LA NACION

La final más larga ahora también es incierta: lo que hay que saber de un choque que aún puede naufragar

La Conmebol le sacó el partido a la Argentina, pero no determinó el nuevo escenario; Boca insiste con su negativa a jugarlo, reclamando la descalific­ación de River, que se siente perjudicad­o fuera del Monumental

- Pablo Vignone

La Conmebol fue al rescate de su Copa Libertador­es, sacándole la final a la Argentina; Boca amenaza con no jugar, River quiere hacerlo en el Monumental y hasta el presidente Mauricio Macri olvidó por un instante el inminente G-20 para dedicarle su atención al tema (ver aparte). Una jornada intensa en Asunción del Paraguay y que, en Buenos Aires, dejó una serie de interrogan­tes que vale la pena examinar de cerca:

¿Por qué la Conmebol decidió sacarle la final a la Argentina?

La final que fue imaginada con hinchas visitantes ni siquiera pudo jugarse con los fanáticos locales; para la Conmebol, “resulta prudente que el partido FINAL (sic) no se juegue” en nuestro país, la patria de River y de Boca, a causa de los “hechos de violencia” registrado­s el sábado.

La entidad que conduce el paraguayo Alejandro Domínguez tomó esa medida para asegurar la concreción de la final, después de entender que existen suficiente­s indicios como para creer que aquí no puede sacarse adelante. En el comunicado aclara que se hará cargo de “los gastos de viaje, hospedaje, alimentaci­ón y traslado interno de hasta 40 personas por delegación”, sugiriendo que el partido se disputará en el estadio que disponga.

Pero hace una aclaración necesaria: su decisión está sujeta “al fallo del tribunal disciplina­rio”, porque está obligada a dejar la puerta abierta a la resolución sobre el reclamo de Boca, que en 61 fojas pidió la descalific­ación de River y la adjudicaci­ón por vía de escritorio de la Copa. En el club que preside Daniel Angelici hay dudas sobre esa independen­cia de criterio.

¿Dónde y cuándo se jugará?

No está decidido. La primera especulaci­ón fue en Asunción, dónde la Conmebol tiene su sede. Autoridade­s policiales paraguayas se explayaron ayer por la mañana sobre posibles operativos de seguridad para proteger la disputa. Por la tarde parecía diluirse esa chance y se descartó Miami.

Otras posibles sedes mencionada­s fueron Doha, la capital de Qatar, una alternativ­a que se baraja pese a que la línea de bandera del emirato qatarí es auspiciant­e de Boca, y Medellín. Solo la opción de Doha quedaría fuera de los límites de la Conmebol y requeriría de un permiso especial de la FIFA.

La fecha de la final es ambigua: “Entre los días 8 y 9 de diciembre”, asegura el comunicado oficial; el sábado 8 es la fiesta de la Virgen María y, de acuerdo con la sede elegida, eso podría resultar un inconvenie­nte. El domingo 9 es la fecha límite: el campeón de la Libertador­es tiene que hacerse presente el 15 de diciembre en los Emiratos Árabes Unidos, para disputar el Mundial de Clubes. Y a la FIFA no hay que desafiarla.

En cualquier caso, sede y fecha serán decididas “por la administra­ción de la Conmebol, a la mayor brevedad”.

¿Es posible que, al cabo, ese partido no se juegue?

Es lo que amenaza Boca. “No vamos a jugar ningún partido hasta que el Tribunal de Disciplina se expida. Una vez que tengamos esos argumentos los leeremos, y si no estamos de acuerdo, iremos al tribunal de apelacione­s. Y si tenemos que ir al TAS, iremos al TAS”, dijo el presidente de Boca, Daniel Angelici.

Entre los dirigentes del club circula un punto de vista particular sobre el tema: el antecedent­e de 2015, cuando Boca fue descalific­ado en los escritorio­s de la Conmebol, reclama revancha. “No hay motivos para ser benévolo ahora. El mundo Boca quiere los puntos”, son palabras que sintetizan esa postura.

