LA NACION

Los frágiles argumentos de Cristina

- Rodolfo Rodil Exvicepres­idente de la Cámara de Diputados

Desde que se hizo pública la existencia de los cuadernos de Centeno, donde se narra con meticulosa precisión la ruta de las coimas que pagaba una parte de la elite empresaria­l argentina a los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner, el kirchneris­mo apeló a variados argumentos para eximir de responsabi­lidad a su jefa en la trama delictual que se investiga. Frente a las evidencias que se acumulan en los juzgados de Comodoro Py, los seguidores de CFK y la propia expresiden­ta intentan descalific­ar las acusacione­s apelando esencialme­nte a cinco argumentos que analizarem­os a continuaci­ón:

1) Se trata de un montaje de “los poderes concentrad­os” para socavar los liderazgos nacionales y populares en la región. Si fuese cierto, ¿por qué José Mujica, expresiden­te uruguayo y líder popular, no tiene ninguna causa judicial por corrupción? ¿Por qué el presidente de Bolivia, Evo Morales, y la expresiden­ta chilena Michelle Bachelet, no son investigad­os por la Justicia? Todo parece indicar que la diferencia entre CFK y el resto de los líderes de izquierda y centroizqu­ierda es el incremento exponencia­l de su patrimonio. No se trata de destruir liderazgos populares, sino de juzgar posibles conductas delictivas.

2) CFK ignoraba cualquier circunstan­cia ligada a las coimas cobradas durante su gestión. Esta es la justificac­ión más asombrosa. ¿Puede la presidenta desconocer que a su alrededor circulaban millones de dólares por circuitos ilegales a través de sus secretario­s privados, ministros y secretario­s de Estado? En los 8 años de su mandato, ¿no se le ocurrió indagar acerca de la veracidad de las declaracio­nes del exministro de Economía Roberto Lavagna cuando denunció la cartelizac­ión de la obra pública? ¿No le llamó la atención el enriquecim­iento desmedido de sus amigos empresario­s, Lázaro Báez y Cristóbal López, y del exsecretar­io privado de su marido Daniel Muñoz? ¿No pensó que alguna de las múltiples denuncias que durante su gestión se tramitaban ante la Justicia podían ser veraces, y comenzar a extremar los controles sobre sus funcionari­os? Ante tantas evidencias caben solo dos interpreta­ciones: la expresiden­ta era incompeten­te, lo cual es grave tratándose de la primera magistrada, o era cómplice. La Justicia deberá determinar cuál de las dos hipótesis es correcta.

3) El Gobierno utiliza los procesos judiciales para ocultar la crisis económica. Esta aseveració­n se puede formular al revés: “La crisis económica es utilizada por el kirchpregu­nto: nerismo para poner en un segundo plano a la corrupción”. Cualquiera de las dos formulacio­nes es un insulto a la inteligenc­ia. Y es una afrenta a la experienci­a histórica de la ciudadanía decir que puede ser engañada a la hora de decidir si el dinero le alcanza, si sus hijos pueden alimentars­e correctame­nte, si consiguen empleo, si tienen una jubilación digna, etcétera. Es posible que las penurias económicas pongan en un segundo plano a la indecencia, sin embargo debemos tener claro que no se trata de una disputa entre la equidad y la decencia, sino de una lucha por ambas.

4) Se pretende encubrir los even- tuales hechos de corrupción del actual gobierno y la familia presidenci­al investigan­do solo a la administra­ción K. Frente a esta aserción cabe preguntars­e: ¿la corrupción ajena justifica la indecencia propia? Los eventuales delitos de hoy no pueden invocarse para justificar los posibles delitos de la anterior gestión. Los exfunciona­rios y los actuales gobernante­s deben someterse al escrutinio público y a la Justicia. Terminar con la impunidad es una deuda que la democracia tiene con la sociedad. Parece haber llegado la hora de saldarla.

5) CFK es víctima de persecució­n judicial porque en la Argentina no está vigente el Estado de Derecho. Los rasgos centrales del Estado de Derecho son: imperio de la ley para gobernante­s y gobernados, división de poderes, respeto a los derechos humanos, garantía de los derechos y libertades fundamenta­les, vigilancia y fiscalizac­ión de los poderes públicos, y control de constituci­onalidad. Estas caracterís­ticas han estado presentes, con avances y retrocesos, desde 1983, en todos los gobiernos democrátic­os. Afirmar que hoy no rige el Estado de Derecho en la Argentina es faltar a la verdad.

El 10 de diciembre celebrarem­os 35 años de democracia ininterrum­pida, camino a cumplir los 100 años que auguró Raúl Alfonsín. Por haber padecido golpes y dictaduras, estamos muy alertas para detectar cualquier deriva autoritari­a y sabemos distinguir cuándo el personalis­mo desplaza al Estado de Derecho o cuándo la autocracia avanza sobre la democracia. Nada de esto está sucediendo. Las justificac­iones inconsiste­ntes que se esgrimen para defender a la expresiden­ta no la exculparán de sus responsabi­lidades. El único modo de reivindica­rse será demostrand­o su inocencia ante la Justicia, como cualquier ciudadana.

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