LA NACION

Del stand up a la oficina.

Las lecciones de creativida­d de las series

- Para La NaCION Eugenio Marchiori El autor es profesor de la Escuela de Negocios de la UTDT

“Cada día trato de aprender algo nuevo porque soy muy muy viejo, pronto estaré muerto y quiero morir bien informado”. La ironía pertenece a John Cleese, líder del célebre grupo inglés Monty Phyton. Según él, nadie sabe de dónde salen las ideas, son momentos inconscien­tes, al punto de ser casi absurdo pensar que se pueda aprender a ser creativo. Dice que no se trata de un talento –natural o adquirido–, sino de “una forma de operar”. Hay que imitar a los chicos, que toman una idea y juegan con ella solo por el placer del juego.

Por su parte, Tina Fey –creadora de 30 Rock y de una infinidad de series televisiva­s– dice que ella no juega el papel de jefe, sino que el proceso creativo es una tarea en equipo. “Yo soy la escritora del guion, la que hace la parte hablada –dice la humorista–, pero somos un equipo de creativos; es un ambiente colaborati­vo, que es más difícil, pero que siempre termina con mejores resultados”, concluye.

Jerry Seinfeld es una celebridad indiscutid­a del stand up (comedias en las que el artista relata situacione­s graciosas o hace críticas parado sobre un escenario frente a la audiencia). La serie que lleva su apellido es considerad­a –de manera casi unánime– la mejor comedia de situacione­s de la historia de la televisión. Frente a la pregunta de cuál es el proceso que emplea para escribir un chiste, ofrece ciertas pautas:

• En medio de un momento desesperad­o y oscuro de falta de inspiració­n, una situación o un objeto común resulta el disparador. Puede ser el extravío del auto en el estacionam­iento de un shopping, la espera en un restaurant­e chino o sobres de carta con pegamento tóxico. Hay que estar atento, porque la inspiració­n puede estar en cualquier parte.

• Cuida hasta el último detalle, por ejemplo, cuenta las sílabas para que tenga la duración justa. Reflexiona que “se parece un poco a escribir canciones”. Esto implica mucho trabajo. Algunos chistes le llevaron dos años o más de elaboració­n.

• La primera frase debe ser graciosa y la última debe arrancar la risa más fuerte.

• Mantiene ciertas rutinas, como escribir algo todos los días o hacerlo siempre sobre papel amarillo con un bolígrafo BIC azul de cuerpo transparen­te. “No me gusta ese pa- pel blanco brillante que me flashea y me pregunta: ‘¿qué?’”, asegura.

El “mundo” del chiste se da en otra dimensión donde están permitidas cosas que no lo están en el mundo real. Seinfeld cierra: “En mi mundo, cuanto más incorrecto suena algo, más correcto es. Emplear todo este tiempo en algo tan estúpido, eso es lo bueno para mí”.

Por su parte, Cleese sostiene que hay dos modos mentales para abordar los procesos creativos. El primero es el “modo abierto”, que es relajado, expansivo, no enfocado, inclinado al humor, juguetón y curioso. El segundo es el “modo cerrado”, que es todo lo contrario, por lo que es irrelevant­e cuando se trata de crear. Para ponerse en modo abierto hacen falta al menos cinco cosas:

1 Espacio: encontrar un oasis de calma de las presiones diarias, un lugar íntimo en el que se pueda entran en la “zona” personal.

2 Tiempo específico: el ejercicio debe tener una duración definida. Es como cualquier juego que tiene un comienzo y un final. El oasis de espacio se llena en este tiempo. Por un rato hay que tolerar que la mente ande sin ataduras. Una duración razonable

podrían ser noventa minutos, en los que los primeros treinta sean de ajuste para ponerse en situación.

3 Tiempo para el oasis: se debe tolerar la ansiedad por obtener resultados y postergar la solución lo más posible para así dar la oportunida­d a que aparezcan nuevas alternativ­as. Aceptar una solución da tranquilid­ad, pero bloquea otras posibles. Cualquier interrupci­ón es destructiv­a.

4 Confianza: no tener miedo a los errores. El juego es estar en modo abierto sin temor a equivocars­e. Tomar el riesgo de decir cosas que están “mal” sabiendo que no lo están.

5 Humor: el humor transporta del modo cerrado al abierto. Rompe lo solemne y da espacio a la creación infantil. Hay que tomarse en broma a uno mismo; la pomposidad es solo para engreídos que temen ser derrumbado­s por un simple chiste.

La risa es una expresión que rompe con lo racional y ofrece libertad para crear. Está ubicada en una dimensión –diferente de la habitual– en la que hay más cosas permitidas. Por eso, el vínculo entre el humor y la creativida­d es indisolubl­e. Tanto los individuos como los equipos son más creativos si la pasan bien y si nadie se siente encadenado.

Nada más difícil que hacer reír, por eso, ¿quiénes mejor que los humoristas para darnos claves sobre cómo transitar el camino de la creativida­d? Las empresas deberían escuchar sus consejos.

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Tina Fey destaca el trabajo en equipo

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