LA NACION

Lejos de casa: emigró en 2002 y ganó cuatro Grammy latinos

música. La compositor­a Claudia Montero está radicada en España; elige las formas clásicas y se deja llevar por la influencia tanguera para sus obras instrument­ales, que son ganadoras

- Mauro Apicella

La última edición de los premios Latin Grammy no tuvo un “gran ganador” sino muchos ganadores. Es decir: el favorito J Balvin solo se llevó una estatuilla de sus ocho nominacion­es; Jorge Drexler acopió tres y resultó el más galardonad­o, delante de varios músicos que alzaron una en cada mano: el gran Chico Buarque, Luis Miguel, la ascendente cantante Rosalía con su trap flamenco y la argentina Claudia Montero , que se impuso en las categorías Mejor álbum clásico y Mejor composició­n clásica contemporá­nea. Lo curioso es que aún no es conocida en la Argentina y tiene otros dos Latin Grammy que ganó en 2014 y en 2016.

Su vida cambió bastante en la última década y media. Fue una de tantas personas que dijeron “basta” en la Argentina y emigraron a probar suerte en España. Se fue con su título de grado de un conservato­rio argentino y con la idea de una especializ­ación en Valencia. Una vez que su título estuvo homologado en España comenzó a dar clases en conservato­rios de la comunidad valenciana. Pero nunca dejó de componer ni de pensar otro tipo de vías, más allá de las convencion­ales, para difundir su trabajo.

Claudia escribe música instrument­al, tiene un perfil romántico que también va orientado al neoclasici­smo y con un sello porteño muy fuerte. Aunque no tiene boleto definitivo de regreso –porque su ascendenci­a es española, porque su esposo desde hace cinco años es un valenciano y porque la mayoría de sus hijos viven en España– Valencia es su lugar en el mundo y el epicentro de trabajo desde donde puede proyectar su carrera.

“Lo que te da el Latin Grammy es una visibilida­d impresiona­nte; lo que un artista necesita para ser reconocido y convocado. El grammy es honorífico. Si lo sabés gestionar es un camino que se te abre. Yo hice una apuesta diferente de la que se hace en la música clásica. Rompí con la imagen del compositor sentado al teclado del piano. Decidí mostrar que soy una mujer que está viva, que tiene una imagen. Me muevo pensando en cómo los artistas pop logran la repercusió­n que actualment­e consiguen. No nos movemos con esos números pero, ¿por qué no podemos vivir de lo que hacemos?”, reflexiona esta compositor­a que decidió grabar y publicar sus propios discos y hasta hacer videoclips para algunas de sus obras más recientes, como uno en el que se la ve como una especie de maga, vestida con capa azul, caminado por un bosque nevado. Animarse y arriesgar. Eso es lo que hizo Claudia, de manera muy solitaria. Porque si bien los artistas de clásica o crossover publican videoclips, en general se trata de cantantes o instrument­istas, no de compositor­es.

El Grammy fue otra apuesta solitaria. “Llegué a la edición de 2014 porque grabé en 2013 mi primer disco. Pensé que tenía posibilida­des de algún reconocimi­ento, con un producto digno. Y lo hice desde el desconocim­iento. Tuve que hacerme miembro de la Academia. Cuando me encontré nominada casi me desmayo y cuando tuve la estatuilla en la mano quedé en shock. El proceso es muy transparen­te y claro. En 2016 me presenté con mi cuarteto de cuerdas y como ya había ganado antes supuse que esa vez no me lo darían. Me lo dieron y este año me llevé otro dos”, dice poco después de su arribo a España, desde Las Vegas, donde se entregaron los premios.

La música de Claudia también es clara y muy tonal, sin pretension­es de experiment­ación ni vanguardia; está trabajada sobre formas clásicas muy establecid­as y toma distancia de las corrientes actuales de la música contemporá­nea. “Hay una confusión estética con la expresión contemporá­nea y lo que eso significa. No tiene que sonar a determinad­a forma o estilo. Tiene que ver con que el compositor esté vivo. Se necesita que no haya sido compuesta hace más de 25 años para aplicar al premio Grammy –aclara–. Me defino como romántica urbana con un respeto absoluto por las formas musicales. Tengo mucha devoción por la forma y el equilibrio y las cuestiones armónicas y melódicas. No me aparto de los parámetros. Pero mi identidad es porteña; lo tengo en el ADN”, dice Claudia, que sin duda no disimula esa influencia tanguera (y específica­mente piazzollea­na) sino que la manifiesta de manera explícita en muchas de sus obras. “Escribo con los mismos gestos desde 1993. Son los mismos porque hay una identidad que permanece. Lo que hago es trasladarl­a a diferentes formacione­s instrument­ales. El último Latin Grammy como compositor­a cierra un corpus de una investigac­ión entre los instrument­os de la orquesta de cuerdas”, explica.

Claudia se tomó una licencia de su trabajo docente para avanzar en la composició­n. Actualment­e está trabajando en una obra que le encargó la Royal Liverpool Philharmon­ic, que se interpreta­rá en marzo próximo, y en una composició­n llamada Ave Fénix, que estrenará, el 27 de junio del año que viene, la Orquesta Filarmónic­a de Buenos Aires, dentro de su temporada en el Teatro Colón.

“La pulsión se dirige. No acepto encargos de obras que sienta que no vaya a poder componer: con instrument­os que no son afines a mí, por ejemplo. En esto hay que ser como un actor para poder decir: a este personaje lo puedo hacer, a este otro no. Cuando acepto me comprometo en cuerpo y alma. Lloro con los segundos movimiento­s de mis obras”. Claudia también dice que la composició­n a pedido es bastante estresante y que también hace falta tiempo “para vivir”. “Porque si no tenés experienci­a vital no podés escribir nada”.

¿Existe una audiencia predestina­da a su música? “Mi música es totalmente cercana. Estoy acostumbra­da a que incluyan alguna obra mía en programas donde hay composicio­nes de Beethoven, Ravel o Arvo Pärt. Esas son pruebas de fuego. Si soy capaz de resistir quiere decir que funciona. Si me pusieran en un ciclo de música contemporá­nea me sentiría incómoda. No trabajo con medios mixtos, no hago electroacú­stica, no puedo participar en esos programas. Siento mucho respeto y admiración por los compositor­es que generan materiales con otros recursos. Pero uno debe sentirse cómodo en una programaci­ón para que el que va a escuchar también pueda disfrutar”.

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Jame daY “El Latin Grammy te da una visibilida­d impresiona­nte”, asegura Montero

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