La ansiedad afecta a uno de cada cuatro trabajadores
Expertos locales estudiaron quiénes la padecen más por culpa de la sobrecarga y la autoexigencia; los perfeccionistas, entre los más expuestos
Saturado, quemado, desbordado por síntomas como el insomnio, una sensación de opresión en el pecho o la imposibilidad de controlar pensamientos que le aseguraban que todo iba a salir mal. Así llegó Manuel Abd a la consulta con el psicoterapeuta, y el diagnóstico no se hizo esperar: ansiedad laboral. “Los ansiosos somos enfermos del control, autoexigentes, perfeccionistas, y yo era un ejemplo perfecto de eso: llegaba a tener jornadas de 14 o 15 horas, y en pos de eso hipotequé muchas cosas de mi vida”, reconoce Manuel, de 37 años, cuyo cuadro se disparó cuando sumó a sus responsabilidades en un negocio familiar ser el representante legal de otra empresa de la familia. “Tomé más responsabilidades porque me gusta el desarrollo profesional, pero yo quería que los cambios que iba a imprimir en mi nuevo trabajo fueran más rápido de lo que se podían dar. Y a menor posibilidad de controlar la situación, mayor era mi ansiedad”, reconoce.
La ansiedad en el mundo del trabajo hoy es moneda corriente –y el contexto económico y laboral no hace nada por aplacarla–. Una reciente encuesta del Observatorio de Tendencias Sociales y Empresariales de la Universidad Siglo XXI halló que uno de cada cuatro trabajadores se sentían la mayor parte de los días “ansiosos o con los nervios de punta” y que incluso el 5,4% habían llegado a sufrir un ataque de ansiedad o la sensación repentina de miedo o pánico en su ámbito de trabajo.
“La ansiedad puede actuar como motor, potenciando al trabajador, pero cuando comienza a interferir con su tarea requiere atención”, advierte el psiquiatra Daniel Bogiazian.
Desde el Instituto de Ciencias Sociales y Disciplinas Laborales de la Fundación UADE, Bogiazian ha llevado adelante varios estudios sobre la ansiedad laboral que permiten distinguir diferentes personalidades más proclives a padecerla. “Identificamos dos perfiles: uno que se caracteriza por la preocupación excesiva y la tensión, y otro relacionado con dificultades interpersonales, al que llamamos perfil de ansiedad social y búsqueda de reaseguros”, explica el especialista.
Mientras el primero se define por una tendencia a enfrentar las responsabilidades y las tareas con una preocupación desmedida, que fácilmente deviene en un estado de irritación y tensión en la relación con el entorno de trabajo, el segundo se caracteriza por el temor constante a sentirse burlado o evaluado negativamente, lo que conduce a la retracción, ya sea buscando no tener visibilidad en su equipo, no proponiendo ideas o evitando todo tipo de exposición. Y así como Manuel Abd es un ejemplo del primer perfil, Soledad (cuyo apellido ella pidió omitir) permite ilustrar el segundo.
“Si bien soy una persona bastante extrovertida, cuando tenía que dar una presentación ante una audiencia –algo frecuente en mi trabajo– me ponía muy nerviosa y era presa de síntomas como insomnio y taquicardia, me ponía colorada, me transpiraban las manos y sentía el deseo de querer huir, literalmente, de la situación”, recuerda Soledad, de 33 años, que se encuentra a cargo del área de marketing de una empresa de productos de consumo masivo. “Cuando me di cuenta de que era algo que estaba empezando a afectar mi crecimiento profesional decidí pedir ayuda”, agrega.
“nuestros estudios muestran que las personas con este perfil de ansiedad laboral asociado a la ansiedad social tienen muchas menos posibilidades de tener gente a cargo y, por lo tanto, de ocupar roles de liderazgo en las organizaciones”, señala Bogiazian. Otro de los hallazgos de su investigación es que a mayores niveles de ansiedad laboral las personas se perciben menos responsables: “Es probable que un trabajador ansioso tenga una percepción distorsionada de sus capacidades y logros, disminuyéndolos o atribuyéndolos a la suerte”, dice el especialista.
Turbulencias
Sea cual sea el perfil que hace a la persona más proclive a desarrollar ansiedad laboral, esta conlleva un impacto negativo sobre la calidad de vida y, también, sobre el rendimiento: “A mayor ansiedad laboral –explica Bogiazian– el trabajador percibe mayores amenazas y dificultades en distintos aspectos de su trabajo, lo que puede deteriorar su rendimiento individual y el de la organización laboral”.
