LA NACION

Las razones por las que se podría desestimar el pedido xeneize

Se trata del lugar donde se produjo el ataque: fuera de los límites del anillo de seguridad

- Alejandro Casar González

“Se va a definir en la cancha”. Con esa frase, la Conmebol dejó en claro que no quiere un campeón de escritorio. Fue después de que Boca pidiera, mediante un escrito, la aplicación del artículo 18 del Reglamento, que postula la quita de puntos como uno de los castigos disciplina­rios posibles ante un incidente que afecte a la delegación visitante. El partido final ya estaba postergado sin fecha: el presidente de la Conmebol, Alejandro Domínguez , ya había convocado a los presidente­s de ambos clubes a una cumbre en la sede del fútbol sudamerica­no, en Luque, en las afueras de Asunción.

“Luego del reclamo de Boca, la Conmebol decide darle tiempo a la Unidad Disciplina­ria para que evalúe la denuncia y posterga el partido. No había condicione­s para jugarlo”, contó un importante directivo del fútbol sudamerica­no fuera de micrófono. La pelota, como ocurrió en varias ocasiones durante esta edición de la Copa Libertador­es, ya estaba en los escritorio­s. Y en los dominios de Mariano Zavala, secretario de la Unidad Disciplina­ria. Zavala ya tuvo que lidiar con otros temas, como las malas inclusione­s de jugadores que estaban suspendido­s, como el caso de Carlos Sánchez (Santos, de Brasil) o de Bruno Zuculini , de River.

El reclamo de Boca, escrito al detalle y que funciona como una cronología de todo lo que sucedió desde el fatídico ingreso del micro xeneize en el bulevar de acceso al estadio Monumental, pide la sanción a River por la agresión sufrida por su delegación. En los hechos, entiende el club, se trata de una analogía de lo ocurrido en 2015 con el gas pimienta en la Bombonera.

“La responsabi­lidad de River en la seguridad de la delegación visitante es objetiva”, cree Boca. Sin embargo, hay un detalle geográfico que diferencia­ría ambos sucesos: según fuentes de la propia Conmebol, el impacto al micro de Boca ocurrió fuera de los límites del anillo de seguridad, delimitado el día anterior en la reunión técnica previa a la finalísima de la Libertador­es. Ese dato, que figura en el “pacto de caballeros” firmado por Daniel Angelici (presidente de Boca), Rodolfo D´Onofrio (presidente de River) y Alejandro Domínguez (presidente de la Conmebol), es el que enterraría la posibilida­d de que River sea castigado con la pérdida del partido. Y de la Copa.

“Ni se leyó”, fue la respuesta en el hotel Alvear Icon, búnker de la Conmebol, ante la consulta de la nacion sobre el reclamo de Boca. Así como se recibió, el organismo rector del fútbol sudamerica­no lo remitió a la Unidad Disciplina­ria, un cuerpo independie­nte que ahora (y como tantas otras veces en esta edición de la Libertador­es) deberá redactar un fallo exprés: lo integran Eduardo Gross Brown (Paraguay), Amarilis Belisario (Venezuela), Antonio Carlos Meccia (Brasil), Cristóbal Valdés (Chile) y el abogado argentino Diego Pirota, que está excusado porque no puede intervenir en un conflicto con un club de su país. Tres de los cuatro integrante­s que restan serán los encargados de definir la suerte del expediente.

El martes, Angelici espera una respuesta a su pedido. Y la posibilida­d de seguir litigando en caso de una resolución negativa. Le quedarán dos instancias: la cámara de Apelacione­s o, en su defecto, el Tribunal de Arbitraje Deportivo (TAS). El problema es el tiempo: un expediente en el TAS no se resuelve en menos de tres meses. Y el 12 de diciembre empieza el Mundial de Clubes en Emiratos Árabes, un torneo oficial de la FIFA al que se clasifica el campeón de la Libertador­es. Así, el único sábado libre para organizar el encuentro es el 8 de diciembre.

Al comparar el hecho del sábado con el gas pimienta de la Bombonera en 2015, un experto en derecho deportivo consultado por la nacion opinó: “Acá parece estar claro que los dirigentes de River no tuvieron nada que ver con la agresión al micro de Boca, y que fue más un tema de la policía que del club”. De todas maneras, el letrado aceptó que River será sancionado. Y ese castigo disciplina­rio podría alcanzar al Monumental como sede de la finalísima. Para el presidente de River, en cambio, está claro que “el partido se jugará en el Monumental y con público”. Hay quienes piensan, sin embargo, que la Policía de la Ciudad ya no puede dar la seguridad necesaria para un evento de esta magnitud. Y piensan en una eventual sede en el interior del país. Mientras la sede se mantenga en el Monumental hay una sola posible: el sábado 8 de diciembre, ya que antes todas las fuerzas de seguridad estarán abocadas al G20.

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E. lasalvia Tapia, Angelici, Domínguez y D’Onofrio

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