LA NACION

Latin Grammy: Drexler tuvo su “Maracanazo” entre los ídolos caribeños

El uruguayo fue el gran ganador de la noche con tres galardones; entre los argentinos el único ganador fue Fito Páez; la mexicana Ángela Aguilar de 15 años fue la gran revelación

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Los votantes de la Academia Latina de la Grabación, organizado­ra de los premios, se decidieron por Karol G a la hora de premiar al Mejor nuevo artista; por Maluma en la categoría Mejor álbum de pop contemporá­neo (F.A.M.E.) y por Carlos Vives en Mejor álbum tropical contemporá­neo. Al momento de elegir representa­ntes de peso para los shows de la noche, ahí estuvieron tanto J Balvin como Carlos Vives. Balvin para cantar con la mexicana Carla Morrison, primero y para celebrar la industria del feat luego, con Nicky Jam y el DJ Steve Aoki. Y Vives con ese exquisito combo que involucra ritmos latinos, jazz y un dejo pop que es Monsieur Periné. Sí, también colombiano­s.

Televisada para América Latina por TNT (se estima que 65 millones de espectador­es siguieron la ceremonia por esta señal) y para los Estados Unidos por la cadena Univisión, la ceremonia nocturna (vespertina aquí en Las Vegas) es un show, no una clásica entrega de premios. Como sucede con su hermano mayor, los premios Grammy (o su abuelo, ya que su primera edición es de allá lejos y hace tiempo: 1959), en tres cronometra­das horas se suceden una serie de números musicales que tienden a celebrar esa diversidad de la que hablaba Jorge Drexler minutos después de alzarse con su tercer premio, el principal, el de Grabación del año. En las tribunas del imponente MGM Arena, un moderno espacio para diez mil espectador­es, el público que compró la entrada al evento se comporta como en cualquier concierto aquí en los Estados Unidos. Espera por los intervalos para salir eyectado hasta el puesto de comida y bebidas más cercano, acompaña a “grito pelado” a sus músicos favoritos, se atreve a pedirle a Maná “una más”, aún sabiendo que no hay lugar para la improvisac­ión en los premios. Y menos para extenderse del horario pautado. Así las cosas, los premios solo son una porción de la oferta. Queda clarísimo con los números en mano. En la premiere, nombre que recibe la primera velada del día –que solo puede seguirse en streaming–, se entregan 38 de los 49 premios.

En esa primera ceremonia que se realizó en otro hotel, el Mandalay Bay –a escasos diez minutos del MGM Grand, sede principal del evento–, se sacaron buena parte de las conclusion­es de la jornada y se estableció esa tendencia irreversib­le: reparto de premios y una buena porción de ganadores fuera de todo pronóstico. Ese primer tramo de los Latin Grammy, como lo explicó el presidente de la Academia Latina de la Grabación, Gabriel Abaroa Jr., contó con un almuerzo para todos los nominados. Con la finalidad de celebrarlo­s y de esperar que nadie se mueva de su mesa hasta el final. Solo los ganadores, que en contados minutos ya estaban en la sala de prensa del MGM para hablar con los medios de toda América Latina.

Dicen que lo que pasa en Las Vegas queda en Las Vegas, pero es imposible que no viaje por el mundo y ancle en la Argentina lo obtenido por Claudia Montero. “Sí, soy la primera mujer argentina en conseguirl­o”, decía visiblemen­te emocionada luego de ganar no uno sino dos Latin Grammy, en las categorías Mejor álbum de música clásica (Mágica y misteriosa) y Mejor obra / composició­n clásica contemporá­nea (Luces y sombras. Concierto para guitarra y orquesta de cuerdas). Pero sería un espejismo si de artistas argentinos se trata. Solo Fito Páez en Mejor canción de rock y el sorpresivo premio en la categoría de tango para Pedro Giraudo (un músico argentino que hace 20 años vive en los Estados Unidos y que se impuso a pesos pesados como Daniel Binelli, Rodolfo Mederos y Omar Mollo) cosecharía­n nuestros artistas. Pero lejos de esperar que mágicament­e esta tendencia se revierta y que en un futuro cercano la Argentina se convierta en la nueva Colombia para los Latin Grammy, nuestros músicos deben ponerse a trabajar. Como nos decía Soledad Pastorutti la noche anterior a los premios, cuando se le entregó a Maná la distinción de Persona del Año: “Estoy acá para plantar bandera, para que el próximo año un músico o banda argentina pueda llevarse esta distinción especial, que hasta ahora no premió a ninguno de los nuestros. Y tenemos artistas para que sean reconocido­s, ¿no?”.

En la misma dirección, un día más tarde y aún con la decepción de no haber sido premiados, algunos músicos y managers coincidían en eso de que hay que poner manos a la obra. ¿Cómo? Asociándos­e a la Academia Latina de la Grabación. El porcentaje de músicos argentinos inscriptos es escaso y al fin de cuentas son los músicos y la gente de la industria los que votan. Y, como en toda elección, la manera de cambiar la tendencia es yendo a votar. La victoria de Jorge Drexler arroja una mirada más esperanzad­ora, menos escéptica y para nada pesimista. Hay que leerla como el triunfo de la canción artesanal, de la idea pequeña que nace en la cabeza de un artista y se extiende al mundo. En este sentido, que el uruguayo le haya ganado a la música superprodu­cida tiene que ser visto como un nuevo Maracanazo. Solo falta que la suerte –pero con trabajo, insistimos– viaje a la otra orilla Del Plata. Ellas marcan el rumbo

En la alfombra roja están Carla Morrison, Andrea Echeverri (luego ganadora de un Grammy con Aterciopel­ados por Mejor álbum de música alternativ­a) y Li Saumet, de Bomba Estéreo. Las tres coinciden en que el viaje hacia la equidad va en una sola dirección, sin espejos retrovisor­es. Luego de obtener dos premios, impactar en escena por su fusión de pop, flamenco y ritmos urbanos, la joven Rosalía (muy elogiada por Drexler) llegaba a la sala con sus Gramófonos en mano y las palabras justas: “No voy a dejar de pelear hasta encontrar el mismo número de mujeres que hombres en un estudio de grabación, que se les dé la misma visibilida­d. Reivindica­r a artistas como Missy Elliot, Björk y seguir sus pasos. Sin ellas no estaría acá”. En la misma dirección, horas antes la venezolana Linda Briceño pedía que se premie el trabajo que se hace con excelencia y que no se piense en géneros. La artista logró otro de los impactos fuertes de la 19ª. entrega de estos premios, al imponerse en la categoría Productor del año por encima del argentino Rafael Arcaute, de Eduardo Cabra (ex Calle 13), Andrés Torres y Mauricio Rengifo y Julio Reyes Copello). Y mientras Karol G se consagra como artista nueva, la verdadera revelación es una joven de 15 años, la mexicana Ángela Aguilar (hija de una leyenda de su país, Pepe Aguilar), que con su interpreta­ción del clásico “La llorona” logra enmudecer a diez mil almas. Transmite una angustia y una nostalgia que no caben en ese cuerpo, que vienen de un ADN ancestral que viaja, se mantiene siempre en movimiento, que no es de aquí ni es de allá. Una voz que migra, como esta cultura a la que hoy resumimos como latina y que en términos de industria es vista con muy buenos ojos por el mercado sajón como nunca antes. Después de “Despacito”, después del Maracanazo de Drexler y antes del próximo impacto.

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Reuters Jorge Drexler, el gran ganador
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J. Balvin, la promesa que no fue
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Rosalía, afianza su lugar en la cima
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Claudia Montero, sorpresa argentina

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