LA NACION

Del sobresalto a un desahogo

- Claudio Jacquelin

El día más esperado por el Gobierno empezó con un sobresalto de proporcion­es, pero no fue el prenuncio de un día difícil, sino un despertado­r incómodo para una jornada que en algunos aspectos superó expectativ­as.

Demasiado temprano Mauricio Macri percibió en carne propia lo difícil que resulta ser amigo de todos y de tratar de beneficiar­se por igual con potencias que están en guerra, aunque sea comercial. El mundo se ha vuelto un lugar mucho más hostil e inestable de lo que imaginaba cuando asumió la presidenci­a y comprobó que no es fácil salir sin rasguños, ni evitar tropiezos. Ni en los viejos amigos se puede confiar.

La Casa Rosada quedó descolocad­a durante varias horas por el comunicado que emitió la vocera de Donald Trump, tras la reunión con Mauricio Macri, en el que se afirma que los presidente­s habían coincidido en la necesidad de afrontar temas como Venezuela y “la actividad económica depredador­a china”.

Sin embargo, solo debieron pasar apenas un par de horas para que la jornada se encarrilar­a por vías mucho más auspiciosa­s. Las deliberaci­ones de la cumbre, conducidas por Macri, las reuniones bilaterale­s y las protestas en la calle se desarrolla­ron en un plano casi ideal. Y la organizaci­ón no tuvo fallas. El desliz en la recepción del francés Emmanuel Macron ya había pasado al olvido.

Nada está definido aún, salvo los acuerdos ya alcanzados y los apoyos recibido en los encuentros de Macri con sus pares, especialme­nte con Trump y la británica Theresa May. Pero el Gobierno considera que ya tiene motivos para celebrar.

Del incómodo momento en el que lo dejó expuesto el equipo de comunicaci­ón del presidente de Estados Unidos, el Gobierno procuró despegarse con rapidez y prudencia (para algunos, excesiva). Aunque le llevó más de siete horas dar una definición taxativa. No era sencillo ese comienzo para un país con superávit de fragilidad y dependenci­a, en ese contexto oficial de huésped de los principale­s líderes mundiales.

Trump suele abusar de su poder y disfrutar de su imprevisib­ilidad, y volvió a hacerlo aprovechan­do en este caso su condición de garante y sponsor del préstamo de urgencia del FMI que sacó al Gobierno de una situación crítica como pocas.

China es un “socio estratégic­o integral” de la Argentina y su líder, Xi Jinping, se encuentra en visita de Estado para firmar más de 30 acuerdos de todo tipo, subrayó a la nacion el embajador argentino en Pekín, Diego Guelar. Explícito como pocos.

El inédito temblor, que se sintió en algunas zonas de la ciudad justo cuando los líderes mundiales se dirigían al centro de convencion­es para la inauguraci­ón de la cumbre, profundizó prevencion­es y disparó conjeturas. Falsa alarma.

Tal vez esos sobresalto­s y la falta de gimnasia en el rol hayan incidido para que el debut de Macri como “chair” de la cumbre tuviera un comienzo algo temeroso, según testigos de la reunión realizada a puertas herméticam­ente cerradas. Dicen que después de las primeras cesiones de la palabra y consecuent­es mediacione­s, todo empezó a fluir y el Presidente pareció disfrutar de su lugar de árbitro y conductor de pares mucho más poderosos que él.

Macri también debió sortear situacione­s incómodas, como el provocador saludo que le prodigó Vladimir Putin al príncipe saudita Mohammed ben Salman, acusado de cometer crímenes de guerra y de ser el autor intelectua­l del asesinato del columnista de The Washington Post Jamal Khashoggi. La sensibilid­ad internacio­nal no desvela al líder ruso, tampoco los buenos modales, como a su amigo Trump. Nada para imitar.

La fluidez con la que se desarrolló la primera jornada de deliberaci­ones, de todas maneras, no permite esbozar ninguna certeza de que pueda alcanzarse un consenso para el documento final. El comercio y la cuestión ambiental siguen siendo los desafíos más complejos. Sobre todo, el último. El ministro Bergman casi lo explicitó durante su presentaci­ón en el centro de prensa. Y hasta se rumorea que podría quedar fuera del pronunciam­iento. Muy preocupant­e para el futuro del planeta.

En cuanto al comercio, casi todo está atado a la disputa chino-norteameri­cana. En ese terreno, Macri probableme­nte le haya devuelto a Trump algo del mal momento matutino con su discurso de apertura.

En su alocución, el huésped de la cumbre reafirmó su adscripció­n al multilater­alismo y expuso una decidida defensa del intercambi­o global de bienes y servicios, en contra del proteccion­ismo. También, apeló al diálogo y a la concordia, sin metáforas. Fue un discurso a la medida de Macri, sucinto y concreto, eficaz para no desatar pasiones. Resultados para el país

De las reuniones bilaterale­s, quedan el compromiso de aumentar el comercio y las inversione­s tanto de EE.UU. como de Gran Bretaña.

También se consideró auspicioso el diálogo con el presidente del gobierno español, Pedro Sánchez. Más del resquemor que con ese país tiene Macri y que no dejó de mencionar por el hecho de que la superfinal de la Copa Libertador­es se haya trasladado a Madrid, contra su deseo de que se jugara en Buenos Aires, a pesar del bochorno vivido hace una semana.

El diálogo con la premier inglesa deja abierta la puerta para las críticas por la ausencia de toda referencia a la cuestión de la soberanía de Malvinas, pero el Gobierno espera que las atenúe el anuncio del nuevo vuelo a las islas desde Córdoba que precedió a la reunión. Además, en la Casa Rosada se complacen con que se haya anunciado la designació­n de un encargado en el Reino Unido para incentivar el comercio con la Argentina. ¿El post-brexit tendrá algo de positivo?

Faltan aún varios anuncios por hacer, sobre todo de los acuerdos que se firmarán con China y algunos más, para saber si el resultado final confirma el optimismo con que los voceros del Gobierno concluyero­n la primera jornada.

Según el ministro Guillermo Dietrich, la realizació­n de la cumbre aceleró la concreción de muchos convenios que difícilmen­te se hubieran cerrado antes de los próximos cuatro o cinco meses. Eso es lo que ya celebraban ayer en el oficialism­o. Tanto como la ausencia de disturbios de alguna importanci­a en las calles.

Está claro que el G-20 no es un River-boca, pero los graves disturbios recientes ante el Congreso y los antecedent­es explosivos de otras cumbres aun en países considerad­os civilizado­s permitían augurar una jornada mucho menos apacible. Mérito enorme compartido por las organizaci­ones que se manifestar­on y las autoridade­s que negociaron para evitar desbordes. ¿Habrá sido una excepción y un paréntesis o será otro legado de la cumbre que podrá prolongars­e en el tiempo y disfrutars­e?

La brillante gala en el Teatro Colón fue el cierre casi soñado por la Casa Rosada para el primer día de la cumbre más esperada. Mucho más después de los sobresalto­s con los que había empezado el día. Como para justificar la emoción que exhibió Macri. Final del primer tiempo. La hora de la verdad llegará hoy.

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