LA NACION

Lo de River es el síntoma, pero no la enfermedad

Un informe de la ONU advierte que los países deben triplicar sus esfuerzos actuales

- Sebastián Fest

PARÍS.– Cuando los gobiernos aún no pusieron primera para acercarse a los objetivos que se fijaron en 2015, el cambio climático tomó carrera y sacó ventaja, advirtió ayer la ONU, en otro demoledor informe en el que señala que las emisiones de dióxido de carbono aumentaron en 2017 por primera vez en cuatro años, y que los modestos esfuerzos actuales deberían multiplica­se por tres.

A pesar de ese dramático informe, los objetivos planteados en el Acuerdo de París podrían quedar fuera del documento final de la Cumbre del G-20, que comenzará pasado mañana en Buenos Aires. Según se prevé, el asunto climático será materia de fuertes fricciones entre los miembros del grupo.

El noveno informe anual sobre Brecha de Emisiones del Programa de Medio Ambiente de la ONU se dio a conocer días antes del comienzo de una conferenci­a de la ONU sobre clima en Polonia. El informe analizó el impacto de las políticas de reducción de emisiones de los países, y detectó que la brecha entre las emisiones de dióxido de carbono (CO2) y los niveles para lograr los objetivos del Acuerdo de París sigue ampliándos­e. Para limitar el calentamie­nto a 2°C las promesas de reducción de gases incluidas en el Acuerdo de 2015 deberían multiplica­rse, como mínimo, por tres.

El acuerdo de 2015 pretende alejar a la economía mundial de los combustibl­es fósiles y limitar el aumento de las temperatur­as globales a entre 1,5°C y 2°C para evitar un clima más extremo, el incremento del nivel del mar y la pérdida de especies de plantas y animales.

“Existe una tremenda brecha entre las palabras y los hechos, entre los objetivos acordados por los gobiernos de todo el mundo para estabiliza­r nuestro clima y las medidas para alcanzar esos objetivos”, dijo Gunnar Luderer, del Instituto Potsdam para la Investigac­ión del Impacto Climático y uno de los autores del estudio.

En consonanci­a con informes previos sobre cambio climático, que abordaron el tema desde distintos ángulos, pero coincident­es en las conclusion­es perentoria­s, el reporte señaló que las emisiones de gases de efecto invernader­o alcanzaron un récord de 53.500 millones de toneladas en 2017, después de tres años de disminucio­nes, una breve y engañosa tregua que reveló su fragilidad.

El Panel In ter gubernamen­tal sobre el Cambio Climático de la ONU (IPCC) concluyó el mes pasado que incluso la meta del 2°C considerad­a segura desatará, en realidad, un torbellino de calores mortales, sequías y tormentas agravadas por el alza del nivel del mar. La tendencia actual apunta a un aumento de 4°C para fines de siglo, un dato que pondría en jaque la propia civilizaci­ón.

El empuje de la ONU para influir, a su manera, sobre los poderosos líderes del G-20 que se reunirán el viernes y sábado próximos en Buenos Aires, y cuyos países son en conjunto los principale­s emisores de gases contaminan­tes, aspira a que se refuerce la prioridad del tema en la agenda oficial.

Ya en la última cumbre del grupo, el año pasado en Hamburgo, el cambio climático fue fuente de disenso, en el que quedaron enfrentado­s Donald Trump y los demás líderes, dado el abierto desinterés del magnate por adoptar medidas que a su juicio amenacen el empuje de la economía de su país.

Durante la gestión del presidente republican­o, Estados Unidos potenció industrias contaminan­tes, como las del petróleo y el carbón. Actualment­e, son las mayores productora­s de crudo del mundo y recuperan la producción en minas de carbón. De hecho, Trump rechazó ayer el Informe Nacional del Clima publicado por su propio gobierno el vienes pasado, donde advierte que el cambio climático es una grave amenaza a la salud y la seguridad financiera de los norteameri­canos.

“No veo” que el cambio climático sea causado por el hombre, dijo Trump al The Washington Post, y añadió que no cree en el consenso de los científico­s. “Uno le echa una mirada a nuestro aire y nuestra agua, y en este momento tiene una limpieza récord”, afirmó.

Queda por ver si habrá una mención específica o no en el documento final de la Cumbre del G-20 al Acuerdo Climático de París, del cual Trump sacó a Estados Unidos, hasta ahora el único país que quedó fuera del convenio. Algunos gobiernos abogan por un lenguaje que refleje la apremiante situación que impone el cambio climático.

“Continuamo­s abordando los desafíos del cambio climático, consciente­s de nuestras responsabi­lidades comunes pero diferencia­das ”, señal a el borrador del documento final, sujeto a ser modificado si prevalece la postura de los países que abogan por un lenguaje más incisivo. Acaso más cercano al lenguaje descarnado de los científico­s de la ONU.

“La brecha de emisiones es mucho más amplia que el año pasado”, subrayó Philip Drost, uno de los coordinado­res de la investigac­ión de la ONU. Un dato que no sorprende, dado el aumento de la cantidad de dióxido de carbono, metano y otros gases de efecto invernader­o emitidos en 2017.

Límites

Las emisiones en 2030 deberán ser alrededor de un 25% y un 55% más bajas que el año pasado para que el mundo se encamine a limitar el calentamie­nto global a 2°C y 1,5°C, respectiva­mente, según el informe.

La mayoría de los países ricos ni siquiera están en la senda de cumplir las promesas vigentes, comenzando con Estados Unidos, que se quedará muy lejos de su meta de reducción de gases de efecto invernader­o, metas que de todos modos desconoció al salirse del Acuerdo de París. Tres países –Brasil, China y Japón– parecen sin embargo bien encaminado­s, en tanto que otros tres –India, Rusia y Turquía– podrían incluso superar sus objetivos. Pero algunos de estos logros se deben, en parte, a haber fijado objetivos relativame­nte bajos en sus planes nacionales.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina