LA NACION

Joël Dicker. “Aún creen que la cultura es inútil o para elites”

El joven escritor suizo llegó a Buenos Aires para presentar su nueva novela, con ritmo de serie, sobre una policía que lucha contra el machismo

- Texto Daniel Gigena

La nueva novela de Joël Dicker (Ginebra, 1985), el autor suizo más célebre hoy, tiene el ritmo de una serie. Estructura­da en dos líneas temporales, y a lo largo de 650 páginas, La desaparici­ón de Stephanie Mailer (Alfaguara) cuenta un caso policial que se retoma veinte años después, luego de una investigac­ión de un asesinato múltiple ocurrido en una ciudad de la costa este de Estados Unidos. En la pesquisa, viejos y nuevos crímenes funcionan como estímulos para una pareja de investigad­ores: el capitán Jesse Rosenberg, a punto de retirarse con una trayectori­a intachable, y la brillante Anna Kanner, subjefa de policía, que debe luchar contra el machismo de su entorno para defender su pasión por la profesión. “Pasé muchos veranos en la costa este y elegí ambientar mis novelas en ese escenario, pero la próxima tal vez transcurra en Europa”, adelanta Dicker.

Con La verdad sobre el caso Harry Quebert (2013), su segundo libro, el joven escritor ganó el Premio Goncourt des Lycéens, el Gran Premio de la Novela de la Academia Francesa y el Premio Lire. En 2015, publicó El libro de los Baltimore y mañana se estrenará en su país la serie televisiva basada en La verdad sobre el caso Harry Quebert, a cargo del cineasta Jean-Jacques Annaud, con Patrick Dempsey y Virgnia Madsen. “Ojalá se pueda ver en la Argentina”, dice Dicker a la nacion. “De adolescent­e, cuando empecé a escribir no me imaginaba que la literatura me traería hasta Buenos Aires. Es un privilegio”.

–¿En cuánto tiempo escribiste una novela tan voluminosa?

–Unos tres años, como mis últimas novelas. Procedo casi siempre del mismo modo, sin un plan; saber si disfruto al seguir la historia que escribo es un buen método.

–¿No pensás en los lectores cuando escribís?

–Por suerte, no. Si les preguntara a ellos qué les gustaría leer en mi próximo libro, tendría respuestas tan distintas que sería un problema. Lo importante no es darle el gusto al lector, sino a uno mismo, y cuando digo darme el gusto pienso en un proyecto que tenga sentido. Lo comparo con la cocina: cuando preparás algo de comer para alguien, si sos un chef y disfrutás haciendo nuevos platos, no podés tener la garantía de que a todos los clientes les va a gustar. En la escritura eso es importante también: ponerse en peligro uno mismo a la hora de escribir y sorprender­se. La creación es una relación entre lo que se propone y lo que pasa después con la recepción.

–En tus novelas el crimen es un elemento central. ¿Tenés una hipótesis sobre qué lleva a una persona a eliminar a otra?

–En general, en mis novelas no hablo mucho de los asesinatos, no hay sangre ni cosas así. Me interesa pensar por qué alguien como vos o como yo, que vive en sociedad y que aceptó las reglas de esa sociedad, sobrepasa los límites y mata.

–Abundan las referencia­s culturales en tu libro: hay un festival de teatro, un diario, una revista literaria; aparecen periodista­s, libreros, críticos y escritores. ¿Es casual o es un signo de malestar acerca de la cultura contemporá­nea? -Hay un malestar con la cultura hoy, cuando existen tantas dificultad­es económicas. Los políticos tienden a recortar el presupuest­o de cultura para ponerlo en otra parte. Cuando la gente tiene dificultad­es para llegar a fin de mes renuncia a ir al teatro, a comprarse un libro. Y a la vez existe un fenómeno en las generacion­es jóvenes, que acceden de manera gratuita a todo y piensan que no tendrían que pagar por algo que pueden tener gratis. En pocos años, en Europa presencié el cierre de varios centros culturales y diarios. El problema con la cultura es que se dio una impresión falsa: la gente aún cree que es algo inútil o solo para las elites. La cultura es el pilar del funcionami­ento de la sociedad y de las relaciones entre las personas. Olvidamos recordar a los jóvenes la importanci­a que tiene leer.

–¿Hay un vínculo entre la creación de tu primer personaje femenino importante y los reclamos de los movimiento­s feministas en el mundo entero?

–El #MeToo vino después de que terminara de escribir la novela, pero quería tener un personaje femenino fuerte. Es más, el de Anna es el primer personaje de la novela que se me apareció. Creo que en la novela se refleja mi interrogac­ión sobre lo que veo en la actualidad. En la sociedad hubo avances extraordin­arios en pocos años, pero todavía por el mismo trabajo a las mujeres se les paga menos que a los hombres. Me pregunto hasta cuándo durará el patriarcad­o, si desaparece­rá con mi generación o la siguiente. Existe un desnivel que no logro explicarme.

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Santiago CiChero/aFV
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Presentaci­ónHoy, a las 19, en el C. C. Recoleta, Joël Dicker conversará con el periodista Patricio Zunini sobre La desaparici­ón de Stephanie Mailer. Luego responderá preguntas y firmará ejemplares.

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