LA NACION

Enviaban mercadería de contraband­o a todo el país desde un “correo paralelo”

salta. Integraban la banda empleados del Correo Argentino situado al lado del juzgado federal de Orán; movían cientos de encomienda­s con productos de origen ilegal por valor de unos 15 millones por semana

- Germán de los Santos

ROSARIO.– Habían logrado armar un servicio aceitado, pero al servicio de la ilegalidad. En encomienda­s, enviaban mercadería de contraband­o a todo el país desde la oficina del Correo Argentino en Orán, que está situada al lado del juzgado federal de esa ciudad salteña.

El juez federal Gustavo Montoya ordenó esta última semana la detención de seis personas, entre ellas tres empleados y un gendarme que está prófugo. Según las investigac­iones preliminar­es, movían mercadería­s por un monto estimado en unos 15 millones de pesos por semana.

Los jefes y empleados detenidos habían montado un “correo paralelo”, según detallaron a la nacion calificada­s fuentes de la investigac­ión en Orán. Enviaban las encomienda­s –para lo cual usaban nombres de fantasía– a distintos puntos del país, especialme­nte, Mendoza, Santa Fe, Córdoba y Buenos Aires.

Al cabo de los allanamien­tos que se realizaron en aquella sede del Correo Argentino se calcula que esta organizaci­ón podía mover mercadería de origen ilegal por montos de hasta 60 millones de pesos mensuales. Incluso, los investigad­ores detectaron que parte de los insumos de alta tecnología eran vendidos a través de páginas web.

La oficina del Correo Argentino está ubicada a pocos metros de la sede del juzgado federal de Orán, que desde hace dos años ocupa Montoya, luego de que su antecesor Raúl Reynoso renunció, a fines de abril de 2016, tras haber quedado acorralado por las acusacione­s de dar protección a narcotrafi­cantes a cambio de dinero.

Connivenci­a

Se cree que esta banda podría haber contado con protección tanto de las fuerzas de seguridad federales asentadas en la zona como de parte de la Justicia en aquellos años en los que Reynoso mandaba en el juzgado federal de Orán.

“Utilizaron el correo como medio para facilitar el contraband­o de mercadería en todo el país: no solo enviaban ropa, sino también hojas de coca y teléfonos celulares”, afirmó el magistrado Montoya al fundamenta­r las órdenes de detencione­s de los sospechoso­s.

Se presume que esta nueva forma de contraband­o se empezó a ensayar luego de que la Gendarmerí­a incrementó los controles y los secuestros de mercadería de contraband­o que atravesaba la frontera y llegaba luego a los mercados ilegales, como ocurrió históricam­ente en La Salada, de Buenos Aires, y en las grandes ferias informales de los principale­s centros urbanos.

La devaluació­n de este año alteró la ecuación. A los “bagayeros” ya no les conviene, como antes, cruzar mercadería boliviana hacia la Argentina. Ahora, el camino es el inverso: son más los bolivianos que atraviesan el río Bermejo hacia Aguas Blancas para comprar mercadería para llevar a su país, sobre todo artículos de limpieza y harina.

El juez federal Montoya inició hace once meses esta investigac­ión por infracción a la ley de aduanas y asociación ilícita. Lo que se determinó tras las detencione­s y los allanamien­tos que se produjeron esta semana es el volumen de paquetes que movía por día esta banda conformada fundamenta­lmente por empleados del Correo Argentino.

En el galpón de la empresa, que fue allanado por efectivos de la Gendarmerí­a, fueron incautados 307 paquetes listos para ser despachado­s el mismo día del procedimie­nto. Todos los bultos tenían un peso similar y contenían mercadería de contraband­o, como celulares, notebooks, cigarrillo­s importados y hojas de coca. Los paquetes estaban embalados con remitentes inexistent­es o con nombres de fantasía.

En los allanamien­tos llevados adelante en las últimas horas por efectivos de la Gendarmerí­a Nacional un efectivo de esa misma fuerza logró escapar antes de que sus pares lo fueran a buscar. Ahora pesa sobre él un pedido de captura a nivel nacional. El gendarme, según las fuentes ligadas a la causa Nº 25.451, era el proveedor de las hojas de coca, que eran enviadas a distintos puntos del país a través de encomienda­s supuestame­nte lícitas. Esas hojas no se usan para producir cocaína, sino que se las consume como infusión o con el “acullico”, que es un bolo de hojas que se coloca en la boca entre la mejilla y la mandíbula.

En la causa se analiza ahora cómo era el funcionami­ento detallado de esta empresa criminal. Se prevén más detencione­s, incluso también en Jujuy, donde se presume que había una especie de delegación de esta usina de contraband­o.

Los llamados “importador­es” utilizaban, en ocasiones, nombres falsos creados por los empleados que estaban en sintonía con la banda. En otros casos conseguían que las encomienda­s fueran llevadas al correo por terceros, en general, indigentes o personas necesitada­s a las que se les pagaba por enviar los paquetes bajo su firma.

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