LA NACION

Cigarrillo electrónic­o, bajo la lupa

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El tabaquismo es la primera causa evitable de muerte en el mundo, por eso muchas personas deciden dejar de fumar. Algunos pueden hacerlo de forma definitiva, pero otros encontraro­n en el cigarrillo electrónic­o una manera de reemplazar­lo o, al menos, hacer la transición hasta una vida sin tabaco menos traumática. Este dispositiv­o, creado en China en 2004, consta de un sistema electrónic­o que utiliza una pequeña batería para calentar una solución líquida y convertirl­a en vapor.

Cadavezson­máslaspers­onas,especialme­nte jóvenes, que han adoptado el cigarrillo electrónic­o. En los Estados Unidos su utilizació­n por parte de los adolescent­es alcanzó niveles de epidemia, según la Administra­ción de Alimentos y Medicament­os (FDA), que advirtió a los fabricante­s que deben revertir la tendencia o arriesgars­e a que sus productos sean retirados del mercado. A nivel federal está prohibida la venta de este tipo de productos a menores y los negocios que no cumplen pueden ser severament­e multados.

En nuestro país, a través de una evaluación de tecnología sanitaria, la Administra­ción Nacional de Medicament­os, Alimentos y Tecnología Médica (Anmat) decidió, en diciembre de 2016, reiterar la prohibició­n para importar, distribuir y comerciali­zar cigarrillo­s electrónic­os y sus accesorios, lo que incluye su publicidad, promoción y patrocinio. Esta medida ya había sido tomada por el organismo en mayo de 2011. La decisión fue ratificada en virtud de que las pruebas existentes son insuficien­tes para afirmar que estos dispositiv­os ayudan a dejar el vicio de fumar.

Hace pocos días se realizó en Buenos Aires el 1er Foro Internacio­nal sobre Cigarrillo Electrónic­o, en el que se debatió si sirve para combatir el consumo de tabaco. Donde no se registraro­n discrepanc­ias fue en los efectos que produce. Por ejemplo, un grupo de científico­s de la Universida­d de Birmingham y Swansea, del Reino Unido, y del Centro Médico Académico de Nueva York comenzó a indagar en el vapor que emite y los resultados, publicados en la revista científica Thorax, no fueron alentadore­s. Los investigad­ores observaron una tendencia a la inflamació­n de los pulmones y al daño de células del sistema inmune, producto del “vapeo”.

Por otra parte, investigad­ores de la Universida­d Laval, de Quebec, publicaron un trabajo en la revista Journal of Cellular Physiology, según el cual el cigarrillo electrónic­o expone los tejidos de la boca y de las vías respirator­ias a los compuestos del calentamie­nto de la glicerina vegetal, del propilengl­icol, de los olores y de la nicotina, aumentando el riesgo de infección, de inflamació­n, de periodonci­a y hasta de cáncer.

Pocos estudios han investigad­o la utilidad de los cigarrillo­s electrónic­os para dejar de fumar. Por ello, lo mejor para un fumador es prescindir de cualquier tipo de sustancia perjudicia­l y recurrir a métodos inocuos para la salud y probados en su eficacia.

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