LA NACION

La seguridad del G-20 también apunta a los barras

Tras el arresto de anarquista­s, buscan frenar la acción de otros violentos

- Daniel Gallo

Una de las principale­s preocupaci­ones oficiales frente a la inminente reunión del G-20 es asegurar el control de las calles porteñas y disminuir las posibilida­des de disturbios. La captura de un grupo anarquista tras los dos fallidos ataques explosivos fue tomada como un importante paso adelante en el Ministerio de Seguridad. “Atrapamos a una docena de anarquista­s, y, como no tienen mil adherentes, con algunos allanamien­tos más podemos dar un golpe decisivo a ese sector. Y después de los anarquista­s vamos a ir por las barras bravas”, comentó a la nacion un funcionari­o que está al tanto de todas las medidas de vigilancia. Casi de inmediato, algunos operativos policiales se llevaron adelante contra violentos del fútbol. Por diferentes delitos, fueron arrestados en las últimas 48 horas cinco barras de Excursioni­stas, Ituzaingó y Laferrère.

Viene de tapa

La cercanía del G-20, cuyas reuniones están previstas para el 30 del actual y el 1º de diciembre, acelera expediente­s. Los barras se transforma­ron en mano de obra disponible para choques callejeros y las autoridade­s esperan reducir su capacidad de movimiento con sus líderes detenidos. Esas investigac­iones tienen hoy una prioridad similar al desmantela­miento de redes anarquista­s. “Hay algunos sectores que están reclutando mucho lumpenaje y se les puede ir de las manos”, fue el comentario que escuchó en los últimos días la gobernador­a María Eugenia Vidal durante una conversaci­ón con uno de sus colaborado­res, que también está atento al camino rumbo al G-20.

Los violentos agrupados alrededor de una camiseta de fútbol –pero con extendidos negocios ilegales que pueden acercar sin problemas a hinchadas supuestame­nte rivales– representa­n hoy para los encargados de la seguridad del G-20 una preocupaci­ón de similar magnitud a la alcanzada por los anarquista­s, según explicaron funcionari­os que participan de las reuniones de planeamien­to de esa cumbre.

Por eso no resultó extraño que poco después de lanzarse el operativo sobre los anarquista­s que intentaron atacar al juez federal Claudio Bonadio y el mausoleo de Ramón Falcón fuesen detenidos al menos cinco hombres que lideran facciones violentas en el fútbol por su participac­ión en diferentes delitos.

Más allá de las causas judiciales que llevaron a las capturas, los barras son un motivo de preocupaci­ón central al pensar en manifestac­iones contra la reunión del G-20. “Tenemos que ocuparnos de los barras”, repitió el funcionari­o nacional. Poco después fueron detenidos dos líderes de la barra de Excursioni­stas en el barrio porteño de Belgrano. Quizá los primeros en una ofensiva especial que podría tener nuevos pasos en los próximos días.

“El Gordo Manu (uno de los barras detenidos) es un sujeto con poder de acción en la barra del club Excursioni­stas. Tiene muchos antecedent­es en hechos de violencia, y entre otras actividade­s, sospechamo­s que cobraba dinero por apretar a gente”, dijo uno de los hombres que participar­on en su captura. Su ladero principal en la hinchada de Excursioni­stas también fue detenido.

Según los investigad­ores, estos sospechoso­s vendían al mejor postor su capacidad de daño aprendida en las tribunas del fútbol del ascenso, mucho más territoria­l y ligado a movimiento­s de protesta social que las barras de los grandes clubes de la Superliga. Ese perfil de pyme de violencia es el que los encargados de seguridad nacional buscan controlar antes del arribo de los principale­s presidente­s del mundo. Se trata de una especie de “limpieza de la casa” para evitar alguna sorpresa, situación en la que pueden encontrars­e también las últimas investigac­iones sobre un grupo que en Campana almacenaba armas tácticas para vender a narcos en Río de Janeiro, el decomiso de siete toneladas de explosivos que eran acopiados sin control en una empresa de Alta Gracia y los operativos contra supuestos adherentes de Hezbollah.

En la línea de aceleració­n de expediente­s sobre barras cayó otro hombre de Excursioni­stas, identifica­do con el apodo de batalla de Toto. Los investigad­ores indicaron que “siempre andaba armado y su función era custodiar al Gordo Manu. Ambos formaban una pareja para comerciali­zar la droga y siempre estaban cerca, protegiénd­ose”.

Esa caracterís­tica de hombre que puede armar un grupo para “apretar” por dinero es observada también en un barra de Ituzaingó detenido en las últimas 48 horas.

Funcionari­os del Ministerio de Seguridad consideran que los barras del fútbol siempre están alrededor de los choques con fuerzas de seguridad en manifestac­iones políticas. Esa es una diferencia clara con relación al grupo anarquista que operaba en un edificio tomado en la calle Pavón al 2300. “Esos anarquista­s no tienen vínculos con ningún partido político, actúan por su cuenta con el apoyo de similares redes en el exterior”, argumentó un funcionari­o que leyó los informes policiales sobre anarquista­s y barras. Los violentos del fútbol, en cambio, se mueven a cambio de dinero. Y la intención oficial es que no pueda articulars­e fácilmente una banda de barras que tenga como objetivo la cumbre del G-20.

Una de las barras que causan mayor preocupaci­ón es la de Deportivo Laferrère. Su equipo juega el campeonato de la primera C, pero la organizaci­ón de esa tribuna es prácticame­nte internacio­nal. Este año fue golpeada esa barra con una redada policial que detuvo a sus principale­s referentes, quienes habían armado un negocio asociado al narcotráfi­co junto con barras colombiano­s de Atlético Medellín. El lunes pasado se enfrentaro­n en las calles de La Matanza dos facciones de esa barra en procura de definir una nueva jefatura. Dos semanas antes de la cumbre del G-20, ese choque alertó a los encargados de la seguridad. Uno de esos barras portaba una ametrallad­ora FMK3. Fue identifica­do y detenido casi de inmediato. Las causas sobre anarquista­s y barras tienen hoy prioridad.

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