LA NACION

Tras 17 años de frustracio­nes, se coronó en el rugby de la Urba al vencer a Hindú; las hinchadas compartier­on la tribuna

- Agustín Monguillot

Todos la estaban esperando. Es la más buscada. Quieren tenerla en sus manos. No es la copa de campeón del Top 12 de la URBA. La gente de Alumni festeja alzando un pedazo de madera rústico pegado a una base, pero con una historia que contiene una gran carga simbólica. Cuentan que, en la gira de 1989, los jugadores se juramentar­on levantar esa “copa” si salían campeones ese año. No solo lo lograron, sino que lo repitieron cuatro años consecutiv­os.

Nadie supo del paradero de esa copa durante años. Hasta ayer, que apareció instantes después de que el club de Tortuguita­s se reencontra­ra con su pasado de gloria, tras destronar al Hindú por 26-17. No solo se tomó revancha de la final perdida hace un año ante los de Don Torcuato. También le puso fin, de una vez por todas, a su estigma de cinco finales perdidas de forma consecutiv­a.

“Puedo morirme tranquilo”, suelta Guido Cambareri, de los más viejos del plantel. El pilar había jugado las últimas tres finales. Por fin, tuvo su tarde: “Hace 13 años que lo estaba buscando y Alumni se lo merecía desde mucho antes”. A pocos metros, Tomás Passerotti no para de llorar. Al capitán se le mezclan la emoción de ganar su primer título (jugó y perdió dosdefinic­iones)coneldolor­detener el hombro destrozado por un choque en el segundo tiempo que lo obligó a abandonar la cancha.

“Que cosita. Este campeonato se queda en Tortuguita­s…”, cantan juntos en la cancha, un grito que esperó 17 años. En 2004 eran los favoritos y perdieron con el San Isidro Club; quedaron de rodillas ante Hindú que empezaba su reinado en la URBA, en 2006 y 2007; Benjamín Madero los amargó con un drop sobre la chicharra en 2011; y nuevamente Hindú se había aprovechad­o de la inexperien­cia de un plantel joven en 2017.

Santiago Van der Gothe y Nahuel Neyra formaron parte de las cinco definicion­es perdidas. Ayer como referentes dentro de la cancha, hace un par de años empezaron a colaborar como entrenador­es y en 2018 asumieron la conducción del plantel con el objetivo de ampliar la base de jugadores. El éxito está a la vista: metieron a cuatro de los cinco equipos en la final y ganaron tres (Primera, Intermedia y Preinterme­dia C). Ayer fue el factor diferencia­l para la victoria. “Lo intentamos muchas veces. A veces, los sueños tardan más, pero en algún momento se terminan dando”, dice el Chino Van der Gothe.

Pareció que hubiera tomado nota de aquella definición de 2017, cuando entró en partido demasiado tarde y le costó el título. No esta vez. Lo sometió desde el kick off con su vehemencia caracterís­tica en cada punto de encuentro. Se habían cumplido 10 minutos y ganaba 13-0 gracias a dos penales de Díaz Luzzi y un trypenal gestado con el scrum.

Fue tan implacable esa primera media hora de Alumni que sobrevoló la sensación de que podía sellar el triunfo antes de lo previsto, como ocurrió con San Luis en la semifinal. De no haber sido Hindú, era un hecho. Pero los de Tortuguita­s bajaron la intensidad y le dieron vida al Elefante, que se metió en partido con un try de pick and go de los forwards.

El partido fue ganando tensión y precaución por parte de los dos. Se

rompió de improvisto a los 14 minutos, momento en el que Martín Cancellier­e interceptó un (cantado) pase a la punta y se fue corriendo para abajo de los palos. Sin ser superior, el

Elefante se puso a dos puntos. Por primera vez, tuvo el desarrollo a su merced ante un equipo tambaleant­e, que no sabía qué hacer con la pelota.

Tantas veces que mostraron ese instinto asesino para atacar en el momento propicio, los de Don Torcuato no tuvieron esta vez los dientes afilados. Porque los minutos se fueron consumiend­o, las jugadas se sucedieron y no las capitaliza­ron. La derrota no empaña lo que es su reinado en el rugby argentino, donde ganó ocho de los últimos 13 torneos a nivel URBA y es el pentacampe­ón reinante del Nacional de Clubes.

Alumni caminó por la cornisa pero no se cayó: resistió con la defensa, se encontró con una oportunida­d y no la dejó escapar. No podía ser otro que Díaz Luzzi, la figura de la tarde, quién terminara zambullénd­ose en el ingoal y provoque el desahogo de su gente. El caso del apertura es la prueba más cabal del recambio de calidad. Le tocó reemplazar durante la temporada a Lucas Frana, que había sido el goleador del equipo en 2017 y había recibido el premio ala revelación del aURBA. El Mag os e ganó el puesto y tuvo su tarde de gloria.

El título de Alumni le llegó luego de atravesar un período de recambio, que lo tuvo alejado de los primeros planos de la URBA. Un club que es definido por sus socios como “raro” porque solo se practica rugby, no tiene un country ni un colegio. Por eso se genera un fuerte sentido de pertenenci­a. Las palabras de Van der Gothe reflejan este sentir: “Para que sobreviva requiere de mucho esfuerzo de todos. Este es el resultado. Es un sueño”.

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 ??  ?? la celebració­n de los jugadores de Alumni, con la copa del Top 12 de la uRBA y, especialme­nte, con el trofeo de madera tan simbólico para el club
la celebració­n de los jugadores de Alumni, con la copa del Top 12 de la uRBA y, especialme­nte, con el trofeo de madera tan simbólico para el club
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Fernando massobrio

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