Más repercusiones tras los cambios en el Fondo Nacional de las Artes
El directorio pidió al nuevo presidente, Mariano Roca, la continuidad de la autarquía; apoyos a la gestión de Carolina Biquard
La salida de la presidenta del Fondo Nacional de las Artes (FNA), Carolina Biquard, que se formalizó ayer con el traspaso de ese cargo al exeditor de Tusquets Mariano Roca, siguió despertando reacciones de asombro y apoyo a su gestión por parte de referentes de la cultura, como Alberto Manguel, Gabriela Adamo o Edgardo Cozarinsky, e incluso de los gremios estatales.
La renuncia de la funcionaria, solicitada por el secretario de Cultura de la Nación, Pablo Avelluto, motivó también ayer una reunión de miembros del directorio del organismo para acordar una postura, y la dimisión de otros, como Eduardo Stupía, que deja su lugar como representante del área de Artes Visuales del FNA.
Tras conocerse la noticia del cambio de autoridades, Avelluto había dicho a la nacion que el alejamiento de Biquard se debía al “desgaste natural” que produce una gestión “muy intensa” y rechazó que su Secretaría hubiera pedido dinero del FNA para financiar programas. “La ejecución del presupuesto del FNA le compete a su directorio”, afirmó. Sin embargo, Biquard aseguró que su renuncia responde a una diferencia de criterios ya que “Avelluto no cree en la autarquía del Fondo”, la que se vería vulnerada con un pedido de 19 millones de pesos, versión confirmada a la nacion por varios integrantes del directorio del FNA.
Algunos de ellos estuvieron ayer en la sede del organismo de la calle Alsina: el abogado especialista en derecho del arte Javier Negri; la responsable de Patrimonio, Teresa Anchorena; el músico Marcelo Moguilevsky, y la representante del área de Diseño, María Sánchez, tuvieron su primer encuentro con Roca en calidad de presidente, a quien respaldaron en la continuidad de los objetivos, con dos condiciones: que ratificara que la política presupuestaria del FNA será la misma y que aclarara a la opinión pública que no hubo irregularidades en la administración, como se afirmó anteayer en algunos medios. “Si estas dos cosas ocurren no habría inconveniente en seguir participando”, explicitó Negri, quien además recordó que, según la carta orgánica de la institución, los directores responden con sus bienes en caso de que el FNA cometa un acto ilegal. La mayoría recibe una remuneración (unos $15.000) y otros colaboran ad honorem. “Es muy incómodo lo que ha
ocurrido”, agregó a título personal.
“No somos empleados del ministerio de Cultura”, dijo Sebastián Blutrach, quien integró ese equipo en nombre de las artes escénicas hasta septiembre, cuando renunció al advertir que “la capacidad de gestión estaba amenazada por cuestiones de índole política”. En diálogo con la nacion, ayer Blutrach celebró la decisión de Biquard de renunciar “en defensa de la autarquía del FNA” y destacó que la presidenta saliente lo haya convocado aun cuando no comparten posiciones políticas. “Armó un directorio plural y la discusión era constante dentro de él, muy enriquecedora. Varias veces hemos estado en desacuerdo, pero las cuestiones se dirimían por consenso o por votación”, afirmó. Sobre los fondos, señaló que “lo que pidió Avelluto es para actividades que no chocan con los temas del FNA, pero que no fueron decididas por su directorio. Es una cuestión de autonomía y también política”.
Los números de la gestión de Biquard suministrados por personal del organismo registran incrementos notables en sus casi tres años de gestión: la recaudación creció de $72 millones a $220 millones; los artistas registrados pasaron de 7000 a 73.000; las becas, de 291 a 940, con una inversión que saltó de $4,7 millones a $37 millones; los concursos crecieron de 9 a 14, por un monto que fue de un millón y medio de pesos a siete millones. Los subsidios, en cambio, se redujeron, de 171 a 150, pero aumentaron en monto, de $3,2 a $ 11 millones.
Ante el cambio de autoridades, los trabajadores que adhieren a la Asociación de Trabajadores del Estado (ATE) difundieron un comunicado. Destacan “que el FNA tiene un funcionamiento único en el mundo” y que “la potencial injerencia en su funcionamiento puede redundar en un cercenamiento de sus funciones sociales y culturales”.
“Queda claro que Carolina tiene mucha capacidad y, sobre todo, determinación y fuerza. En gestión pública hoy hace falta eso –opinó Gabriela Adamo, directora de la Fundación Filba–. Lo que logró es impecable. No es raro que no sea fácil de emular. Siempre que se alejan personas como ella de puestos claves, uno, que está en el mundo de la cultura, se preocupa”.