LA NACION

La imborrable huella de un grande

Tras 23 años de una carrera sin igual, Manu Ginóbili ha subido definitiva­mente al podio de las más memorables leyendas del deporte

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Con 41 años y 270 días, el 24 de abril pasado Emanuel Ginóbili jugó su último partido de básquet en la nBa poniendo punto final a su formidable carrera en el equipo texano de San antonio Spurs. a pesar del poco tiempo transcurri­do, la franquicia texana anunció que la camiseta número 20 del ejemplar deportista argentino será retirada y colgada en lo alto de su estadio el 28 de marzo de 2019. con el #GraciasMan­u, su equipo difundió un emotivo video de despedida que se hizo viral

De esta manera, Ginóbili se une a los nueve exjugadore­s de los Spurs que ya ostentan ese privilegio. En verdad, integra el aún más selecto grupo de tres, junto a David Robinson y Tim Duncan, que siempre vistieron la camiseta negra y blanca. con 1813 triples convertido­s, Ginóbili es el máximo anotador en la historia de las “espuelas“y el octavo mejor promedio en la nBa con más del 70% de los partidos ganados. “Fue un viaje fabuloso, que superó cualquier tipo de sueños”, afirmó al anunciar su retiro.

aquel jugador flaquito del Bahiense del norte fue también parte fundamenta­l de la llamada Generación Dorada que conquistó la medalla de oro para la argentina en los Juegos Olímpicos de atenas 2004.

El último partido del crack nacido en Bahía Blanca disparó el precio de las entradas y generó una vez más una pequeña revolución, como cada vez que su juego lideraba al equipo adentro de la cancha.

Reconforta a todo el deporte argentino este importante reconocimi­ento y, aunque la noticia se esperaba, sorprende el agasajo a pocos meses de dejar los estadios, una clara señal de la magnitud de sus hazañas.

El retiro de la camiseta de Manu es, sin dudas, un premio a todo lo que hizo por su franquicia en la competitiv­a nBa durante 16 años, a lo largo de los cuales logró cuatro anillos de campeón. Es una retribució­n a tantos puntos convertido­s, a sus asistencia­s fantástica­s, a su liderazgo y entrega total, como así también un premio a su innegable lealtad y a su caballeros­idad. Vale también la pena destacar que nunca, ni siquiera en sus mayores momentos de gloria deportiva, perdió su humildad. Semejante virtud, propia de los verdaderam­ente grandes, fue puesta a prueba en los últimos años: dispuesto a ser suplente o a ser el sexto jugador, en los términos de la nBa, jamás generó conflicto alguno.

contrasta, sin dudas, el perfil de Ginóbili con el de otras figuras de nuestro deporte, como ciertos futbolista­s que podrán haber brillado con la pelota en los pies y sus campeonato­s, pero que con sus actitudes desafiante­s y patoterile­s y sus gestos soeces nunca podrían ser calificado­s como caballeros del deporte.

Por eso, el deporte argentino debe celebrar, una vez más, la descollant­e actuación de uno de los suyos. Luego de 23 años de una carrera sin igual, Manu Ginóbili ha subido definitiva­mente al podio de las más memorables leyendas deportivas.

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Ginóbili, un deportista ejemplar

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