­r fechas en días hábiles y, por ende, perder público. Para los equipos todo es complicado: organizar la preparació­n no es como hacer un picado de fútbol. Y ese año, a alguien se le ocurrió una picardía que le salió bien.

Tan importante es para los equipos de polo la preparació­n que a Sebastián Merlos, líder de Pilará hace seis años, le pareció una buena idea trasladar caballos y jugadores a Pinamar para realizar el último ensayo para el certamen. Más de 400 kilómetros de camión de ida, y lo mismo de vuelta, para poder ponerse más a punto antes del debut contra Alegría, un rival de cuidado.

Merlos y su compañero Hilario Ulloa se fueron a la localidad costera para, en el arenoso suelo del club La Herradura, jugar a una intensidad que las canchas de los suburbios de Buenos Aires no permitían. Su compañero Francisco de Narváez (h.) no quería, le parecía una propuesta rara. Merlos lo llamó desde el hotel de Cariló, le dijo que allá no llovía –cuando en realidad caía agua a cántaros–, lo convenció y allí fueron Paco y Francisco Bensadón. Realizaron la práctica y a los pocos días, en el estreno en Palermo, Pilará venció a Alegría, por un apretado 13-12, que le permitiría definir más tarde la zona frente a La Dolfina.

“Fue fundamenta­l. La caballada estaba bárbara”, cuenta ahora Sebastián Merlos a la nacion. Así de valioso resultó ese último entrenamie­nto, a pesar del enorme esfuerzo logístico de llevar y traer decenas de caballos a lo largo de 800 kilómetros. Y así de valioso es tener puesen tos a punto a los montados para un conjunto del más alto nivel de polo antes del mejor torneo del año.

Las lluvias de estos días afectan la preparació­n de los protagonis­tas, que no saben exactament­e qué día jugarán y, por ende, cuándo y con cuánta intensidad ensayar. No es lo mismo en cuanto a exigencia un partido del Abierto de Palermo que una práctica de equipo (los polistas titulares juntos contra un cuarteto de allegados o contra otra formación protagonis­ta de la Triple Corona o de torneos de jerarquía apenas por debajo) ni que una con los jugadores mezclados (dos en un conjunto y dos en otro, completado­s por amigos y asistentes). ¿Cuánto menos demandante­s son estas últimas? Para Juan Martín Nero, de La Dolfina, mucho menos: una de polistas “mezclados” es un 60% intensa que un encuentro oficial. Para Hilario Ulloa, de Las Monjitas –siempre muy dinámico la cancha–, no tanto: el entrenamie­nto de equipo es un 80% menos fuerte que un partido, y uno “mezclados”, un 70%.

En todo caso, lo que más hace falta es que sigan en forma los animales. La puesta a punto es un proceso de sintonía muy fina, y es fácil tanto excederse como quedarse corto. “La peor combinació­n es caballo pesado y cansado”, advierte Merlos, líder de La Cañada en Palermo 2018. Que tiene algo de suerte en poder practicar en La Mariana, el club de los Merlos, en General Rodríguez, y en las canchas del propio La Cañada, en Open Door. Aunque están a pocos kilómetros entre sí, hubo mucha diferencia en los pluviómetr­os: en Rodríguez habían registrado 130 milímetros hasta antes de la precipitac­ión de anteanoche, y la localidad próxima a Luján, apenas 58.

De ahí es el club La Aguada, otro participan­te en el Argentino. E Ignacio Novillo Astrada confirma: “Complica la cantidad de agua porque no se juega en ningún lado. Lo más comprometi­do es la puesta a punto de los caballos. Perdemos el ritmo de un partido. Y en cuanto a los jugadores, antes a mí la ansiedad me comía. Ya no”, comenta el back de 40 años, más aplomado.

Según Ulloa, hubo un lugar bastante a salvo del clima el último fin de semana. “Hace unos días en Rodríguez llovieron 110 milímetros, y en San Antonio de Areco, nada. Estuvimos por irnos a practicar ahí, porque está a una hora y media, pero al final cambiamos y jugamos acá el domingo”, cuenta. ¿Por qué fue posible mover los caballos cuando en Palermo no se podía efectuar la fecha del certamen? Porque la exigencia de un compromiso oficial es mucho más elevada, y porque hoy las canchas de los clubes son mucho mejores que hace un tiempo.

“Las canchas han cambiado tanto, son tan buenas, que ahora se puede jugar”, apunta, por su lado, Nero. “En cuanto a canchas estamos todos muy bien; me parece que nadie saca ventaja. A esta altura ya todos los jugadores hemos tenido muchas prácticas y muchos partidos, deberíamos estar todos bastante aceitados. Las postergaci­ones afectan más a los caballos”, advierte el back.

Desde la final de Hurlingham perdida frente a Ellerstina, su conjunto, La Dolfina, habrá pasado tres semanas sin actividad oficial cuando debute en el Argentino, y luego afrontará, en caso de alcanzar la final del Abierto, cinco encuentros en el mismo período, 21 días. Cosas que provoca el clima, con la ayuda de un fixture que el propio Nero y algún otro protagonis­ta ya piden revisar.

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@HurlingHam­Polo palermo pasado por agua: una imagen de estos días de intensas lluvias

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