Lo de River es el síntoma, pero no la enfermedad
Un informe de la ONU advierte que los países deben triplicar sus esfuerzos actuales
PARÍS.– Cuando los gobiernos aún no pusieron primera para acercarse a los objetivos que se fijaron en 2015, el cambio climático tomó carrera y sacó ventaja, advirtió ayer la ONU, en otro demoledor informe en el que señala que las emisiones de dióxido de carbono aumentaron en 2017 por primera vez en cuatro años, y que los modestos esfuerzos actuales deberían multiplicase por tres.
A pesar de ese dramático informe, los objetivos planteados en el Acuerdo de París podrían quedar fuera del documento final de la Cumbre del G-20, que comenzará pasado mañana en Buenos Aires. Según se prevé, el asunto climático será materia de fuertes fricciones entre los miembros del grupo.
El noveno informe anual sobre Brecha de Emisiones del Programa de Medio Ambiente de la ONU se dio a conocer días antes del comienzo de una conferencia de la ONU sobre clima en Polonia. El informe analizó el impacto de las políticas de reducción de emisiones de los países, y detectó que la brecha entre las emisiones de dióxido de carbono (CO2) y los niveles para lograr los objetivos del Acuerdo de París sigue ampliándose. Para limitar el calentamiento a 2°C las promesas de reducción de gases incluidas en el Acuerdo de 2015 deberían multiplicarse, como mínimo, por tres.
El acuerdo de 2015 pretende alejar a la economía mundial de los combustibles fósiles y limitar el aumento de las temperaturas globales a entre 1,5°C y 2°C para evitar un clima más extremo, el incremento del nivel del mar y la pérdida de especies de plantas y animales.
“Existe una tremenda brecha entre las palabras y los hechos, entre los objetivos acordados por los gobiernos de todo el mundo para estabilizar nuestro clima y las medidas para alcanzar esos objetivos”, dijo Gunnar Luderer, del Instituto Potsdam para la Investigación del Impacto Climático y uno de los autores del estudio.
En consonancia con informes previos sobre cambio climático, que abordaron el tema desde distintos ángulos, pero coincidentes en las conclusiones perentorias, el reporte señaló que las emisiones de gases de efecto invernadero alcanzaron un récord de 53.500 millones de toneladas en 2017, después de tres años de disminuciones, una breve y engañosa tregua que reveló su fragilidad.
El Panel In ter gubernamental sobre el Cambio Climático de la ONU (IPCC) concluyó el mes pasado que incluso la meta del 2°C considerada segura desatará, en realidad, un torbellino de calores mortales, sequías y tormentas agravadas por el alza del nivel del mar. La tendencia actual apunta a un aumento de 4°C para fines de siglo, un dato que pondría en jaque la propia civilización.
El empuje de la ONU para influir, a su manera, sobre los poderosos líderes del G-20 que se reunirán el viernes y sábado próximos en Buenos Aires, y cuyos países son en conjunto los principales emisores de gases contaminantes, aspira a que se refuerce la prioridad del tema en la agenda oficial.
Ya en la última cumbre del grupo, el año pasado en Hamburgo, el cambio climático fue fuente de disenso, en el que quedaron enfrentados Donald Trump y los demás líderes, dado el abierto desinterés del magnate por adoptar medidas que a su juicio amenacen el empuje de la economía de su país.
Durante la gestión del presidente republicano, Estados Unidos potenció industrias contaminantes, como las del petróleo y el carbón. Actualmente, son las mayores productoras de crudo del mundo y recuperan la producción en minas de carbón. De hecho, Trump rechazó ayer el Informe Nacional del Clima publicado por su propio gobierno el vienes pasado, donde advierte que el cambio climático es una grave amenaza a la salud y la seguridad financiera de los norteamericanos.
“No veo” que el cambio climático sea causado por el hombre, dijo Trump al The Washington Post, y añadió que no cree en el consenso de los científicos. “Uno le echa una mirada a nuestro aire y nuestra agua, y en este momento tiene una limpieza récord”, afirmó.
Queda por ver si habrá una mención específica o no en el documento final de la Cumbre del G-20 al Acuerdo Climático de París, del cual Trump sacó a Estados Unidos, hasta ahora el único país que quedó fuera del convenio. Algunos gobiernos abogan por un lenguaje que refleje la apremiante situación que impone el cambio climático.
“Continuamos abordando los desafíos del cambio climático, conscientes de nuestras responsabilidades comunes pero diferenciadas ”, señal a el borrador del documento final, sujeto a ser modificado si prevalece la postura de los países que abogan por un lenguaje más incisivo. Acaso más cercano al lenguaje descarnado de los científicos de la ONU.
“La brecha de emisiones es mucho más amplia que el año pasado”, subrayó Philip Drost, uno de los coordinadores de la investigación de la ONU. Un dato que no sorprende, dado el aumento de la cantidad de dióxido de carbono, metano y otros gases de efecto invernadero emitidos en 2017.
Límites
Las emisiones en 2030 deberán ser alrededor de un 25% y un 55% más bajas que el año pasado para que el mundo se encamine a limitar el calentamiento global a 2°C y 1,5°C, respectivamente, según el informe.
La mayoría de los países ricos ni siquiera están en la senda de cumplir las promesas vigentes, comenzando con Estados Unidos, que se quedará muy lejos de su meta de reducción de gases de efecto invernadero, metas que de todos modos desconoció al salirse del Acuerdo de París. Tres países –Brasil, China y Japón– parecen sin embargo bien encaminados, en tanto que otros tres –India, Rusia y Turquía– podrían incluso superar sus objetivos. Pero algunos de estos logros se deben, en parte, a haber fijado objetivos relativamente bajos en sus planes nacionales.