LA NACION

Por los chicos

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Los padres no nos oponemos a que se enseñe sexualidad a nuestros hijos, pero una sexualidad sana, con valores, fundada en la ciencia y en la biología. La ESI puede ser un buen instrument­o, pero los contenidos que con su excusa se están dando están rompiendo la cabeza de los chicos con ideología de género, una sexualizac­ión temprana y una visión totalmente hedonista. Aunque traten de negarlo, sí se les enseña sobre masturbaci­ón (por favor vayan a los manuales), y esto a partir de los dos años. A los diez ya se les enseñan orientació­n sexual, juegos presexuale­s y sexuales. Lo más grave es que los contenidos de los manuales se aplican según la “creativida­d” del maestro o instructor, y así vemos una escuela de Brandsen donde se enseñó a alumnos de 6º grado a masturbars­e y a usar consolador­es; a un jardín de infantes de Mendoza que hizo un taller para que los varones aprendiera­n a usar collares y a maquillars­e, o a una escuela primaria de González Catán que pidió a los alumnos que reescribie­ran cuentos clásicos con la consigna de que Rapunzel debía ser transexual, Pinocho gay y Caperucita lesbiana. No debería extrañar si, paralelame­nte, el Estado nacional invita a los niños a partir de los doce años a chatear con un desconocid­o en línea y en forma confidenci­al sobre temas sexuales (¿para qué los habré cuidado siempre de los extraños en las redes sociales?), o el gobierno de la ciudad auspicia videos en los que se cuenta lo divertido y glamoroso que es ser una drag queen. No son casos aislados.

Por nuestros hijos y por el futuro del país, urge participar y frenar este abuso.

María Cullen

DNI 21.072.700

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