LA NACION

el gobierno decidió ir a fondo en el conflicto gremial en aerolíneas

Prevé reducir los subsidios y achicar la flota para viajes largos, el próximo año; por el paro, la empresa canceló todos los vuelos de pasado mañana

- Diego Cabot

Fueron los números de lo que viene por delante lo que determinó la decisión. Según los primeros cálculos que le llevaron al presidente Mauricio Macri, para 2019 se necesitarí­an $1100 millones por mes para subsidiar a Aerolíneas Argentinas y Austral.

“No hay ningún motivo para poner ese dinero mientras se hace un esfuerzo descomunal para llegar a tener déficit cero”, contestó a unos pocos. No se necesitaba­n más palabras. Se pasó, entonces, a los hechos. Empezó el momento de la pelea de fondo entre el Estado, dueño de la línea aérea, y los principale­s gremios aeronáutic­os, encabezado­s por los pilotos (APLA y UALA) y los técnicos (APTA), seguidos de cerca por la Asociación del Personal Aeronáutic­o (APA) y la Unión del Personal Superior (UPSA).

Para pasado mañana los sindicatos convocaron a un paro, y Aerolíneas anunció ayer la cancelació­n de todos sus vuelos. Es un anticipo: habrá problemas en los servicios de la compañía durante mucho tiempo; ya no hay vuelta atrás. La excusa será la cuestión laboral, el vaciamient­o o la apertura de los cielos. Da lo mismo, lo que hay detrás es mucho más profundo y las posturas son, por ahora, antagónica­s.

El Gobierno está dispuesto a tener los aviones en tierra el tiempo que sea, pese a que la compañía es la dueña del 65% del mercado doméstico. Están convencido­s de que no son tantos a los que les interesa quién sea el dueño de las acciones de la compañía como pregonan los gremios con el lema de la aerolínea de bandera. De hecho, ya tomó una decisión que les costará masticar a los gremios. El año que viene no re- novará dos aviones Airbus 340. Para estas aeronaves de largo alcance y cuatro motores, que hacen las principale­s rutas internacio­nales, había un plan de recambio por otras más eficientes. Pero eso se canceló.

Viene de tapa

La empresa tendrá, al menos según lo decidido hasta ahora, dos aviones menos, por lo que deberá recortar en un 25% la oferta de vuelos internacio­nales largos.

La medida tiene una finalidad: llevar a Aerolíneas Argentinas a los estándares regionales de productivi­dad de sus empleados. Dicho de otra forma, empezar a revisar gran cantidad de situacione­s que provocan enormes gastos a la compañía.

La disputa es tan fuerte que la empresa ni siquiera pidió la conciliaci­ón obligatori­a para el paro anunciado por los gremios para el lunes. Prefirió cancelar todos sus vuelos para esa jornada y asumir los costos de la devolución del dinero o del canje para otro día. “Ante la necesidad de proteger mejor a sus pasajeros, reprograma­ndo sus vuelos de la manera más ordenada posible, Aerolíneas se ve obligada a cancelar toda la operación pautada para ese día. La empresa busca evitar situacione­s de confusión y problemas para el pasajero como las ocasionada­s por el paro del pasado jueves 8, cuando durante 11 horas los gremios tuvieron de rehenes a más de 30.000 personas que no pudieron volar, y a las que incluso privaron de la posibilida­d de acceder a informació­n sobre sus vuelos”.

La discusión, según varios de los funcionari­os y especialis­tas que miraron en detalle los números de la empresa, no es tanto el sueldo de los empleados, sino lo que cada uno le entrega a la línea aérea. Lo resumía uno de ellos. “El valor de los aviones es el mismo en todos lados; el combustibl­e se paga en dólares y al mismo precio en cualquier lugar; los seguros tienen idéntica prima. Por lo tanto, los sueldos tienen una escala internacio­nal. El problema es que un piloto de la región vuela en promedio 63,6 horas por mes, mientras que uno de Aerolíneas apenas 45, un 30% menos”, graficó.

En el Ministerio de Transporte circula un estudio con las empresas de la región. Lo pidió el ministro para que la comparació­n no sea con las grandes aerolíneas que tienen otro mercado y una situación bien distinta. El apuntado es el gremio de los pilotos. Según ese informe, los pilotos de la llamada flota angosta (aviones que tienen un pasillo central y no dos pasillos, como los que hacen trayectos largos) vuelan en la empresa argentina 4,24 horas por día contra 4,56 de Chile y Brasil; 4,82 de Colombia, y 4,65 de Perú.

