Lena Dunham se pierde en arquetipos y estridencias
(Estados Unidos, 2018). creador: Lena Dunham y Jenni Konner. elenco: Jennifer Garner, David Tennant, Juliette Lewis, Ione Skye, Chris Sullivan. disponible: los domingos, a las 22, por HBO y HBO Go
Lena Dunham se hizo esperar desde el final de Girls, y la verdad es que parte de ese universo tan querible de diálogos afilados, situaciones incómodas y amistades imposibles se filtra de a ratos en Camping. El problema es que el resto del tiempo se hunde en el caos y la abulia de personajes que comparten tiempo y espacio sin que la narrativa nunca lo justifique. Que varias parejas decidan pasar juntas un fin de semana largo en el campo para celebrar el cumpleaños de uno de ellos nunca trasciende la premisa de guion. Nada en la dinámica del grupo y en las afinidades y enemistades que se entretejen entre ellos tiene sentido más que en la decisión de sus creadoras de concebirlo de esa manera. Los excursionistas son arquetipos humanizados con anécdotas sueltas y estridentes interpretaciones, que transforman un intento de sátira en un derrotero de traspiés apenas salpicado con algún chiste efectivo.
Es una pena que en este regreso de Dunham sea Jennifer Garner –también en busca de cierta revancha personal– la que resulte el rostro de este fallido experimento. Su interpretación lisérgica de un ama de casa dictatorial, cultora obsesiva de Instagram y consumida por un dolor crónico y recientes operaciones (Dunham convierte sucesos autobiográficos en materia de comedia ácida) nunca resulta más que una acumulación de actos aislados, condensados en la fachada de un personaje cuya hostilidad permanente no resulta divertida.
Ni siquiera termina de conseguir el mejor contrapunto con Juliette Lewis, amante imprevista de uno de los acampantes. Funciona mejor en interacción con otros personajes, porque en esos intercambios la ambigüedad de su comportamiento –como ante la fallida propuesta de matrimonio– coquetea con la autoconciencia de la pose. Si bien la serie tiene momentos logrados (la aparición de Busy Philipps y Nicole Richie depara una de las escenas más divertidas), hay algo en el tono que no funciona. La sitcom británica en la que está basada conseguía hacer divertida la mezquindad de sus criaturas bajo el amparo de la sátira más radical, convirtiendo ese distanciamiento casi caricaturesco en el gesto necesario para el humor. Dunham y Konner fuerzan a sus personajes a ser metáforas de una sociedad que al perder el marco civilizado desata su salvajismo interno, y en esa ambición los desdibujan.