definió por penales y pasó a la final de la copa argentina
River fue eliminado en la Copa Argentina y solo le queda la Libertadores en medio de una tensa espera
MAR DEL PLATA.– No era una noche más para River. Era la vuelta al fútbol tras 17 días. Era la semifinal ante Gimnasia de la Copa Argentina. Era el reencuentro con su gente luego del ataque al micro de Boca del pasado fin de semana en la final continental. Era el partido en el que el equipo debía demostrar su presencia y su reacción para no claudicar. Y terminó siendo una noche a puro sufrimiento y desazón: tras estar dos veces en ventaja, empató 2-2 con Gimnasia y terminó siendo eliminado en los penales.
Son varios los lamentos por los que River terminó yéndose cabizbajo. Primero, por no haber podido alcanzar la tercera final consecutiva del torneo: el Lobo definirá el título con Rosario Central. Segundo, por- que se le escapó una llave concreta para clasificar a la próxima Copa Libertadores y ahora solo podrá hacerlo si conquista la que quedó envuelta en polémicas y espera una resolución en Paraguay. Tercero, por no poder conseguir una victoria que era fundamental para el ánimo del equipo a la espera de lo que pasará con la final frente a Boca. Y último, quizás lo que menos le duele, porque perdió el récord de 16 triunfos seguidos en una misma competencia, cifra histórica para el profesionalismo en el fútbol argentino (quedó a uno de Racing, que sumó 17 entre 1915 y 1916 en el amateurismo).
Al igual que en las oficinas del club y en el hotel donde se hospedó el plantel, en las tribunas también se vivió el clima de ansiedad, tensión y nerviosismo por la resolución que tendrá la final del torneo continental frente al xeneize. Sin la barra brava, que volvió a ausentarse tal como el sábado pasado, durante la previa y grandes tramos del juego, fue el único tema de la jornada. El mundo River está absorbido por la situación y los hinchas solo hablan de eso. “Vení a jugar, Boca, ¡dale!”, le gritó un hincha a una cámara que registraba la entrada de los fanáticos al estadio.
Luego, durante el juego, se escucharon varios cánticos sobre el tema: “oh, Boca sos c…”; “Porque con las gallinas, Boca no puede”, “No tengas miedo, vení a jugar” y “El que no salta, abandonó”, fueron algunos de los
hits. En cierto punto, los hinchas aún no pueden despegar su cabeza de lo que decidirá el Tribunal de Disciplina de la Conmebol, aunque el equipo necesitó hacerlo para desligarse las tensiones y presiones que lo mantienen en vilo.
Y, pese al resultado final, por momentos lo logró. River salió con un esquema 4-3-2-1 y con los mismos once que iban a enfrentar a Boca en la postergada final de la Libertadores. Así, dominó la pelota y el juego ante un Gimnasia que buscó aguantar y contragolpear rápido cuando recuperaba la pelota.
Pero le costó ser punzante. Apostó en demasía a penetrar la defensa rival con la pelota filtrada y la subida de los laterales, pero estuvo impreciso. Adelantando la línea de fondo hasta casi el mediocampo, lo mejor volvió a llegar desde los pies de Pity Martínez, el más peligroso y desequilibrante, acompañado por una buena tarea de Enzo Pérez.
Tras una primera media hora de monotonía, el encuentro terminó con tintes frenéticos y entretenidos, con reiteradas ocasiones de gol, aún cuando ambos jugaron con 10 hombres: expulsados Bonifacio y Pinola.
A su vez, los arqueros tuvieron su protagonismo negativo: Martín Arias tuvo responsabilidad en el 1-0 de Pity Martínez, de tiro libre, mientras que Armani sufrió quizá su peor noche en el equipo de Núñez. Primero, se quedó en la salida y otorgó un débil rechazo que derivó en el 1-1 de Faravelli; y luego, ya con el partido 2-1 por el gol de Pratto en el inicio del complemento, respondió de manera débil en el cabezazo de Silva que determinó el 2-2.
El penal que Maidana desvió en el cierre de la definición, el sexto de la serie, fue el punto final de un ciclo muy exitoso del club de Núñez en la Copa Argentina. Aún sin saber qué pasará con la final de la Libertadores, Gallardo deberá tocar las fibras más íntimas para reponerse de un golpe inesperado, si quiere tener todavía historia por contar.