LA NACION

Las múltiples causas que derivaron en el naufragio

- Horacio Calderón

Apocas horas de haberse hallado los restos del ARA San Juan, comenzaron a replantear­se las causas más probables que podrían haber culminado en el hecho catastrófi­co de la pérdida de un arma estratégic­a para la defensa nacional y la vida de sus 44 tripulante­s.

Las investigac­iones realizadas hasta el momento podrían arrojar un giro inesperado luego de su localizaci­ón, dado que la unidad se halla en mejores condicione­s que las esperadas, a pesar de la profundida­d a la que se encuentra localizada y la baja probabilid­ad de ocurrencia de llevarla a superficie y lograr la recuperaci­ón de su casco resistente para su posterior peritaje.

El hecho catastrófi­co que produjo la pérdida del submarino es de naturaleza multicausa­l. Esto podría afirmarse aunque sus restos no hubieran sido localizado­s. Tal multicausa­lidad está constituid­a por la convergenc­ia de distintos problemas de orden técnico, político y presupuest­ario, como también humanos por errores en tomas de decisiones y maniobras que derivaron en la situación de un buque que, si bien no estaba en peligro de hundimient­o, en condicione­s normales de inmersión sí podía correr un alto riesgo si se lo sometía a un esfuerzo como el que debió afrontar, durante muchos días, en medio del mayor operativo naval realizado en décadas por la Armada Argentina.

El lunes 6 de noviembre de 2017 abandonó la Base de Ushuaia para proseguir con las ejercitaci­ones con rumbo general hacia el norte, tarea en la que se encontraba el 14 de noviembre, cuando, en horas de la noche, se desencaden­ó un incidente en sus baterías, que fue el primer eslabón en la cade- na de hechos que condujeron a un final castastróf­ico multicausa­l. El mismo día sufrió una avería en el tanque de batería Nº 3, como producto de un cortocircu­ito causado por ingreso de agua de mar a través del sistema de ventilació­n, y más precisamen­te sobre las barras que transmiten la electricid­ad.

Los tripulante­s aislaron los tanques de batería de proa y conectaron al sistema los tanques de batería de popa. Teniendo en cuenta el cortocircu­ito mencionado de la batería, la hipótesis más probable es que podría haber ocurrido una deflagraci­ón ocasionada por acumulació­n de hidrógeno, provocando el deceso instantáne­o de toda la tripulació­n. Sin control humano, el submarino debió irse a pique y sufrir una implosión al superar la profundida­d de colapso.

El aumento de temperatur­a pudo expandirse a través de los bornes a los electrolit­os de los vasos de las baterías, llevando a estos últimos a un punto de ebullición. Finalmente, la bolsa de gas generada y confinada al sector de los tanques de proa con una alta concentrac­ión de hidrógeno pudo provocar una explosión de baja intensidad capaz de consumir todo el oxígeno de la atmósfera interna.

La segunda hipótesis entre las más probables, pero de menor grado de probabilid­ad que la anterior, consiste en que el submarino, luego de su última comunicaci­ón, llegó a pasar a navegar a plano de seguridad, según lo informado por el jefe de operacione­s. Un nuevo incidente eléctrico le habría ocasionado un corte total e instantáne­o de energía, por lo que habría quedado sin propulsión y perdido plano, y se habría ido a pique hasta la profundida­d de colapso o implosión.

Más allá de las hipótesis planteadas, podría tardarse años en llegar a conclusion­es firmes. Exrepresen­tante del Astillero Manuel Domecq García

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