La investigación que revela el lado oscuro de la industria de la salud
A nivel global, se estima que el sector factura US$ 400 mil millones
Marcapasos, bombas de insulina, implantes mamarios, prótesis ortopédicas, stents... La industria de los dispositivos médicos alcanza a todos los puntos del globo con regulaciones débiles y autoridades sanitarias que muchas veces fallan a la hora de proteger la salud de los pacientes.
Productos que no han sido debidamente probados llegaron, incluso, a provocar la muerte en algunos países. Esas son algunas de las revelaciones de The Implant Files, una nueva investigación mundial del Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (ICIJ, por su sigla en inglés).
El sector factura hoy US$ 400.000 millones. Entre 2008 y 2017 se reportaron 5.477.285 eventos adversos en distintos dispositivos médicos a nivel mundial. Los implantes que se rompieron o fallaron se vincularon oficialmente a 83.000 muertes y a 1,7 millones de lesiones, según el trabajo realizado por ICIJ sobre 8 millones de registros de la base Maude de la Administración de Alimentos y Medicamentos de los Estados Unidos (FDA).
Concentrada en manos de grandes corporaciones, la industria de los dispositivos médicos mantiene información confidencial, promociona estudios engañosos y paga sobornos a médicos para garantizar que usen sus prótesis. La Argentina no estuvo exenta de esas prácticas opacas. Las firmas norteamericanas Biomet Inc., Olympus y Stryker Corp. admitieron ante la Comisión de Valores (SEC) haber pagado coimas en la Argentina.
En el trabajo periodístico colaborativo de ICIJ participaron 252 periodistasde59mediosen36paísesdelmundo,entreelloslanacion, Infobae y Perfil, por la Argentina.
“Con los dispositivos médicos los ensayos no son tan extendidos. Hay un ensayo cuando se inventa un nuevo dispositivo. Pero cuando se hace una innovación muchas veces no se estudia del mismo modo”, admitieron desde el Ministerio de Salud al equipo argentino de ICIJ.
En la Argentina, los dispositivos médicos son controlados por la Anmat). A la hora de autorizar las tecnologías que se utilizan en los cuerpos de los pacientes, la Anmat contempla los prospectos de la fabricante y toma en cuenta el país de procedencia.
“Si bien Anmat inspecciona eventualmente, se fija que la importadora tenga la documentación respaldatoria, pero no la calidad”, advierte Virginia Luna, abogada que representa a 1500 argentinas damnificadas por prótesis mamarias defectuosas.
En la Argentina, la zona más vidriosa aparece cuando figuran en algún lugar del mundo eventos adversos o fallas en los implantes. La responsabilidad reposa en las empresas importadoras, que deben avisar a la Anmat, advertir a los clientes y efectuar la acción correctiva o el retiro del mercado. Para el secretario de Salud, Adolfo Rubinstein, “que el retiro lo haga el Estado es imposible, acá y en el mundo”.