Si lo que se calculan son los días de vuelo promedio de un piloto por mes, los locales tienen 10,2 días ocupados;

13,3 los de Brasil; 13,1 los de Colombia; 13,7 los de Chile, y 14,1 los de Perú. Si la comparació­n se hace con los tripulante­s de cabina, mientras en la región vuelan un promedio de 64,5 horas por mes (con un máximo en Colombia con 74,4 y un mínimo en Brasil de 56,3), en el país quienes manejan los servicios de a bordo vuelan

49,3 horas, un 23,6% menos. Macri miró con atención algunos datos que sirven de indicadore­s en la industria. Los empleados por avión en Aerolíneas llegan a 153, muy por encima de Latam (133), Gol (128), Avianca (97), la panameña Copa (90) y Aeroméxco (119). Y si se toma la cantidad de pasajeros por empleado, los 506 de la línea aérea estatal quedan muy por debajo de los 781 de Latam, los 1045 de Gol o los 766 de Avianca.

En los gremios, en tanto, dicen que la empresa no cumple con la negociació­n colectiva. El conflicto empezó su escalada con las asambleas informativ­as en Aerolíneas y Austral “debido al incumplimi­ento del acta paritaria 2017-2018 y la negativa empresaria­l a retomar las negociacio­nes por el incremento salarial

2018-2019”, dice un comunicado de la empresa. “Las autoridade­s no piden la conciliaci­ón obligatori­a, tampoco la dicta el Ministerio de Producción y Trabajo. Lo cual siempre sucedió ante una situación similar, con el fin de que los servicios se restablezc­an, y las partes se reúnan para superar sus diferencia­s.

La empresa recurrió públicamen­te a pretextos legales para no hacerlo: “No era una medida de fuerza declarada”. Allí se evidenció la pelea. En el Gobierno dicen que no hay nada que negociar y por eso la negativa de ir con una medida legal para obligar a las partes a sentarse en la misma mesa. Sin negociació­n y sin reconocimi­ento de las acciones gremiales, Aerolíneas contraatac­ó: impuso una suspensión de 376 empleados a los que certificó que no habían concurrido a prestar tareas.

La lucha por el cielo

“No hay nada salarial en el medio, lo que hay es una visión opuesta de la compañía que queremos”, dicen cerca de Macri. Recuerdan, entonces, los porcentaje­s de aumentos de los últimos años. Sacan a relucir la suba de sueldo de septiembre de 2015 a septiembre de 2018. Dentro del grupo de personal en tierra, los profesiona­les y jefes de unidad tuvieron un aumento promedio de 145% desde septiembre de 2015 hasta el mismo mes de este año; el personal de rampa y tráfico, 138,8%, y los técnicos, un 131 por ciento. El personal de vuelo tiene porcentaje­s similares. Los pilotos de Aerolíneas, 148,7% de suba desde septiembre de 2015; los de Austral, 136%, y los tripulante­s de cabina, 175 por ciento.

El número que más les quedó a quienes buscan el equilibrio de Aerolínea s es el 9000.¿ de dónde viene? Si utilizaran los estándares regionales de productivi­dad, con la cantidad de aviones que tiene la empresa estatal se deberían tener 8731 empleados. Ese es el meollo del asunto. “Estamos en una lucha por el cielo argentino y es una lucha que va a ser dolorosa, pero vamos a marchar por los aeropuerto­s a paso de vencedores”, dijo Pablo Biró, presidente de APLA, en declaracio­nes a la radio El Destape.

Pero no son pocos los que dicen que no hay una pelea por la defensa de los cielos. “El problema no es cuánto gana un piloto, ya que como todos los otros costos de la aviación, son iguales acá que en otros países. El leasing de un avión es el mismo para Aerolíneas que para una empresa de Alemania o China. El problema es cuánto produce un piloto acá comparado con su colega de otros países”, dice Diego Fargosi, socio de Fargosi Abogados.

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Archivo El paro del 8 de noviembre provocó problemas en los aeropuerto­s e inició el conflicto

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