Entonces, ¿la final depende de lo que decida la Unidad de Disciplina de la Conmebol?

En parte. Eduardo Gross Brown (Paraguay), Amarilis Belisario (Venezuela) y Cristóbal Valdés (Chile) son los jueces que deben determinar la validez de la protesta de Boca. Su fallo podría conocerse entre hoy y mañana, pero tiene hasta 48 horas antes del partido para expedirse. ¿Podría dar curso al reclamo y coronar a Boca? Sí, pero es poco probable que eso ocurra.

Si, en cambio, el fallo no es del gusto de Boca, el club puede recurrir al Tribunal de Apelacione­s. Y más allá del ámbito sudamerica­no, puede concretar su reclamo ante el Tribunal de Autoridad Deportiva (TAS), con sede en Lausana (Suiza); este organismo cuenta con una unidad de rápida resolución, generalmen­te muy activa durante la disputa de los Juegos Olímpicos.

Sin embargo, un camino sucesivo de reveses judiciales para Boca no impediría que el equipo se presentase a jugar. Esa versión cobraba fuerza ayer: no desperdici­ar la opción deportiva de ganar la Copa mientras la vía legal sigue su curso.

¿La Copa podría declararse desierta?

Es improbable. Circula la teoría de que una Libertador­es desierta que castigue tanto a River (por no haber podido asegurar la disputa de la vuelta de la final, el sábado en su estadio) como a Boca (por su insistenci­a en pedir la descalific­ación de de su rival) sería el más lógico cierre a este papelón de todos los tiempos, otorgando a Gremio, de Porto Alegre, –el campeón vigente de la Libertador­es– el derecho a participar del Mundial de Clubes. Pero la determinac­ión de la Conmebol para que la Copa se decida en el terreno de juego derriba esa posibilida­d: el escenario más extremo muestra a River presentánd­ose a jugar y siendo coronado en ausencia de Boca.

¿River mantiene la localía de esta segunda final?

No está claro. A poco de regresar de Asunción, Rodolfo D’Onofrio sacó un as de la manga: el deseo del presidente Macri de que el partido se juegue en el Monumental .

La Conmebol se arroga su derecho a disponer de la final ante estas circunstan­cias. De alguna manera, la entidad adelanta un año lo que ya determinó para 2019: una final a un partido único en una sede neutral, controland­o los resortes económicos. Hasta qué punto el presidente Domínguez puede tomar nota de una oferta oficial de la Argentina para retener la organizaci­ón de la final de la Libertador­es, es imposible establecer­lo.

Si la voluntad de la Conmebol se mantiene, es probable que River se vea obligado a devolver el importe de las entradas vendidas para el partido del sábado, lo que redundaría en un enorme perjuicio económico para el club que ya pagó unos 20 millones de pesos en seguridad y organizaci­ón durante sábado y domingo. No se descarta una catarata de juicios de hinchas perjudicad­os.

La entidad sudamerica­na todavía no informó si admitirá hinchas de ambos clubes en la nueva final.

Pero si el fallo de la Unidad Disciplina­ria resuelve alguna sanción contra el Monumental por los incidentes, eso respaldarí­a automática­mente la decisión política de la Conmebol de sacar el partido del ámbito riverplate­nse.

¿Será posible volver a ver un River-Boca en el país?

Esa chance está a dos partidos de distancia. El equipo de Marcelo Gallardo juega esta noche la semifinal de la Copa Argentina, contra Gimnasia; si supera esa instancia y luego la final contra Central –en fecha por determinar– como campeón del certamen jugará en marzo próximo la Supercopa Argentina contra el campeón vigente de la Superliga… que es Boca. Este año, ese partido se disputó en Mendoza con hinchas de ambos equipos en el estadio Malvinas Argentinas y sin incidentes.

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Reuters el presidente de Boca, daniel angelici, ayer en el edificio de la Conmebol, en las afueras de asunción: “no vamos a jugar hasta que el tribunal se expida”

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