Sin embargo, los departamentos de recursos humanos de muchas empresas incurren en el error de no detectar que la velocidad de algunos empleados para resolver sus tareas es más un problema en ciernes que una virtud. “El ansioso quiere todo para ahora y eso es valorado en muchas organizaciones, porque es un perfil de empleado que tiene una capacidad rápida de respuesta y de anticiparse, ya que está en alerta permanente –dice, por su parte, Alejandro Melamed, especialista en recursos humanos y director de Humanize Consulting–. Pero al mismo tiempo es capaz de generar una serie de mecanismos que terminan impactando negativamente sobre la organización, en especial cuando ocupan cargos de jefatura”.
La capacidad de respuesta rápida puede fácilmente devenir en un apresuramiento innecesario que pone en jaque al resto del equipo, mientras que la capacidad de anticiparse a problemas puede volverse en contra cuando los problemas... no existen. “El ansioso vive en estado de excitación, lo que muchas veces tiene que ver con su inseguridad, que lo lleva a ver fantasmas que no existen, pero que transmite al resto de la organización”, agrega Melamed.
El problema se vuelve más profundo (y más masivo) en un entorno de crisis. “En contextos de turbulencia, en los que la inestabilidad es parte de la coyuntura, los ansiosos se ponen doblemente ansiosos, porque los mecanismos defensivos ya de por sí exacerbados por su inseguridad comienzan a actuar como mecanismos de prevención que se disparan ante cualquier situación”, señala el especialista.
“Los problemas económicos y las dificultades laborales constituyen una de las principales fuentes de estrés y ansiedad”, sostiene por su parte Leonardo Medrano, secretario de investigación del Observatorio de Tendencia Sociales y Empresariales de la Universidad Siglo XXI, que explica que “son múltiples los factores en los altos niveles de ansiedad observados [en la encuesta que muestra que el 24,7% de los trabajadores manifiestan ansiedad]. Se trata de un interjuego complejo entre factores sociales y personales”.
“En primera instancia aparecen los factores contextuales, ya que las respuestas de tensión surgen cuando percibimos problemas o demandas que no podemos afrontar”, dice, y agrega: “Este año se ha observado un aumento significativo de síntomas de ansiedad respecto de años anteriores”. El camino de salida
Dentro y fuera de contextos de crisis, detectar los perfiles ansiógenos y ofrecer las herramientas terapéuticas es fundamental, ya que permite a las empresas no solo reducir el nivel de estrés en los equipos de trabajo (y su inevitable impacto sobre la productividad), sino también mejorar la calidad de vida de sus empleados. “En MSD contamos con un programa de asistencia en el que los empleados pueden en forma anónima consultar sobre diversos temas, entre los que se cuentan la ansiedad laboral o cualquier otro que los esté afectando en el plano psicológico, y desde donde se los orienta para que puedan resolver el problema”, cuenta María Florencia Deverill, directora de compensaciones y beneficios de MSD Latam.
Otras empresas abordan la temática desde la prevención, ofreciendo a sus empleados actividades que los dotan de herramientas para controlar la ansiedad y el estrés laboral: “Llevamos actividades, como stress management, mindfulness o inteligencia emocional, que apuntan a fomentar hábitos saludables dentro de la empresa”, enumera María Dundas, gerenta de compensaciones y beneficios de Roche.
Pero en los casos en los que la ansiedad laboral comienza a interferir con el trabajo y la calidad de vida de la persona es fundamental implementar estrategias terapéuticas que trabajen sobre su particular perfil de ansiedad. “Lo que habitualmente hacemos con estos pacientes es darles recursos para comprender el modo de ansiedad que los afecta y para manejarla –cuenta Bogiazian–. El problema es que muchos no consultan porque creen que es una forma de ser, cuando en realidad es algo que se puede mejorar y corregir”.
“Controlar mi ansiedad fue todo un trabajo de introspección que al principio me costó mucho, pero que hoy si miro hacia atrás marca una bisagra en mi vida –reconoce Manuel Abd–. Pude reencontrarme con el sentir de las cosas y permitirme disfrutar de la vida, de mi familia e incluso de mi trabajo”.