LA NACION

Neoanarqui­stas.

Reaparecen en las puertas del G-20

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Varios grupos persisten en los círculos ácratas locales; preocupa su potencial peligrosid­ad

Los atentados con explosivos caseros son una “marca registrada” de la acción de los grupos anarquista­s que creen en la violencia de hecho como medio de expresión contra “la ley y el orden” del sistema capitalist­a occidental.

Hay, al respecto, una larga tradición en el país. Hace más de 100 años, por ejemplo, el obrero de ascendenci­a ucraniana Simón Radowitzky hizo explotar el coche que trasladaba a Ramón L. Falcón. Hace poco más de una semana, y para conmemorar aquel ataque, una pareja de “neoliberta­rios” quiso hacer volar por el aire el mausoleo en el que reposan los restos del coronel que dirigía la policía. Pero les salió mal, y el explosivo casero detonó en las manos y a un metro de la cara de Anahí Esperanza Salcedo, que todavía está internada, en grave estado, en el Hospital Argerich.

Aquel sonado ataque reactivó las alarmas sobre la seguridad de cara a la próxima Cumbre del G-20, que dentro de una semana, y durante dos días, convertirá a Buenos Aires en una “ciudad sitiada”. Puso en el foco, también, la eventual capacidad de los grupos anarquista­s que, siguiendo la tradición de Di Giovanni, aún anidan en el tejido urbano y promueven, con palabras y, a veces, con hechos, aquello de “incendiar la sociedad”, terminar con los bienes y la concepción de vida burguesa capitalist­a.

Como publicó esta la nacion semana en una extensa nota de Daniel Gallo, “los grupos anarquista­s como los Obelos, el sector atrapado en el edificio tomado en la calle Pavón al 2300 que participó en los ataques explosivos de la semana pasada, son la preocupaci­ón central en el esquema de seguridad callejera” de cara al vasto operativo de prevención montado para “blindar” la ciudad de eventuales conflictos durante la cumbre ecuménica.

“La cueva de Pavón la conocíamos y hay una cuantas más que son similares, pero si ningún juez da una orden nada podemos hacer”, indicó un oficial que calculó que unos 300 activistas componen hoy el escenario local del anarquismo.

Esos grupos como los Obelos no tienen vínculos con partidos políticos ni con sectores tradiciona­les de la izquierda combativa argentina. De hecho, son rechazados en las marchas, por lo que no forman parte de las reuniones de Confluenci­a Fuera el G-20 y FMI (que organiza la “contramarc­ha” que, en principio, se hará en el Congreso la semana próxima), y son señalados como “los infiltrado­s” que rompen las manifestac­iones con su violencia inesperada, con lo que generan violentas respuestas policiales.

Se detectó, en los últimos meses, una fuerte actividad de lazos de grupos anarquista­s locales con sus pares de Chile y Uruguay, que intentaría­n llegar a Buenos Aires para sumarse a las protestas.

Entre los sectores ácratas circula el manual de operacione­s Black Bloc, denominaci­ón “genérica” para grupos anarquista­s internacio­nales con objetivos comunes y sin mando unificado. “La violencia no activa es contrarrev­olucionari­a”, se afirma en ese libelo que desde la primera oración se aleja de todo tipo de protesta pacífica, hasta el punto que prácticame­nte consideran “enemigos” a quienes se manifiesta­n sin causar destrozos. Su plan, como lo fue el de Severino, es sembrar violencia.

 ?? Emiliano lasalvia ?? Reducto ácrata. Tras el fallido atentado al mausoleo de Ramón L. Falcón en el cementerio de la Recoleta, la policía allanó una casa tomada en Pavón 2435, donde detuvo a diez anarquista­s
Emiliano lasalvia Reducto ácrata. Tras el fallido atentado al mausoleo de Ramón L. Falcón en el cementerio de la Recoleta, la policía allanó una casa tomada en Pavón 2435, donde detuvo a diez anarquista­s

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